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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

'La batalla de los sexos' no es sólo una película: Esto sigue siendo una guerra

Emma Stone y Steve Carell, en uno de los fotogramas de 'La batalla de los sexos'

María Castejón

Hace unos días vi  'La batalla de los sexos', dirigida por Valerie Faris y Jonathan Dayton, los responsables también de la ya mítica 'Pequeña Miss Sunshine'. La película cuenta la historia real del enfrentamiento que protagonizaron la tenista Billie Jean King y el tenista Bobby Riggs, ya retirado. El 20 de septiembre de 1973, Jean King derrotó a Riggs. El partido se convirtió en todo un acontecimiento deportivo, social y político: según las estimaciones, 50 millones de personas en todo el mundo vieron la retransmisión televisada. El 13 de mayo del mismo año, Riggs había derrotado a la por entonces número uno del tenis femenino mundial, Margaret Cour. Lo denominaron 'La masacre del día de la madre'. Cort había sido madre hacía pocos meses. Ella, a diferencia de Billie Jean King, no luchaba por los derechos de las mujeres. De ahí su identificación con el rol de madre y no con el de tenista.

El film, que culmina en el partido denominado 'La batalla de los sexos', muestra la lucha que protagonizaron las tenistas por equiparar sus salarios a los de los hombres. Cuando Billie Jean King ganó el US Open en 1972, protestó de forma pública porque a ella se le pagaran 15.000 dólares menos que a Ilie Nastase, el ganador masculino. Además de ganar menos que los hombres, las tenistas se tenían que enfrentar a ideas impuestas por una industria deportiva que las discriminaba sistemáticamente y consideraba que las mujeres no estaban al mismo nivel que los hombres, que no eran capaces de soportar la presión, que era más emocionante verles jugar a ellos. ¿Os suenan estos argumentos?

El partido no era sólo un partido y la película no es sólo una película. Este eficaz y didáctico acto de genealogía que supone me ha hecho reflexionar sobre las múltiples violencias a las que tenemos que enfrentarnos las mujeres a diario. La Historia ha pasado por encima de nosotras como una apisonadora. La invisibilización de nuestros referentes, luchas, victorias y disidencias ha sido y es una constante. Lo que no se nombra, lo que no se visibiliza, no existe. El silencio impuesto es otra forma de violencia. Todas las luchas necesitan de épicas en las que pensarse y nutrirse. Si no conocemos las luchas de nuestras ancestras nos sentimos pioneras constantemente, y, sobre todo, nos sentimos mucho más solas y cansadas.

El partido no era sólo un partido y la película no es sólo una película.  Produce mucho cansancio y tristeza ver cómo las mujeres estamos constantemente reivindicando la igualdad salarial. Me entró un escalofrío al pensar que tras 44 años, las actrices —y me refiero únicamente a uno de los colectivos más visibles como ejemplo— siguen luchando por ganar lo mismo que sus compañeros. Otro escalofrío supuso ver cómo Riggs hace del machismo un show consciente de que sus proclamas misóginas van a tener una gran aceptación en parte de la sociedad. Es inevitable la analogía histórica con personajes actuales como Pablo Motos, Carlos Herrera, Javier Marías y demás integrantes de la fratría.

El partido no era sólo un partido y la película no es sólo una película porque nuestras vidas, nuestros cuerpos siguen marcados y atravesados por múltiples discriminaciones y formas de violencia. Algunas son más evidentes que otras, pero todas ellas están eficazmente relacionadas para mantenernos sumisas, quietas y calladas. A pesar del cansancio seguiremos resistiendo porque de eso se trata: esto sigue siendo una guerra.

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