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Arde La Línea tras ahogarse dos petaqueros que abastecían de gasolina a las narcolanchas

Los incidentes han obligado a desplegar efectivos de Policía Nacional y Guardia Civil.

Juan José Téllez

12 de mayo de 2021 21:34 h

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A Miguel Ángel le llamaban El Baila, tenía 51 años y encontró la muerte el lunes, junto a Sergio, un joven de 19 años, no demasiado lejos del muelle de Levante, en La Atunara de La Línea de la Concepción, la capital del olvido y el barrio en donde ambos vivían: “No era un narco, era un buscavidas. Ni de los Castaña, ni de esos capos de la droga. Él trapicheaba, sacaba lo justo para ir tirando”. Así le describía para este periódico el bailaor linense David Morales, que le conocía de antiguo: “Tenía un año más que yo”, afirma dicho artista linense, muy comprometido en la lucha contra la droga y contra la mala imagen de la ciudad.

Sergio, el hermano de El Baila, se desgañitaba en una manifestación convocada a través de las redes, en La Atunara, pocas horas después de sus funerales, también rodeados de tensión y que concluyeron con la incineración de uno de los fallecidos y con el féretro del otro, que sería transportado a pie hasta el cementerio a hombros de sus deudos: “Yo estoy cansado de ver tantas víctimas –gritaba el hermano de Sergio ante las cámaras y micrófonos–. De este pueblo no se acuerda nadie, aquí mis niños no hacen nada, no tienen opciones, no tienen ilusiones… No tenemos trabajo, tenemos que delinquir, sí o sí, o sí, o sí, o sí… Nos tenéis abandonados, sois los culpables. Somos del pueblo español, la última mierda de España, ¿qué queréis, guerra? Que tenemos que poner bombas, pondremos bombas. Mirad lo bien que viven los vascos”.

La movilización había sido convocada a través de las redes sociales, exigiendo justicia para Ángel y Sergio: “Vamos a unirnos, no más injusticias. Privarles de libertad pero no quitarles la vida. ¡Queremos justicia!”, era el lema de la convocatoria.

Críticas a la actuación policial

A su alrededor, decenas de manifestantes entre quienes figuraban numerosas mujeres, denunciaban que había existido omisión de socorro por parte de la policía. Entre gritos de “queremos justicia” o “nos tienen abandonados”, se oía la voz del hermano de Miguel Ángel, que llamaba asqueroso al Gobierno: “No tenemos para llegar al día. Tenemos que embarcarnos para ganar 50 euros. Y Morimos por 50 años porque no tenemos nada. Ustedes sois todos los culpables, Europa, España y todos los que nos gobernáis. Solucionadlos”.

A la manifestación, también se sumaron, de riguroso luto, el padre y el hermano de Sergio: “Es una poca vergüenza lo que han hecho con mi hijo. Siempre igual. Matan a las criaturas. Están viendo lo que está pasando en este pueblo y muchos más. En vez de ayudar a socorrer a personas que se estaban muriendo, han cogido e impedido la ayuda a otras personas. Tenemos a cinco testigos y un juicio que se va a celebrar. Y lo vamos a demostrar”.

Ambos, Sergio y Miguel Ángel, murieron ahogados el lunes cuando tripulaban una embarcación de reducidas dimensiones, casi enfrente de esta antigua barriada de pescadores que, cuando el paro se disparó en los años 80 –entonces su cifra llegó al 45% de la población activa y ahora está en el 30%–, tuvieron muchos de ellos que meterse al contrabando de tabaco y, luego, algunos, al de hachís. En el momento de su muerte, ejercían como petaqueros, una palabra que en Ubrique (Cádiz) identifica a la industria de la piel y, aquí, paradojas de la vida y de la supervivencia, se utiliza para nombrar a quienes llevan petacas de gasolina para reabastecer, como diminutos buques nodriza, a las narcolanchas.

Incidentes y destrozos

Las versiones sobre el suceso difieren pero el albur de que la policía les dejó a su suerte, se extendió como gasolina y nunca mejor dicho, hasta quemar un primer contenedor en la calle Pavía. Luego, comenzaron los destrozos, en marquesinas de autobuses que se convirtieron en noche de cristales rotos o un quiosco en la playa cuyas llamas parecían simbolizar que aquí hace ya demasiado tiempo que la costa está que arde. En la calle Canarias, la indignación vecinal forzó a la presencia de numerosos guardias civiles con sus fusiles correspondientes.

