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Pablo Casado quiere ser el líder de “los inmigrantes que madrugan”

Pablo Casado, en Adra

Néstor Cenizo

Pablo Casado ha vuelto a usar una de sus frases más queridas, una frase que viene utilizando desde 2015. Cuando puede, Casado se presenta como el adalid de “la España que madruga”, a la que se ofrece como presidente. La frase ya la usaba Sarkozy, y este martes Casado la ha retomado en Níjar (Almería), donde ha llevado su ofrecimiento al paroxismo. Quiere ser el presidente de “las mujeres que madrugan”, del “parado que madruga”, de “los inmigrantes que madrugan”, de “las víctimas del terrorismo que madrugan”, de “los habitantes del campo de Gibraltar que madrugan”... A todos quiere representar Casado, con tal de que madruguen.

Había curiosidad por escuchar su discurso en Almería, porque aquí apareció el primer síntoma demoscópico de que Vox podría tener representación parlamentaria. También porque se trata de una provincia con un porcentaje notable de población inmigrante, gran parte de la cual ha contribuido como mano de obra al éxito de los invernaderos. Los datos del INE reflejan que el 21,27% de los afiliados a la Seguridad Social en Almería en 2017 eran extranjeros. Muchos tienen derecho a voto.

También estaba reciente la pregunta sin respuesta de Susana Díaz a Juan Marín y Juanma Moreno (“¿pactarán ustedes con Vox?”) y la reciente advertencia de Casado a los inmigrantes que no respetan “nuestras costumbres”: “Aquí no hay ablación de clítoris ni se matan los corderos en casa”.

Su discurso en Níjar fue breve y apenas contuvo una referencia a la inmigración. Casado se postuló como el líder del partido de “los inmigrantes que madrugan”, pero volvió a matizar, en una frase larga y atiborrada con todos los mensajes que quería dar: “Somos el partido de los inmigrantes que madrugan, agradeciendo al país que les ha acogido, que también les agradece que vinieran a dar lo mejor de sí mismos, pero que lo hicieron en base a un contrato de trabajo, convenios internacionales y oficinas de atención laboral en esos países africanos, y no dejándoles que les exploten las mafias de trata de seres humanos, con efecto llamada como los de Pedro Sánchez”.

Rafael Hernando ya había marcado la línea. Dijo el exportavoz del Grupo Popular en el Congreso que en la derecha no hacen falta nuevos partidos “que vengan a decir cómo hay que hacer las cosas”, y que los nuevos “van prometiendo cosas que no son posibles: un nuevo populismo, que dice que a los inmigrantes hay que echarles”. “Gracias a personas que han venido aquí a trabajar esta tierra es hoy lo que es”, advirtió Hernando.

Es el discurso que esperan muchos empresarios que emplean miles de trabajadores inmigrantes. “Que vengan más”, dijo Hernando, para luego advertir: “Una cosa más. El que venga a delinquir, fuera de aquí. Eso es verdad. Pero se le detiene, se le juzga, se le condena, cumple la pena y se le echa, que es lo que dice la ley”.

Sin nombrarlo, Hernando acusó a Vox de antieuropeista, otro de los rasgos que puede ahuyentar a los votantes almerienses. “Algunos dicen que hay que romper Europa, separarse de Europa, levantar fronteras con Europa. Nosotros no queremos fronteras con Europa”, explicó Hernando, que citó las conducciones de agua construidas con fondos comunitarias y las exportaciones como ejemplos de los beneficios para Almería de pertenecer a la Unión Europea.

Casado, que había pasado el día entre Roquetas, El Ejido y Adra, dio su discurso a la carrera porque debía tomar el avión de regreso a Madrid. Antes le dio tiempo a citar los cuatro “compromisos” diseñados para Almería. Todos ellos son temas sensibles en una provincia en la que el PP, dirigido por el poderoso Grabriel Amat, acumula un poder municipal casi absoluto. Acceso al agua, infraestructuras (donde se promete la llegada del AVE), negociación “a cara de perro” de la política agraria en Europa, y política fiscal: “Aquí la gente quiere pagar impuestos, pero que sean bajos”.

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