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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Una gamberrada del follonero impropia de un periodista riguroso

Javier Nogales

He de reconocer que pasé un mal rato; un mal rato que ahora cuando escribo me sigue afectando. Un mal rato, incluso, físico con episodio de taquicardia incluida. Seré un ingenuo, será que no soy “lo suficientemente maduro como para hablar de cosas tan sagradas”. Vamos que seré un ejemplo de lo que el señor Évole decía, al parecer, querer demostrar.

No me lo creo; creo que Atresmedia, Évole y la Sexta perseguían un mero objetivo comercial y hay que reconocer que lo han conseguido. Lo consiguieron.

Este domingo uno podía haber visto el partido de Osasuna contra el Atlético, pero no, yo preparé todo para poder el programa de 'Salvados' en su integridad; lo hice porque se nos había anunciado que se iba a aportar una explicación sobre el 23 F que hasta ahora no se había dado. Es decir, se abundaba en la idea de que a pesar de lo escrito hasta ahora habría “novedades”.

Quizá es que para algunos ese día tiene mucha carga, pasamos miedo; tras el golpe empezamos a ver las cosas de otra manera. Con la visión del programa de Évole se me venía todo abajo, ¡ríete del 15 M y del “no nos representan”!; la gracieta de este periodista con la complicidad de gente que ha gozado a lo largo de mi vida adulta de una gran credibilidad y todo mi respeto y admiración como Iñaki Gabilondo –la voz de la mañana de la vida laboral durante muchos años-, Mayor Zaragoza, o incluso el “proto” -Joseba Azkarraga- que , a pesar de que él no lo sepa, siempre contó con mi admiración y aprecio cuando dirigía la Manuel Iradier y posteriormente en su defensa de los ‘polimilis’, de los derechos humanos, Gal y objetores de conciencia… me ha dejado helado. No me creo que sea una visión iconoclasta de una generación que no lo vivió y que por ello banaliza con la cuestión.

Me indigna, no sólo porque me hicieron pasar un mal rato, sino porque me niego a pensar que sea un síntoma de madurez el falso documental del follonero; sobre todo porque se había dado a entender que había novedad en torno al golpe miliar del 23 F de 1981 -¿publicidad engañosa?- creo que el éxito de esa ficción tiene mucho que ver con que muchos desconfiamos de la versión oficial del golpe aunque la demos por buena. Y eso lo sabe Évole y su equipo; como también sabe que hay que hacer caja y para ello todo vale, incluso la indecencia de “ficcionar” una tesis verosímil a partir de la cual -si provoca indignación excesiva- luego pontificar la moralina de la manipulación a la que estamos sometidos los ciudadanos por los medios ¡Cómo está degenerando la cosa pública en general!

Creo que esta osadía tiene que ver también, y mucho, con un terreno abonado de falta de credibilidad de la política, de los políticos y de las instituciones que son capaces de diseñar una farsa en complicidad con representantes del cuarto poder. ¿No será éste el planteamiento de los periodistas estrella que se creen por encima no sólo de nuestros políticos sino de nuestras instituciones? No pondré ejemplos. Está bien relativizar las cosas, tener sentido del humor, pero la banalización nos lleva al descreimiento, y éste a la deslegitimación. En los momentos históricos de deslegitimación y de descreimiento, la política la hacen los poderes fácticos a sus anchas: suelen ser momentos para que aparezcan los “salva patrias” de turno con recetas simplonas; ya fuimos capaces de frenar el golpe militar y poner a los militares en su sitio; no se hizo porque saliéramos esa tarde a la calle sino porque la Monarquía , el rey, paró a Armada, Tejero y Milláns del Bosch y porque la sociedad, aunque tarde, salió a la calle y terminó votando por el cambio al año siguiente. Fue esa la manera en que se legitimó la Monarquía y soltó el lastre de su designación franquista. Esa es la tesis oficial. Eso era lo de menos y es lo de menos para Évole; ellos opinan que en la celebración del 23 F no debían caer en la labor pedagógica de los medios o en la de investigación aportando algo nuevo que no sé si intentaron conseguir. Ni pedagogía, ni novedad: simple engaño, una mentira que descalifica a quien la urdió y a quien la difundió.

He de reconocer que me lo tragué todo; tuve varios momentos de duda como cuando nos cuentan que se propuso a Flotats como director escénico....o el bunker donde le cuentan a Garci… pero me lo tragué todo. Cuando a un aficionado le anuncian un partido de pelota todas las semanas y a la misma hora no se espera otra cosa que un partido a mano o por parejas; no le hacen una retransmisión de un falso partido de pelota. El falso documental en un programa como éste, en mi opinión, no tiene cabida. Si un telespectador está acostumbrado a ver en ese programa la perspectiva crítica de las consecuencias de la crisis, y la visión de lo que no se ve y oye en otros medios, no nos puede tomar el pelo recurriendo al género del “falso documental” para a continuación y sin solución de continuidad abrir un debate político con la reforma constitucional, la monarquía y la necesidad de abrir un proceso constituyente etc… como si no hubiera pasado nada. Me parece que no se puede jugar con determinadas cuestiones... Me parece una frivolidad y me extraña – y duele- que gente con tanta credibilidad que se hayan prestado a ello.

Yo, como tantos otros, recuerdo aquella tarde- noche de 23 de febrero de 1981 en Vitoria como angustiosa, recuerdo el desconcierto de finales de la tarde, el miedo por la suerte de dos militantes de LKI, Ildefonso Urquijo e Iñaki Martín encarcelados en Nanclares por poner carteles en contra de la monarquía; recuerdo esa noche tan larga para su mujer, la Txintxu, con dos niños en casa… yo no me puedo reír del miedo que me provocan los recuerdos de aquel día. Recuerdo el discurso del rey y cómo nos fuimos muy tarde a la cama, recuerdo estar a primera hora con la radio y la televisión a la espera de que salieran los congresistas para ir a Llodio a trabajar… Lo siento, me parece de una irresponsabilidad inconmensurable y lo quiero expresar aun a riesgo de que me llamen estúpido por crédulo o inmaduro. No soporto ese aire de superioridad intelectual, y moral en el que se colocan algunos que dicen ejercer el periodismo con rigor y acaban esclavizando sus postulados, como todos, a la dictadura de la audiencia.

A partir de ahora, cuando uno se siente ante el televisor y le anuncien ‘Salvados’, ya no será lo mismo; cuando trate temas con tanto tirón como la corrupción en nuestras instituciones, en los partidos, los paraísos fiscales, la financiación del futbol, la tarifa eléctrica, los presos de ETA, la convivencia en el País Vasco etc… estaremos con la mosca detrás de la oreja. El periodismo riguroso, incluso agresivo con el ‘establishment’ institucional y crítico con la situación, ese periodismo que crea una expectativa de transformación social a partir de ahora se nos abrirá de manera indefectible al terreno de la duda de si no nos estará tomando el pelo una vez más.

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