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La exótica lapa verde y la lucha para evitar su extinción en Costa Rica

La exótica lapa verde y la lucha para evitar su extinción en Costa Rica

EFE

Limón (Costa Rica) —

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Con apenas unos 1.000 individuos en el mundo y cada vez con su hábitat más reducido, la exótica lapa o guacamaya verde (Ara ambiguus) se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la extinción y ha encontrado en el Caribe de Costa Rica la ayuda de gente que busca protegerlas.

El Ara Project, ubicado en el bosque tropical de Manzanillo, provincia de Limón, se ha constituido en un importante sitio para el refugio, la alimentación e incluso la reproducción de estas bellas y grandes aves, cuyo plumaje verde se combina con algunas plumas rojas, azules y amarillas.

El administrador de este refugio, Duaro Mayorga, declaró durante una visita de Efe al sitio que desde el año 2011 el proyecto ha liberado a su hábitat natural un total de 45 lapas verdes, de las cuales sobreviven 35 y una veintena de ellas sigue llegando al lugar cada tarde.

“Hace 50 años la lapa verde se extinguió en el Caribe sur de Costa Rica. No estamos introduciendo una especie nueva, ellas existían aquí y por obra del hombre se fueron extinguiendo”, explicó Mayorga.

Antes de fundarse este refugio, las autoridades costarricenses y organizaciones ambientalistas rescataron 150 lapas que estaban en cautiverio como mascotas, pero no pudieron ser reintroducidas a su hábitat porque se habían vuelto muy dependientes de los humanos, relató Mayorga.

Fue entonces cuando se tomó la decisión de utilizarlas para reproducción, con el fin de liberar a sus crías en el bosque, como ha hecho el Ara Project, sitio fundado por los estadounidenses Margot y Richard Frisius en 2009.

En este lugar uno de los puntos clave ha sido conservar los árboles de almendro de montaña, una especie cada vez más escasa en los bosques debido a la deforestación, y de cuyo fruto depende la alimentación de la guacamaya verde.

“El 80 % de su dieta es almendro de montaña. Tenemos 60 hectáreas y varios almendros de montaña”, comentó Mayorga.

En este refugio se reproducen las lapas y se les brinda ayuda para que los pichones nacidos en cautiverio reconozcan su alimento y vayan desarrollando sus capacidades naturales, para luego ser liberados en el bosque.

La lapa verde, un ave originaria de los bosques de Centroamérica y algunas partes de Colombia y Ecuador, solo tiene una pareja durante toda su vida, se reproducen a partir de los ocho años de edad y ponen de uno a tres huevos, particularidades que también hacen difícil su conservación.

Estas magníficas aves pueden vivir entre 60 y 80 años y miden unos 90 centímetros de longitud.

Se calcula que en la zona norte y el Caribe de Costa Rica hay unas 350 lapas verdes de las 1.000 que habitan en el mundo, explicó Mayorga.

Las mayores amenazas para estas aves son la deforestación, la caza para hacerlas mascotas o por obtener su colorido plumaje y entre las naturales sobresalen los felinos grandes como los pumas y otras especies como halcones, águilas, tucanes y serpientes.

En el Ara Project se pueden observar las parejas de lapas verdes volando y alimentándose en libertad, lo que supone una atracción para los turistas.

Sin embargo, Mayorga afirma que el contacto directo con humanos está prohibido en el lugar, aunque las aves vuelen y se posen a unos cuantos metros de la gente.

“Tenemos reglas estrictas de no contacto con las personas. Están un poco acostumbradas a la presencia de los turistas, pero no hay contacto directo”, aseguró Mayorga.

La lapa verde, catalogada como una especie en peligro de extinción, sigue su lucha por sobrevivir en los bosques centroamericanos, una misión que ha encontrado aliados humanos que ansían seguir viendo por muchos años su vuelo y escuchando cada día el gran bullicio que produce.

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