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Sobre por qué Andalucía resiste mejor a la despoblación que otros territorios

Marcha de la 'España vaciada'.

Consuelo Durán

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Cerca de 80.000 personas viven en España en municipios de 100 o menos habitantes, según la última actualización del padrón por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), de las que 125 lo hacen en Andalucía, la comunidad autónoma más poblada y en la que solo hay dos pueblos tan pequeños: Benitagla (Almería) y Cumbres de Enmedio (Huelva). En el foco por el reavivado debate en torno a la despoblación, hay que destacar que cuatro de cada diez andaluces viven en el considerado mundo rural, pero ocurre que lo hacen en municipios de mayor tamaño que en otras comunidades autónomas.

En este sentido, José María Feria, catedrático de Geografía Humana en la Universidad Pablo de Olavide, matiza que “habitualmente se hace una clasificación de rural a urbano según el tamaño, pero depende también de las características, porque hay municipios muy pequeños que se suman a procesos de áreas metropolitanas”. El caso es que Andalucía no vive ajena a la despoblación, pero es un problema que sufre en menor medida. ¿Por qué? Los expertos apuntan varias razones.

Pueblos mas grandes

Primero, el modelo de partida. La fijación en el mundo rural resulta más complicada a base de pequeños núcleos de población como los que configuran otros territorios mientras que en el sur predominan los de tamaño medio. Es más, los expertos apuestan por afrontar el desarrollo rural tomando unidades de población amplias, recurriendo para ello a comarcas que compartan estrategias, como explica Carmen Ocaña, catedrática de Geografía de la Universidad de Málaga, para quien es “más riguroso” un análisis del fenómeno de la despoblación en Andalucía considerando estas demarcaciones.

La realidad es que, según los datos que publicaba este mes el INE, del total de 47.007.367 registrados en el padrón en España, el 3,1% vive en municipios de menos de 1.000. Esto supone casi tres puntos y medio menos que hace una década, pese a que después de años de caídas la población lleva dos de crecimiento. En el caso de Andalucía, representan solo el 1,4% del total, dos puntos menos que la media nacional, siendo de los territorios con menos vecinos en las localidades más pequeñas, solo por detrás de Canarias, Murcia, Comunidad de Madrid, Baleares, Galicia y Asturias.

Más servicios

En segundo lugar, la despoblación se vincula con la desatención por parte de las administraciones. El pasado mes de febrero, la IV Conferencia de Presidentes de Gobiernos Provinciales concluía con una declaración de todos los participantes que destacaba el papel de las diputaciones para evitar la despoblación y garantizar la igualdad de oportunidades de la ciudadanía de pequeños municipios.

Por ejemplo, desde la Diputación de Sevilla son tajantes a la hora de defender sus estrategias para evitar el éxodo rural y buscar que todas las localidades cuenten con los mismos servicios independientemente de su tamaño y lograr con ello fijar la gente a su territorio. “Se trata de una política transversal”, dicen. 

Otro tanto defienden desde la Diputación de Granada, que pone como ejemplo que ha solicitado tres proyectos al Ministerio de Política Territorial y Función Pública destinados a jóvenes en paro y no integrados en los sistemas de educación o formación, “con el objetivo de contribuir a mitigar el problema de despoblación y lograr fijar la población joven a los municipios con menor número de habitantes”.

La Diputación de Málaga ha presentado un plan para luchar contra el despoblamiento que beneficiará a 40 municipios. Se contempla acondicionar 292 kilómetros de caminos rurales para acercar a los vecinos a sus puntos de trabajo, a centros sanitarios, a colegios o a lugares de ocio. “Las comunicaciones por carretera son uno de los pilares fundamentales para facilitar que los habitantes de los pueblos dejen de tener la sensación de estar aislados”, dice el presidente de la institución, Francisco Salado.

Jornales y PER

En tercer lugar, está el PER (plan de empleo rural ahora conocido como Pfoea), contratando para obras públicas menores a personal agrario en paro cuando concluyen las campañas en el campo. Con este respaldo hay familias que, por ejemplo, han podido pagar los estudios de sus hijos y el círculo se cierra cuando optan por poner en marcha ideas innovadoras en el cada vez más complicado relevo generacional en el campo.

Por el contrario, resulta insuficiente el protagonismo que en la Política Agraria Comunitaria (PAC) tiene el desarrollo rural. Solo un 3% del total que recibe España se destina a desarrollo rural, de ahí que con su próxima revisión ya se haya incidido en la necesidad de cambiar esto para hacer frente a este desafío. Desde la Junta de Andalucía reconocen que el riesgo de despoblación en el territorio “es bajo” en comparación con el resto, si bien advierten de que el medio rural puede verse “seriamente afectado” si finalmente se produce un recorte del presupuesto de la PAC porque un elemento clave para el arraigo de la población ha sido el sector agrario.

De hecho, las propias diputaciones reconocen que lo que se está haciendo no es suficiente, y esta realidad les preocupa, por lo que la Diputación de Jaén por ejemplo ha constituido una comisión específica para luchar contra este fenómeno. Igual que la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) va a crear “un grupo de trabajo para luchar contra la despoblación en Andalucía”, en palabras de su presidente, Fernando Rodríguez Villalobos.

Y es que basta con fijarse en la evolución de los municipios de menos de 1.000 habitantes la última década para comprobar cómo el envejecimiento de la población, la disminución de jóvenes, la baja tasa de natalidad y la reposición demográfica negativa ha comenzado a hacer mella también en Andalucía.

