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Un rincón blindado en Baviera para los líderes del G7

Activistas con caretas de los jefes de gobierno del G7 protestan en la Puerta de Brandenburgo en Berlín el 31 de mayo.

Salvador Martínez Mas

Berlín —

El remoto recinto del hotel-castillo de Elmau se reivindica como “el más bonito santuario de los Alpes bávaros”. Este domingo y el lunes, al acoger a los siete líderes políticos más poderosos del mundo, también será el lugar más protegido del planeta. El despliegue policial que conllevan citas como ésta no evitará que haya manifestaciones contra unas reuniones que imponen excepcionales medidas de seguridad.

Para recibir a Angela Merkel, Barack Obama, François Hollande, David Cameron, Mateo Renzi y compañía, la exclusiva región alpina de Alemania que recibe la cumbre del G7 ha tenido que cambiar mucho. De hecho, el idílico rincón alpino donde se encuentra el castillo de Elmau se ha transformado en un lugar protegido como puede haber pocos sobre la faz de la Tierra. Se teme que haya disturbios debido a la abundante presencia de policías y grupos de manifestantes y activistas contrarios a la organización que reúne a los líderes de las siete economías más desarrolladas del planeta.

Hay movilizados para la ocasión entre 15.000 y 17.000 agentes de policía. Además, unos treinta helicópteros –ocho de ellos dotados con cámaras térmicas– sobrevolarán la zona de la cumbre durante los días de la reunión. Joachim Hermann, miembro de la conservadora Unión Social Cristiana y responsable de Interior del Land de Baviera, no ha ocultado que el despliegue constituye “una de las mayores operaciones de la historia de la policía bávara”.

Desde Garmisch-Partenkirchen, la población más cercana que tiene el castillo de Elmau, Alois Schwarzmüller, un expolítico del Partido Socialdemócrata de Alemania e historiador local, dice a eldiario.es que el dispositivo de seguridad es en realidad “la mayor operación policial” que hayan presenciado nunca los bávaros.

No sólo abundan los miembros de los servicios de seguridad en los alrededores del castillo de Elmau y en la propia Garmisch-Partenkirchen. También son más que observables en todo el sur de Alemania las restrictivas medidas de seguridad que acompañan a la cita del G7. Tanto es así que el Gobierno germano ha suspendido parcialmente con los países vecinos del sur hasta el 15 de junio el Acuerdo de Schengen, que suprime los controles en las fronteras entre países miembros de la UE.

De este modo, en la frontera con Austria, a escasos kilómetros de Garmisch-Partenkirchen, han reaparecido los controles de la policía en la carretera. En este contexto, se han hecho habituales los registros a todo tipo de vehículos y peatones que circulan por la zona. De igual modo, viajar en tren a la región que acoge la cumbre se ha complicado ya que el servicio ha pasado a estar más controlado por la policía. Los días de la reunión de los líderes del G7, el domingo y el lunes, no habrá conexión por tren entre Garmisch-Partenkirchen y la ciudad austriaca de Innsbruck.

Todo esto cuesta “muchísimo dinero”

En Garmisch-Partenkirchen, una emblemática estación germana de esquí –allí la Alemania nazi organizó los Juegos Olímpicos de invierno de 1939– viven unas 28.000 personas, aunque ese número se dobla cuando llega la temporada alta de turismo. Entre la población local, precisamente, abundan quienes no reciben con los brazos abiertos la aparición de los líderes políticos. “En la ciudad hay mucha presencia policial, hay miedo a que las manifestaciones puedan generar disturbios y, además, todo esto está costando muchísimo dinero”, apunta Alois Schwarzmüller. “Las estimaciones de los costes van de los 230 a los 300 millones de euros, unas cantidades increíblemente altas”, añade Schwarzmüller.

En la comunidad de comerciantes los hay que han cerrado incluso estos días sus locales temiendo especialmente que se registren enfrentamientos violentos en la calle. Para algunos dueños de comercios de Garmisch-Partenkirchen, abrir sus tiendas en estas fechas es casi un ejercicio de resistencia al enrarecido ambiente que se respira en la ciudad. “No deberíamos dejar que nuestra ciudad parezca una ciudad fantasma”, dijo Josef Stöckerl, propietario de una joyería local.

En los medios de comunicación alemanes no se ha escatimado a la hora de generar paralelismos entre la cita del G7 en el castillo de Elmau y las manifestaciones de protesta de marzo en Fráncfort contra el Banco Central Europeo (BCE) y la inauguración de la nueva sede de la institución que preside el italiano Mario Draghi. Entonces, la movilización en principio festiva del movimiento Blockupy, que reúne a los sectores más críticos con la austeridad en Europa y las políticas de la institución bancaria paneuropea, terminó con violentos disturbios. Los enfrentamientos dejaron unos 350 heridos (150 de ellos policías). Hubo, además, 26 detenciones y algo más de medio millar de personas quedaron fichadas por las autoridades. Las imágenes de coches de policía quemados en las protestas dieron la vuelta al mundo.

Para la reunión del G7 está previsto que acudan varios miles de personas a manifestarse. El jueves ya se dejaron ver unos 34.000 manifestantes que circularon de forma pacífica contra la cumbre por las calles de Múnich. La capital bávara está a unos 80 kilómetros al norte de Garmisch-Partenkirchen. Siguiendo ese cortejo había movilizados unos 3.000 agentes de policía.

Los responsables de seguridad para la cumbre del G7 hablan de la eventual presencia de hasta 3.000 “violentos” entre los manifestantes que acudan este fin de semana a Garmisch-Partenkirchen. Los organizadores de las acciones de protesta apuntan que a la estación invernal alpina podrían llegar entre 10.000 y 15.000 manifestantes. Sin embargo, los organizadores reconocen en declaraciones a este periódico que esas cifras son sólo teóricas. Hay que tener en cuenta “lo remoto y lo difícil que se ha hecho llegar hasta aquí”, afirman los responsables de Stop G7 Elmau 2015, la organización que coordina las actividades de protesta paralelas a la cumbre.

Para estos militantes antiG7, cumbres como la del castillo de Elmau son una fuente de “políticas neoliberales, guerra, militarización, pobreza, hambre y degradación medioambiental”. Esa es la denuncia que harán en Garmisch-Partenkirchen este fin de semana, tratando de restar protagonismo a Merkel y compañía. Está por ver qué efecto tendrá que ese mensaje se grite por las calles de la exclusiva estación invernal bajo la atenta mirada de un excepcional despliegue policial.

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