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El dilema de Podemos

Antón Losada

Una vez constatada la fría realidad de que Pedro Sánchez ha desoído todos los ultimatums, no se ha encomendado a la sonrisa del destino que iba a hacerle presidente y ha optado por la transversalidad firmando un acuerdo de legislatura con Ciudadanos. Podemos afrontaba un dilema peliaguado al cual se ha visto abocado por un exceso de tacticismo y puede que también algo de soberbia intelectual. Los juegos de negociación resultan instructivos pero negociar no es un juego.

Si la formación morada optaba por cumplir sus avisos y ejercer su veto respecto a Ciudadanos tenía que levantarse de la mesa con estruendo y decir no a seguir negociando. Así lo ha hecho. Abandonaron la mesa con el mismo dramatismo con que anunciaron que no se levantarían.

Pasada la euforia del momento tal vez empiecen a constatar que pueden echarle toda la culpa a Sánchez y seguramente funcione entre muchos de sus votantes. Pero también puede que a mucha gente, electores de Podemos también, les cueste entender que los de Pablo Iglesias rompan las negociaciones porque el PSOE pretende continuar las políticas del Partido Popular y luego voten lo mismo que va a votar el PP. Una contradicción de imprevisibles consecuencias electorales.

La segunda opción pasaba quedarse en la mesa. Si Podemos no ejecutaba su cacareado veto podría seguir negociando, pero puede que desde una posición de mayor debilidad y con serias dudas sobre su credibilidad. Su posición se había debilitado y han preferido romper para evitar verse obligados a acabar aceptando un acuerdo por debajo de sus expectativas.

Si algo han clarificado estas semanas de negociaciones y performances ante la prensa es que la presunta incompatibilidad entre Podemos y Ciudadanos tiene un origen esencialmente electoral. No les conviene que les vean juntos por si hubiera elecciones pero no porque no se puedan entender para suprimir las diputaciones, aprobar un ingreso mínimo vital, instaurar un impuesto sobre los grandes patrimonios o bajar el IVA cultural. Que Iñigo Errejón haya recurrido a la caricatura del IBEX35 revela mucho sobre sus dificultades para explicar sus legendarias incompatibilidades programáticas.

Si en lugar de empeñarse en una forzar una disyuntiva que ni siquiera sumaba los votos suficientes Podemos hubiera empezado a negociar desde el primer minuto, a lo mejor hoy se encontraba firmando un acuerdo y preparándose para empezar a gobernar, en lugar de verse en la tesitura de elegir entre susto o muerte.

La política es el arte de lo posible. No el arte de echarle la culpa a alguien para explicarle a la gente porque no se pudieron hacer las cosas que se les habían prometido. La buena noticia es que en política casi todo lo que se rompe un día se puede arreglar al siguiente.

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