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Las nuevas herramientas del cambio: la inversión En I+D+i

Economistas Sin Fronteras

José Javier Domínguez —

Hace bastante tiempo que echo en falta en los medios de comunicación cuestiones que incluyan ciertos agregados macroeconómicos diferentes a los que solemos leer o escuchar cada día. Aparecen cada vez más programas de política y economía en televisión, pero donde no existen conceptos diferentes al desempleo, al déficit, a la deuda pública o a la corrupción. Claro que la mejora de éstos últimos es esencial, pero el abandono de otras variables hace creer que son las únicas que nos permitirán crecer en los próximos años y nada más lejos de la realidad.

Quiero creer que el Gobierno, la Oposición y las grandes mentes que apoyan la labor del Estado no se han olvidado de la importancia que supone para un país el crecimiento y la mejora de su competitividad a través de agregados alternativos, como inversión en I+D+i. A pesar de ello, no dejo de preguntarme el porqué de la ausencia ese debate.

No cabe duda que la inversión en Investigación + Desarrollo + innovación es la inversión más rentable, es la inversión cuyo retorno es inmensamente mayor al esperado, cuyo riesgo es “casi” nulo. Además, la innovación es clave para la mejora del rendimiento tecnológico y para que las empresas puedan ser más fuertes en el exterior disminuyendo los costes de producción (que no los costes del trabajo). Siendo también el núcleo de los avances en la sanidad y en las nuevas maneras de actuar y ver el mundo.

Tal y como concibo este concepto para el futuro de una economía, debemos examinar el caso de España. Con un 1.24 % del PIB de acuerdo a las últimas estadísticas, se sitúa en el puesto 17 (de 28) en el ranking de países europeos en inversión en I+D+i; muy lejos del más de 3% que invierten países nórdicos como Dinamarca, Suecia y Finlandia. Si además tomamos como indicador de crecimiento de una economía el PIB per cápita, podemos ver cómo estos países son los que tienen tasas de crecimiento por encima de la media europea a la vez que España no la alcanza. Por tanto, podemos encontrar una correlación positiva entre inversión en investigación y crecimiento.

Ante tales estadísticas, escuece ver cómo la innovación y el avance son prácticamente triviales en las políticas económicas actuales en detrimento de políticas de austeridad que únicamente sirven para pagar intereses de deuda en lugar de reducir realmente dicha deuda. Y tengamos claro que disminuir nuestra deuda hasta debajo del 60% del PIB, como marca el estándar europeo, no nos va a sacar del agujero en que nos encontramos, sino que lo harán las políticas que se centren en los ciudadanos y en las políticas que consigan hacer fuertes las pymes españolas. Y para ello, la inversión en I+D+i puede jugar un papel fundamental teniendo en cuenta que los países con más crecimiento son los países cuya inversión en investigación está muy por encima de la media de la zona Euro (2.01% del PIB) y cuyo fin no es más que el aumento de competitividad, el desarrollo y la mejora del Estado del Bienestar; y no el maquillaje de las estadísticas.

Atravesando una de las crisis más profundas de la historia contemporánea, no sólo se recorta en derechos y en sistemas de protección social sino que la apuesta por la mejora de nuestros recursos es inexistente a la vez que se la considera innecesaria y prescindible.

Pero puede existir algo de luz. Si bien los partidos tradicionales no tienen la inversión en investigación como una de sus prioridades, han sido los partidos emergentes los que han situado el incremento en I+D+i como uno de los centros de sus políticas económicas, abogando porque sea el recurso clave que puede darnos una posibilidad de escapar de esta situación. Además de ser un arma de creación de empleo que puede aprovechar los recursos humanos que nuestra economía ha formado y que en la actualidad están aprovechando otros países.

Ha sido el caso de Podemos en su programa electoral de las elecciones al Parlamento Andaluz, quienes han hecho hincapié en el necesario y considerable aumento de los fondos destinados a investigación hasta alcanzar la media europea y planteándose como objetivo 2020 aumentarlos progresivamente hasta el 3 por ciento, sobre todo en el sector primario, donde se concentran la mayoría de los recursos de Andalucía.

Y también es el caso de Ciudadanos, los que presentaban sus propuestas económicas el pasado día 7 de abril, considerando como una de las mejores bazas la creación de una red de 30 Institutos de Investigación que desemboquen en la mejora de la competitividad de las empresas españolas y en la creación de empleo en el sector.

Teniendo en cuenta esto, sólo podemos darnos cuenta que el cambio no sólo es necesario para combatir la corrupción, las puertas giratorias y el abuso de poder sino también para poner sentido común en las políticas económicas básicas para promover el desarrollo de una economía estancada.

Este artículo refleja la opinión y es responsabilidad de su autor. Economistas sin Fronteras no necesariamente coincide con su contenido.

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