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Rubén Fedriani, astrofísico: “Espero que los que toman decisiones se den cuenta de que la investigación es fundamental”

Rubén Fedriani, del Dublin Institute for Adavanced Studies (DIAS).

Francisco J. Jiménez

Un equipo internacional de astrofísicos de siete instituciones en seis países, liderado por el investigador gaditano del Dublin Institute for Advanced Studies (DIAS), Rubén Fedriani, ha medido por primera vez la masa y la energía total de un chorro protoestelar lanzado por una estrella joven masiva.

El trabajo ha sido realizado por el grupo de formación estelar de DIAS y por la University College Dublin (UCD), donde Fedriani es estudiante de doctorado en ambas instituciones. El gaditano, licenciado en Matemáticas en la Universidad de Cádiz y con un Máster en Astrofísica en la Universidad Complutense de Madrid, ha estado al frente de la colaboración internacional que ha desarrollado este estudio.

En algunos medios se ha publicado que Fedriani ha realizado el descubrimiento de cómo se forman las estrellas y lo quiere aclarar: “Yo no he descubierto cómo se forman las estrellas, ni mucho menos. Esto se sabe desde hace muchísimos años, por lo menos desde el siglo XVIII donde Laplace y Kant dejaron las primeras ideas escritas de su pensamiento de cómo se formó nuestro sistema solar”.

Un “chorro” protoestelar

“En el grupo de investigación del Dublin Institute for Advanced Studies (DIAS) nos dedicamos a diferentes aspectos involucrados en la formación estelar. Investigamos los procesos que ocurren muy cerca de la protoestrella, como son la acreción y la expulsión de material. El primero es el proceso por el cual la protoestrella ‘come’ material a través del disco de acreción. El segundo, es la expulsión de material del sistema disco-estrella. Una analogía puede ser una fuente expulsando un chorro de agua a varios cientos de miles de veces la distancia de la tierra al Sol”, explica el astrofísico.

“Somos un grupo fundamentalmente observacional aunque también hacemos modelos simples para explicar nuestras observaciones. Usamos distintas técnicas en nuestras observaciones, como pueden ser la espectroscopía, la imagen y la interfeometría. Tenemos la suerte de observar con los telescopios más potentes del mundo tanto en tierra como en el espacio y es verdaderamente apasionante. Soy muy afortunado de tener la oportunidad de trabajar en este grupo, son investigadores de primer nivel y sobre todo grandes personas de las cuales he aprendido, y sigo aprendiendo, cada día”, dice con orgullo.

Implicaciones

Aclara que “hemos medido por primera vez la fracción de ionización en un chorro de una protoestrella de alta masa (estas son aquellas protoestrellas con más de ocho veces la masa de nuestro Sol). Hasta ahora se había hecho para protoestrellas de baja masa. Sé que esto no dice mucho pero gracias a ello hemos podido medir la verdadera masa y la energía del chorro expulsado por una protoestrella masiva”.

“Una de las implicaciones de esta medida es que los chorros de las protoestrellas de alta masa podrían lanzarse de la misma forma que en las de baja masa, esto es magneto-centrifugalmente. Esto nos puede ayudar a comprender cómo las protoestrellas masivas acretan y expulsan material, algo que no está claro y está en debate en la actualidad. Otra de las implicaciones es que mostramos un método para que se puede aplicar en otros sistemas y así tener un mejor entendimiento de estos objetos tan complejos. Para el lector interesado, el artículo se puede encontrar en Nature.

Ser astrofísico en España es posible

¿Existen observatorios potentes en España que os hayan ayudado en el proceso? “Sí, pero para este estudio en particular hemos hecho uso de otros observatorios alrededor del globo. Hemos usado datos de tres telescopios distintos: el Hubble Space Telescope (HST), el Very Large Array (VLA) en Nuevo México (Estados Unidos) y el Very Large Telescope (VLT) en Cerro Paranal (Chile) que pertenece al European Southern Observatory (ESO) donde España es un miembro activo”.

Es estudiante de doctorado y tiene muy claro hasta dónde quiere llegar, sin descartar el regreso a su país:  “Estoy en mi último año. De hecho, en mis últimas semanas, estoy escribiendo mi tesis doctoral sobre los resultados en los que he trabajo estos últimos cuatro años. Me gustaría llegar muy lejos, tan lejos como poder regresar a España, hacer astronomía y poder disfrutar de la familia, amigos y de mi tierra. Estoy trabajando en ello, formándome, aprendiendo y trabajando en colaboraciones internacionales para poder ofrecer lo máximo posible a la astronomía española”.

En su opinión, es posible ser un astrofísico de primer nivel en España: “Hay astrofísicos de primer nivel repartidos por todo el territorio nacional en diferentes campos de la astrofísica. Hay centros de investigación en astrofísica con mención de excelencia Severo Ochoa o María de Maeztu, uno de los reconocimientos más importantes que un centro pueda recibir”.

¿Un puesto fijo?

“Hay inversión para desarrollar parte de la carrera investigadora. Conseguir una beca/contrato de doctorado es posible en España (aunque yo decidiera irme fuera). Conseguir un contrato postdoctoral ya se pone más complicado porque la inversión es limitada y hay una gran competencia. Donde se pone verdaderamente difícil es en consolidar un puesto permanente o con cierta estabilidad dentro del mundo de la astronomía. Es muy común realizar varios contratos postdoctorales (cada uno de 2-3 años y no siempre en el mismo sitio) y cuando tienes treinta y largos o cuarenta años encontrarte que no hay puestos fijos, ya sean en la universidad o en un centro de investigación. Es un poco desmotivador pensar que uno puede trabajar lo más duro que pueda y aún así saber que algún día puede que tenga que dejar la investigación porque no puede continuar con contratos temporales y esperar el milagro de un puesto fijo. Esperemos que los que toman decisiones se den cuenta de que la investigación es fundamental para el desarrollo de un país”.

No pierde la esperanza de cumplir sus sueños en la provincia de Cádiz: “Si algo me ha enseñado la ciencia es que nada es para siempre y que todo puede cambiar. Bueno, menos los teoremas matemáticos, estos sí son para siempre. Puede que hoy no pueda volver a Cádiz, pero quizá en un tiempo pueda. Lo que está claro es que la felicidad y los sueños no son un destino, si no que están a lo largo del camino. Estar fuera también te enseña muchas cosas y valoras mucho lo que de otra forma pasa desapercibido. Lo que siempre será verdad (casi como un teorema) es que Cádiz es mi hogar y puedo volver siempre que quiera, pero por el momento seguiré dando vueltas por el mundo e intentaré aprender lo máximo posible”.

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