Justo un año después de que Alfredo El Morodo, de 42 años, muriese en una persecución con una patrullera de Gibraltar que terminó embistiendo a su goma. Dos ceutíes también fallecieron en similares circunstancias, también en 2020. Claro que también murió en 2019 un policía local atropellado por unos narcos a la fuga.

Muchos vecinos creyeron en la versión que mantiene la familia, la de que los agentes no hicieron nada por ayudarles. Un video emitido el martes por Andalucía Directo, en Canal Sur TV, demuestra, sin embargo, que, al menos al llegar a puerto, un agente de la Policía Nacional intentó, sin suerte, durante media hora, aplicar maniobras de reanimación cardiorrespiratoria a una de las víctimas. A su alrededor, sanitarios y agentes de la Guardia Civil intentaban evitar lo imposible.

La versión oficial del caso

“La Patrulla Puesto La Línea observó una embarcación tipo patera vacía a la deriva a la altura del brazo largo del Puerto de la Atunara. Al llegar al lugar vieron a otra embarcación tipo patera con tres tripulantes saliendo del Tonelero, los cuales se aproximan a dos bultos que hay flotando en el agua y los suben a su embarcación, observándose que son dos cuerpos”, explicaba la versión oficial del caso. Los vecinos airados protestaban, en cambio, por el hecho de que el Servicio Marítimo de la Guardia Civil, que acudió al reclamo de la policía, tardase intencionadamente demasiado tiempo en llegar a su rescate. La versión tanto de la Benemérita como de la Policía insiste en que intentaron reanimarles sin suerte.

La nota de la policía no la ha escrito Cervantes pero ofrece datos de interés: “Por parte de indicativos de la Policía Nacional se localiza a dos personas a nado en el mar, junto a una embarcación rígida con dificultades para mantenerse a flote. Se localizan pescadores con motivo de ayuda, y se comisiona a Guardia Civil y ambulancia. Una vez personados Guardia Civil y trasladadas las víctimas a la zona del puerto, servicios sanitarios certificaron la muerte de estas dos personas por ahogamiento tras haber realizado unos treinta minutos de reanimación cardiorespiratoria. Desmentimos la información difundida a través de un audio donde se indicaba que la Policía Nacional no habían hecho nada. Al igual que en otras ocasiones los agentes han intentado por todos los medios auxiliar a los fallecidos intentando localizar los medios adecuados para su rescate. El mensaje mal intencionado no hace más que aumentar el estado de crispación entre los familiares, amigos y vecinos de los fallecidos. Fruto de las gestiones realizadas, se ha tenido constancia que media hora después del suceso, una narcolancha estaba introduciendo un alijo por Cortijo Aguilera en vez de estar salvando a los ahogados”.

Una segunda versión

Otro conocido de ambos fallecidos, al parecer un testigo de los hechos que prefiere no identificarse, admite que los acontecimientos no transcurrieron como dice la gente: “Cuando dijeron que se les había estropeado el motor, alguien les dijo que esperaran, que iba a pedir ayuda, pero El Baila dijo que no, que se iba a tirar porque veía la orilla cerca. Y el chiquillo, por no quedarse solo a bordo, también se tiró”. Sin embargo, la noticia de que les habían dejado morir ya había corrido por la ciudad y los disturbios no tardaron en producirse: quizá la quema del legendario restaurante de La Marina, a pie de playa y en trance de ser demolido tras años de abandono, simbolice tanto la rabia incontrolada de los manifestantes como el abandono que sufre esta localidad, vecina y dependiente desde su nacimiento, de Gibraltar. La Línea, desde entonces, lleva ya dos noches entre incendios intencionados, barricadas, calles y calzadas cortadas, árboles, palmeras, neumáticos y cañaverales quemados, la basura por las calles, destrozos en el mobiliario urbano y enfrentamientos, físicos o verbales, con la policía e incluso con los bomberos. Las refriegas alcanzaron a otras barriadas como Los Junquillos o San Bernardo.

