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ERC aparca la vía unilateral y lleva al Congreso su apuesta por una negociación con el Estado

El portavoz de ERC, Joan Tardá, se dirige a la tribuna de oradores del Congreso.

Aitor Riveiro

  • Los republicanos registran una moción para que los diputados insten al Gobierno de Rajoy a “un diálogo bilateral” con el Govern que salga de las urnas

Uno de los debates centrales de la campaña de las elecciones catalanas del 21 de diciembre gira alrededor de qué pasará con la hoja de ruta independentista al día siguiente de los comicios. ERC no ha esperado a los resultados para oficializar en el Congreso su apuesta por una negociación bilateral con el Estado pase lo que pase tras los comicios. La Cámara Baja deberá posicionarse a la vuelta de las vacaciones de Navidad y votar una moción al respecto registrada este jueves por el portavoz republicano, Joan Tardá.

En la moción, a la que ha tenido acceso eldiario.es, los republicanos piden que el Congreso de los Diputados inste al Gobierno español a “establecer, en base al reconocimiento del resultado de las elecciones del 21 de diciembre en Catalunya y del mandato democrático emanado de las urnas, un diálogo bilateral con el Govern de la Generalitat con el objetivo de alcanzar una resolución democrática a las demandas expresadas de manera permanente en Catalunya”.

La moción presentada por ERC es consecuencia de la interpelación al Gobierno defendida por Tardá en la última sesión de control del año, este miércoles. La intención de los republicanos es que sea debatida y votada en la primera oportunidad que haya en 2018, a la vuelta de las vacaciones y, probablemente, con un Parlament recién constituido y todavía sin el nuevo Govern nombrado.

En el texto no se menciona el 1-O, la DUI y ni siquiera aparece la palabra “independencia”. Se pide, sin mencionarlo, un referéndum pactado con el Estado.

ERC obligará así a posicionarse a los diferentes partidos y se reservará una victoria pase lo que pase. Si gana la votación, se constatará la debilidad parlamentaria del Gobierno de Mariano Rajoy y la ruptura del bloque del 155. Si la pierde, obtendrá munición dialéctica para culpar a los autodenominados constitucionalistas de impedir el diálogo y empujar a retomar la vía unilateral.

Junqueras: “Implementar el resultado de mutuo acuerdo”

No es la primera vez que desde las filas de ERC se plantea esta renuncia a la unilateralidad, sobre todo cuando tiene el carácter simbólico que tuvo la declaración de independencia del pasado 27 de octubre. Pero hasta ahora se había hecho de forma declarativa, sin dejarlo por escrito y con la intención de que el Congreso de los Diputados se pronuncie expresamente.

El pasado 22 de noviembre, Tardá ya admitía que “habrá que explorar otros caminos al margen de la unilateralidad”. La idea no supone una renuncia al horizonte de construir “la República catalana”, no es un cambio en lo estratégico. Es más bien una reordenación táctica ante la certeza, también expresada por Tardá, de que hoy no hay una mayoría ciudadana suficiente en Catalunya para lograr ya la independencia.

Durante la campaña, no obstante, los candidatos de ERC no han sido tan tajantes y han dejado la puerta abierta a insistir en la vía unilateral en caso de que los independentistas revaliden la mayoría absoluta. La número dos de la lista republicana, que ejerce de verdadera líder de la candidatura ante la ausencia obligada de Junqueras, señaló primero que la unilateralidad era “un invento del Estado”, aunque luego ha conminado a Mariano Rajoy a evitarla si acepta una negociación.

Los republicanos, finalmente, han admitido en público que su misión “ahora es construir la república catalana en los próximos meses o años”. Soltar gas y bajar una marcha.

La apuesta por la bilateralidad viene reforzada ni más ni menos que por el cesado vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, quien desde prisión ha remitido una carta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Tardá leyó la misiva el miércoles en la tribuna del Congreso cuando marcó la posición de su grupo en la interpelación al Gobierno que ha dado pie a la moción registrada este miércoles. 

