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El puenting de Rajoy

Gumersindo Lafuente

Rajoy se va de puente, tan tranquilo. Sabe que ya lo tiene todo más o menos organizado. Ningún temor a que se le rompa la cuerda en el último momento. Como mucho, puede haber alguna duda de última hora, pero al final, el presidente en funciones, a punto de besar el suelo, rebotará y seguirá siendo por un tiempo el inquilino de la Moncloa.

Albert Rivera salvará los muebles ante sus electores. Lo que para algunos (sobre todo los votantes del PSOE y Podemos) es una traición, para otros (los suyos) es un ejercicio de responsabilidad, de dar la cara por España. El centro centro, es decir, la derecha, lo tiene claro y, además, recibe las bendiciones de Felipe González, convertido en presidente del club de fans de Rivera.

Pedro Sánchez (si le dejan sus compañeros de ejecutiva) y Pablo Iglesias, ya pueden empezar a entrenarse para ejercer la oposición. Esta no va a ser una legislatura aburrida. No habrá rodillo y el Congreso tomará un protagonismo desconocido desde hace años en nuestra democracia. El control que el PSOE, Podemos y el resto de la oposición podrán ejercer sobre Mariano Rajoy y sus ministros debería ser demoledor. Pero para eso, además de votos, hay que tener talento y conocimientos profundos de la mecánica parlamentaria. Se acabó el tiempo del postureo y los señores diputados se tendrán que poner a trabajar.

Si lo hacen con tino, a Rajoy no le va a ser fácil gobernar. La presión a la que él ahora está sometiendo a Pedro Sánchez y al mismísimo rey, se le va a volver en contra en formato de votaciones perdidas, de comisiones de control parlamentario, de petición constante de explicaciones a sus ministros en sede parlamentaria.

Tendremos gobierno, sí. Pero si la oposición hace bien su trabajo, debería ser un gobierno hipercontrolado, sin margen para el autoritarismo, con rendición de cuentas constante y sin un gramo de la chulería que se han gastado algunos ministros en los últimos años.

Rajoy se va a lanzar a la investidura sin riesgos, pero lo más probable es que la legislatura sea corta y en dos años tengamos nuevas elecciones. Tiempo suficiente para que el PSOE se reorganice y Podemos madure. La izquierda desunida nunca gobernará en España, ya lo hemos visto. Por eso necesitamos que se hablen, para poder entenderse es imprescindible el diálogo. Algo tan prohibido hasta ahora, que si algún diputado del PSOE se acercaba a los de Podemos en el bar del Congreso o en un pasillo, enseguida levantaba el recelo de los suyos y tenía que dar explicaciones de sus confidencias ante los celosos guardianes del aparato.

Vienen pues tiempos apasionantes. Repito, ni el PSOE, ni mucho menos Podemos, tienen por qué apoyar ni por activa ni por pasiva la investidura. No es su responsabilidad. Ya se organizará la derecha para sacar adelante la votación. Son especialistas en componendas, ya lo hemos visto en la elección de la presidencia del Congreso. Lo que ahora toca es mirar al futuro y demostrar desde la oposición que se tienen méritos para llegar al gobierno. Y tener a Mariano siempre al borde del abismo.

Luis Eduardo Aute.- Mi educación sentimental está de alguna forma ligada a este señor. Puede que para muchos hoy sea historia. A otros siempre les pareció un pesado. No escuchaba sus canciones hace años, aunque aún conservo sus vinilos. Esos de los 70/80. Y sigo emocionándome en ese cine, te acuerdas, en una mañana al este del Edén, o descubriendo los montes de tu mapa. Y sí, dime lo que sientes, no temas si me mata, que yo solo entiendo tus labios como espadas. Por eso hoy, Luis, fuerza, no queremos estar sin tu latido.

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