De ahí que el Gobierno decidiera reforzar los servicios policiales de la ciudad a partir de entonces y mantenerlos hasta que se apacigüen los ánimos. La kale-borroka andaluza del lunes, entre pedradas y bengalas, pareció relajarse en la noche del martes, hasta que volvieron a estallar brotes de indignación, mientras la policía se desplegaba por el barrio, por el de San Bernardo y por la playa del Tonelero. Hasta ahora, no se han producido detenciones aunque algunos de los participantes en los disturbios han sido identificados por la policía.

Pintada contra el alcalde

Una pintada llegaba a señalar directamente como responsable del suceso al Ayuntamiento de la ciudad, que preside el independiente Juan Franco, de La Línea 100x100: “Alcalde podría ser tu hijo, lucha más por el pueblo. Justicia”. También era lo que reclamaba él, quien insiste en el contexto social de la tragedia. Y es que desde 2018, fecha en la que se aprobó el Plan Integral del Campo de Gibraltar, se ha venido reclamando a nivel local un Plan Social específico para el municipio linense, “que permita afrontar cuestiones de este tipo, cuya atención por parte de las administraciones supramunicipales ha sido nula hasta el momento”.

“No hay ni un plan específico de formación, ni un plan de empleo, no tenemos inversiones en infraestructuras y si a todo ello le sumamos las consecuencias negativas de la pandemia sobre la actividad económica, la situación es más que alarmante”.

El alcalde vino a relacionar la reacción de la población con el hecho de que el cerco al narcotráfico emprendido por los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, a quienes respalda: “Este hecho genera que el modus vivendi de una parte de la población se venga abajo y acaben estallando acontecimientos como los vividos ahora” .

Que la necesaria represión de los narcos debe ir acompañada de medidas sociales contra la economía sumergida es un clamor ya en toda la comarca. Según los datos del propio alcalde, el desempleo juvenil en La Línea escala ya al 80 por ciento entre los vecinos de La Atunara. Así que el mismo lunes comenzó a reclamar alternativas tanto al Gobierno estatal como a la Junta de Andalucía. Sin embargo, Franco es tajante: “No voy a pedir al Estado que deje de perseguir delitos y si son necesarios más medios, lo apoyaré”.

En caso de que no haya soluciones, vaticina que “cada vez iremos a peor”, pero también que siente vergüenza por estos incidentes, “porque los protagonistas no fueron portugueses ni rumanos, sino linenses como yo que mantuvieron durante más de seis horas a un barrio incomunicado y ardiendo”, refiriéndose a los altercados del lunes. Al día siguiente, convocó una reunión urgente de su equipo de gobierno y de la junta de portavoces para cerrar filas y buscar un respaldo generalizado a sus peticiones.

La versión de las autoridades

El subdelegado del Gobierno en la provincia de Cádiz, José Pacheco, suscribió de pe a pá la versión de la Guardia Civil, señalando que cuando llegó la embarcación, que se encontraba por la zona rastreando la desaparición del copiloto desaparecido en un accidente de helicóptero, que tuvo lugar el pasado viernes, ya había tres personas intentando rescatar a los fallecidos: “Ya luego las investigaciones determinarán cómo cayeron al agua y fallecieron, pero lo más importante era intentar salvar las vidas de estas personas”, declaró. En similares términos, se expresó la directora de la Guardia Civil, María Gámez, y el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, quien sentenció: “Fue un desgraciado accidente”.

Por su parte, el Ministerio del Interior no descarta el estudio de reconocimiento de la singularidad para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en el Campo de Gibraltar, según anunciara ayer martes en el Congreso la diputada del PSOE por Cádiz Gemma Araujo durante su intervención en la Comisión de Interior de la Cámara Baja y en respuesta a una Proposición No de Ley presentada al respecto por el Grupo Popular.

En su intervención, Araujo manifestó su total apoyo al Cuerpo Nacional de Policía, a la Guardia Civil y a la Policía Local ante los graves incidentes ocurridos en La Línea este lunes, al destacar que si bien había que lamentar el fallecimiento de cualquier persona, ello nunca puede justificar el clima de violencia que reinó en distintos puntos de la ciudad. Araujo sabe de lo que habla: no en balde, fue alcaldesa socialista de La Línea y ahora abogó por una implicación de todas las administraciones públicas para hacer frente a los problemas de narcotráfico que tiene la comarca, de los que dijo que poseen “raíces muy profundas”.

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