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Amaranto, la planta rebelde

'Amaranthus caudatus', amaranto.

Rita González

Se trata de uno de los tesoros mayas, rico alimento prehispánico que nunca importaron los conquistadores y que en México se sigue produciendo en las mismas zonas de la época precolombina: el amaranto, Amaranthus caudatus, o kiwicha, comenzó a cultivarse en América hace más de 7.000 años y alberga algunas historias.

Destaca por su alto contenido proteico, un 17%, aproximadamente, superior al del trigo, que contiene del 12 al 14% de proteína; el arroz, del 7 al 10%; o el maíz, del 9 al 10%. Su aporte de carbohidratos es importante: entre un 50 y un 60% de almidón. También es rico en grasa, sobre un 8%, si bien se trata principalmente de ácido oleico y ácido linoleico, lípidos cardiosaludables.

Es una planta de rápido crecimiento, con hojas, tallos y flores moradas –cuya coloración se debe a la presencia de betalaínas–. Además de su interesante valor nutricional, posee aprovechamiento integral –flores, hojas, semillas–, un tipo eficiente de fotosíntesis, se adapta con facilidad a distintos ambientes, es muy resistente y no requiere grandes cuidados.

De hecho, por su fortaleza y sus demás características, la NASA lo consideró adecuado para la alimentación de sus tripulaciones. Y la planta llegó a germinar en el espacio en 1985, gracias al astronauta mexicano Rodolfo Neri.

Su resistencia lo ha convertido en quebradero de cabeza de Monsanto, proveedor de productos químicos para la agricultura, y la naturaleza ha vencido por una vez al glifosato, ingrediente activo del herbicida de Monsanto de mayor venta en todo el mundo, Roundup. Ha devastado cultivos de soja transgénica en EEUU y, aunque los informes de la empresa lo denominen “malas hierbas”, se trata de amaranto.

En México, el cuarto país con mayor biodiversidad en el mundo, sólo existen dos compañías certificadas de productos orgánicos que cultiven amaranto. Una de ellas es Amarantla. Tiene más de 40 empleados, la mayoría son mujeres, sobre todo madres solteras que sustentan la economía de sus familias. “Es una base que está impactando en la región”, señalan.

Comenzaron el cultivo en 1990 en una superficie de una hectárea y media, y ahora siembran en un total de 45. En 2002, su producción pasó a ser exclusivamente orgánica “porque, cuando se le agrega materia orgánica a un suelo, se fortalece su actividad microbiana. Como consecuencia, la riqueza nutrimental del suelo se ve beneficiada. Así conseguimos preservar nuestros suelos agrícolas”, asegura Felipe Hernández, director general de Amarantla, que demanda el empleo de cultivos ecológicos en México.

La etiqueta orgánica o ecológica de un alimento requiere rechazar agroquímicos sintéticos, y la irradiación, y asegura que no se han utilizado organismos modificados genéticamente en su producción y elaboración. “Se trata de extender un sistema de producción que optimiza el uso de los recursos de la tierra donde nace, enfatizando la fertilidad del suelo y la actividad biológica, y cumpliendo con la función de reconstituir los ecosistemas, pues ayuda a la tierra a seguir siendo fértil”.

Según el informe de la FAO “Agricultura mundial: hacia los años 2015/2030”, “la agricultura, la silvicultura y la pesca son quizás las presiones más importantes que ejercen los seres humanos sobre la biodiversidad en la tierra y en el mar. A medida que su número y sus necesidades han aumentado, los seres humanos han utilizado una proporción cada vez mayor de la superficie y de los recursos del planeta para cubrir sus propias necesidades, desplazando con frecuencia a otras especies en el proceso”.

Los cálculos para los próximos decenios en cuanto a pérdidas de biodiversidad que incluso lleguen a la extinción varían ampliamente, dice la FAO, pero podrían alcanzar hasta el 25% de las especies. “Los plaguicidas y herbicidas destruyen directamente muchos insectos y plantas no deseadas, y reducen la disponibilidad de alimentos para animales más grandes. Por tanto, la pérdida de biodiversidad no se limita a la fase de preparación de la tierra en el desarrollo agrícola, sino que continúa mucho después. Además, los fertilizantes, el estiércol y los plaguicidas son las principales causas de contaminación del agua”.

Las buenas noticias son que en las proyecciones de cultivos para el año 2030, se supone un menor crecimiento del uso de fertilizantes nitrogenados que en el pasado.

Carece de gluten, es apto para celíacos

El principal cliente de Amarantla, iniciativa que pasó en su día por el programa Momentum Project, es Aires de Campo, la primera distribuidora certificada de productos orgánicos en México. “Comenzamos a finales de 2003 vendiendo con ellos 10 cajas a la quincena, diez años después estamos vendiendo 500 cajas a la semana”, explica Hernández.

Aires del Campo es el vínculo entre los productores que trabajan el campo y los clientes, y se rigen por parámetros de comercio justo. “México está determinada por su inmensa riqueza natural, es un legado que debemos cuidar. Entre otras cuestiones, la producción de alimentos orgánicos promueve el rescate de diversas variedades criollas, como el amaranto”. De él nos dejan una receta en su web, apta para las dietas de personas celíacas.

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