El riesgo está en el interior

En 2008, según el INE, había en Andalucía 191 municipios de ese tamaño. Una década después, según el avance del padrón dado a conocer este mes, son 219. De un total de casi 786 municipios que hay en Andalucía, aunque el INE solo cuenta 785 en este avance. Restados los 16 municipios escindidos en el periodo, la nómina de los de menos de 1.000 ha crecido en una docena de pueblos a costa de la pérdida de población de los que estaban en el límite. Lógicamente, si se compara la población de los de menos de 1.000 en 2008 (102.621) y en 2018 (113.457) ahora suman un poco más, pero precisamente porque son más los pueblos más pequeños.

Por ello, Carmen Ocaña sentencia: “Los pequeños asentamientos rurales no tienen crecimiento, sino todo lo contrario. Las estadísticas generan un espejismo basado en el hecho que, por el declive de las poblaciones de menores dimensiones, progresivamente se incrementa el número de las más pequeñas, y cuando son más, pueden sumar habitantes, pese a que casi ninguna de ellas haya crecido”.

En todo caso, el fenómeno es mucho menor que en otros territorios. Por ejemplo, en Castilla y León, que es con diferencia la comunidad autónoma con más municipios pequeños, entre 2008 y 2018 -el INE no ha desglosado todavía los datos de 2019- los de menos de 1.000 han pasado de contabilizar 497.842 a 444.308 habitantes, o sea, una caída superior al 10% en su población. Esto supone, además, que la pierden el doble de rápido que las ciudades de más de 50.000 habitantes, que también han bajado en peso demográfico en Castilla y León, pero en un 5% en el periodo. Similar comportamiento en Aragón y Castilla-La Mancha, que son las otras dos comunidades autónomas con mayor censo de pueblecitos, y entre las tres suman dos tercios de los 5.002 contabilizados en España.

En Andalucía, por el contrario, la población ha crecido también en las localidades de más de 50.000. Han pasado de aglutinar en su conjunto a 4.157.942 habitantes de la comunidad autónoma hace una década a un total de 4.262.242, con lo que han sumado más de 100.000 vecinos nuevos, pese a que en el caso de las dos de más de 500.000 (Málaga y Sevilla) se haya mermado su padrón en el periodo. De hecho, 690 municipios de Andalucía, prácticamente 9 de cada 10, han perdido peso demográfico si se compara con hace una década. De todas maneras, es la comunidad autónoma con más municipios de mayor tamaño, con 12 del total de 63 que superan los 100.000 empadronados, seguida por Catalunya (11) y la Comunidad de Madrid (10).

Carmen Ocaña cree que, si se pretende comparar con el caso de Castilla y León, Castilla-La Mancha o Aragón, “no hay más contestación” que simplemente “se trata de regiones geográficamente muy diferentes (volumen demográfico, densidad de población, estructura de poblamiento, riqueza agraria…)”. Eso sí, recalca que “Andalucía es muy compleja geográficamente, de modo que se pueden descubrir áreas en tendencia de despoblación que indicarían no estar tan al margen del problema de despoblación ya antiguo aunque la atención mediática sea reciente”.

En eso coincide José María Feria: “La despoblación es algo evidente de lo que hace 30 y 40 años que los números están avisando, con el crecimiento de las áreas metropolitanas. Es más, incluso ahora hay hasta cierta recuperación. Por ejemplo, en torno a actividades económicas relacionadas con productos tan de la tierra como la vid o el cerdo, que están haciendo que la retorne a ese mundo rural”.

En su opinión, “pese a que muchos municipios están sufriendo el problema una crisis poblacional, no es un fenómeno como el de los años 50, 60 o 70 del siglo pasado”. Muchos de estos pueblos se extinguían entonces porque la gente se iba. “Pero en parte, muchos pierden ahora población por el simple proceso vegetativo: no hay jóvenes. No hay tasa de reposición”, subraya. Y por eso ya no son extraños en Andalucía titulares como el que hace unas semanas contaba el inminente cierre de un colegio en Villanueva de Córdoba por falta de niños. Y eso que es un municipio de más de 9.000 habitantes.

También hay que tener presente las características del territorio, y que Andalucía “es tan grande y compleja que no hay ese proceso de despoblación del medio rural” que se ve en Castilla y León, Castilla-La Mancha e incluso la cornisa del Cantábrico, “donde se une a su envejecimiento de la población el no tener quizá tantos recursos territoriales y medioambientales como elemento de atracción”.

Los 'neorrurales' como experiencia

Y es en este punto donde saca el fenómeno de los “neorrurales” que han redescubierto el encanto de sitios más alejados, que perdían su población, pero que gracias a su encanto, están resistiendo el proceso. Pone como ejemplos el área del parque natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche; Las Alpujarras en Granada; la Axarquía de Málaga, con los extranjeros sobre todo; o el Campo del Andévalo en torno a la minería. “Son atractivos para gente que se asienta por su calidad de vida y porque hoy día pueden trabajar, bien mediante el teletrabajo, o explotando nuevos yacimientos de empleo”.

Por otro lado, pone el caso de “las ciudades medias, que gracias a su armazón urbano han podido contener la pérdida de habitantes, tales como Ronda, Antequera, Guadix…”. Por ello, insiste en que hay que considerar “todas las variables o cualquier diagnóstico corre el riesgo de equivocarse”.

Porque, por ejemplo, mirando desde otra perspectiva, o sea, por provincias, se detecta cómo entre 2008 y 2018 ha caído la población en Córdoba, Granada y Jaén, con lo que el problema se acentúa en el interior, frente a la situación del resto, especialmente las provincias costeras, donde ha subido en el mismo periodo, consiguiendo con ellas un mayor saldo positivo para la comunidad autónoma que en el resto de España.

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