En ella, Junqueras señala que “las diferencias deben resolverse dialogando”. Y sigue: “Es imprescindible resolver las diferencias a través del diálogo, con respeto y reconocimiento mutuo. (...) Porque al final se trata de vivir y convivir, de progreso económico y social, y cuando alguien recurre a la violencia para imponer sus tesis, golpea las bases de la convivencia y la prosperidad”.

Junqueras se dirige expresamente a Rajoy : “Le emplazo a respetar el resultado y a implementarlo de mutuo acuerdo”.

El giro social de ERC

El nuevo planteamiento de ERC se ha oficializado así antes de conocerse el resultado del 21D. Los independentista confían en revalidar la mayoría absoluta que ya lograron en 2015. Esta vez por la mínima. Pero, incluso así, la intención de los republicanos es apelar a una negociación con el Gobierno y a abandonar las vías unilaterales y simbólicas. 

Una idea que, no obstante, no ha calado entre el electorado catalán, según una encuesta de eldiario.es. Eso sí: los votantes de ERC son los que menos apoyan esta previsión, aunque el porcentaje sigue siendo altísimo.


Votantes de cada partido que creen que un Gobierno de los independentistas sí retomaría la senda de la DUI

Fuente: Celeste-Tel

Las encuestas, sin embargo, plantean que es muy probable que no haya una mayoría absoluta tras el 21D. Ni en un lado, ni en el otro. Por tanto, la llave de la gobernabilidad la tendrán los comunes de Xavier Domènech. Esta ha sido la idea fuerza de la primera parte de la campaña de Catalunya en Comú-Podem

En ERC cunde la idea de que tras el 21D habrá que entenderse, sí o sí, con fuerzas de otros espectros políticos. Impulsar un “frente amplio”. Apoyarse en las políticas sociales que muchos creen que se han abandonado en los últimos años para priorizar el eje nacional. 

Como recordaba Tardá recientemente, uno de los referentes republicanos de este siglo XXI, Josep-Lluís Carod-Rovira, pidió “pasar del independentismo radical al patriotismo social”. “Ahora es el momento de acumular fuerzas para adquirir cultura de poder”, señalaba recientemente Tardá en este sentido.

En ERC recuerdan que siempre que su partido ha gobernado lo ha hecho como acompañante. Nunca como primera fuerza. Algo que puede cambiar tras las inminentes  elecciones y que habrán de consolidar en las municipales de 2019, la gran batalla en la que se dirimirá la hegemonía política catalana para el próximo lustro. En la pelea por esa hegemonía tanto el PDeCAT, heredera de la otrora todopoderosa Convergència y en pleno proceso de recomposición, como la CUP, de origen netamente municipalista, son rivales a batir.

La propia CUP ha insistido este mismo jueves en la necesidad de mantener la vía unilateral, lo que no invita a pensar en una negociación sencillas tras el 21D incluso con una mayoría independentista.

Este “giro social” de ERC coincide con las propuestas de Catalunya en Comú, que ha planteado la necesidad de “romper los bloques” y que ha apostado por un “Govern transversal” que ponga la sanidad, la educación o la vivienda en el centro del debate. Un planteamiento que viene refrendado por los principales problemas que, según el CIS, vislumbran los catalanes.

En la última encuesta publicada por eldiario.es los bloques quedaban lejos de la mayoría. Además, los electores catalanes del PSC y de los comunes apuestan por un Gobierno de izquierdas tras los comicios.


Preferencias de Gobierno para Catalunya entre los votantes de cada partido

Fuente: Celeste-Tel

El entendimiento entre estas tres fuerzas no parece tampoco sencillo. Al menos a priori. Tanto ERC como el PSC han lanzado vetos mutuos desde hace semanas. Y la intensidad del rechazo de unos hacia los otros aumenta según se acerca el 21D.

Esta aparente situación de bloqueo ha encendido las alarmas. El pasado día 6 de diciembre, en la festividad de la Constitución, la repetición electoral planeó entre los asistentes al acto oficial en el Congreso. Tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias defendieron a sus respectivos candidatos como la opción Borgen que evitaría tal escenario de nuevos comicios

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