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De animales prehistóricos a la ruta del aceite: arqueólogos buscan en las playas de Cádiz los restos de las civilizaciones pasadas

Huella encontrada durante los sondeos del proyecto 'Vestigium' en Camposoto (San Fernando)

Pedro Espinosa

Cádiz —

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Las playas son resúmenes de Historia. Describen perfectamente el presente. Y también pueden relatar el pasado. En Cádiz, por ejemplo, te pueden contar de dónde se extraía la piedra ostionera con la que se construyeron muchos edificios. O los animales que paseaban junto al mar. O cómo se comerciaba hace miles de años con los productos más demandados como el aceite.

Esos vestigios, que permiten explicar mejor la evolución de la costa, aún existen. Y el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (CAS), dependiente del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, con sede de en la capital gaditana, se ha dado un año para encontrarlos gracias a un nuevo proyecto que, por el momento, ha hallado estructuras rocosas, restos de ánforas, cerámicas y hasta huellas de lo que pudieron ser animales prehistóricos.

El nuevo proyecto que ha inyectado dinero y líneas de colaboración al CAS se llama ‘Vestigium’. Este centro lleva desde 1998 investigando el patrimonio sumergido en toda Andalucía, lo que ha permitido documentar más de 2.000 naufragios históricos. Lo que se ha empezado ahora a investigar es un área menos recorrida, menos estudiada: las zonas intermareales, entre el mar y la tierra, que tienen las playas. Para empezar, porque es un proyecto a corto plazo, se han elegido municipios de la provincia de Cádiz: la capital gaditana, San Fernando, Chiclana, Conil, Barbate y Tarifa.

“Tenemos un patrimonio muy valioso en las playas, en esas zonas que están cubiertas de arena o agua según las mareas, y queremos conocerlo, pero, sobre todo, lo que queremos es darlo a conocer”, explica la jefa del CAS, Milagros Alzaga. Lo que se ha empezado a hacer ya son prospecciones y sondeos con cortes arqueológicos de gran profundidad en playas de cada uno de estos municipios. “Usamos métodos tradicionales, pero también tecnológicos como drones con sensores, medios geofísicos, luminiscencia, técnicas de biología molecular, pruebas de carbono 14... que nos van a permitir obtener información sobre la evolución de la costa, las especies, las enfermedades que pudo haber, o los viajes que hacían los animales”, añade.

El trabajo, con una previsión de un año de duración, ya ha empezado a ofrecer materiales de interés. “Están apareciendo cosas que no esperábamos como restos de industrias, cerámica a mano, cerámica de torno, de época prehistórica reciente hasta medieval”, relata la jefa del CAS. Otra sorpresa ha sido el hallazgo de huellas fosilizadas de animales aparecidas en las playas de Tarifa y San Fernando. “Han aparecido en el estudio de estratos prehistóricos. Así que ahora estamos esperando los análisis que determinen qué tipo de animal es y en qué momento podemos datar estas huellas”.

Cuando se tengan todos los datos, el CAS contribuirá con los resultados a un mejor conocimiento del litoral gaditano que se ofrecerá a cada municipio. “Nuestra idea es que se puedan realizar rutas culturales con este conocimiento ampliado de cada playa. Ofrecer estos datos a empresas turísticas y a ayuntamientos, e, incluso, colocar paneles con códigos QR donde podamos recrear en tres dimensiones cómo era esa franja costera y cómo ha evolucionado”. Se quiere también concienciar sobre la importancia de proteger el patrimonio. “Si te encuentras un ánfora y te la llevas a casa, estás robando a todos, porque evitas la posibilidad de que conozcamos cómo era ese entorno, se lo arrebatas a las próximas generaciones”.

Una parte de esta investigación son encuestas para saber el conocimiento de la ciudadanía sobre el patrimonio cultural subacuático. En el proyecto ‘Vestigium’ participan 25 personas del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, al que está adscrito CAS, de las universidades de Cádiz, Huelva, Sevilla, Pablo de Olavide y Gales, y del CSIC. Además, cuenta con el apoyo de los parques naturales de la bahía gaditana, el Estrecho y La Breña. Si todo va bien, y el centro vuelve a conseguir estos fondos, el objetivo es extender este estudio al resto de provincias costeras andaluzas.

Hay un monte en Roma llamado Testaccio. Es un monte artificial que creció a base de acumular ánforas cargadas de aceite que, al no poder limpiarse, se arrojaban hasta esa zona hasta formar un enorme promontorio. Se sospecha que muchas de esas ánforas venían de Andalucía. ‘Vestigium’ incluye también la excavación de un barco hundido en la playa de La Caleta de Cádiz. Se trata de un pecio romano conocido como ‘La Albujera’, que guarda ánforas llenas de aceite. “Gracias a todos los hallazgos que hemos tenido sabemos que el Guadalquivir y toda esta zona fue una vía importante de distribución de aceite”.

Su investigación permitirá ahondar en el conocimiento sobre cómo Cádiz lleva comerciando desde el mar con el aceite desde hace miles de años. No hace mucho que los arqueólogos del CAS recuperaron de un barco del siglo XVI (el primero hundido por el pirata Drake en aguas de Cádiz) grandes vasijas llenas de aceitunas en salmuera.

El análisis de las bacterias por la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla determinó que eran productos salidos desde Andalucía. Así se pudo demostrar que ya entonces partían desde Cádiz estos recipientes impregnados en aliño con sal, comino, romero, laurel y alcaparras. Y también se supo que las más demandadas eran las más grandes, las gordales, reclamadas con ansia en el resto de Europa. Porque hasta de aceitunas puede dar lecciones una playa. 

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