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Ventas de carretera, las damnificadas del fin de los peajes

La venta lleva funcionando al pie de la Nacional IV desde hace más de 60 años.

Fermín Cabanillas

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Hace más de 60 años que las seis ventas de carretera que funcionan junto a la Nacional IV en las provincias de Sevilla y Cádiz no han modificado su actividad, basada en la cantidad de gente que cada día pasa por sus puertas y para para tomar café, almorzar, descansar e incluso ocupar las habitaciones de algunas de ellas, reconvertidas también en hostales.

La Venta Alonso, en Las Cabezas de San Juan o El Almacén, en Jerez de la Frontera, han visto pasar por delante de sus puertas a miles de coches cada día, pero ahora el volumen ha descendido. A principios de febrero la DGT hará el primer balance de descenso de tráfico en esta vía y aumento en la antigua AP-4 (ahora E-5), pero que hay menos coches en la Nacional es una evidencia. Y que las ventas de carretera sufren ese descenso es algo que se verá en cuanto pase la cuesta de enero, porque este mes, precisamente, no es el más adecuado para hacer balance de este asunto.

Una historia de seis décadas

Testigo de ello, es, entre otras, la Venta El Paisano. El siglo XX andaba por su mitad cuando una venta de carretera era paso y parada obligados en mitad del camino que comunicaba las provincias de Sevilla y Cádiz. Era la antigua Venta de la Calera (funcionaba al lado de donde existía una cantera de cal), donde los transportistas de la época, los operarios que construían la actual carretera nacional IV, y los agricultores de la zona realizaban una parada para descansar, dar de beber y comer a los animales, o para repostar a los primeros camiones y automóviles que se empezaban a ver por la zona.

Era el sitio donde los lugareños adquirían los alimentos de primera necesidad, y mantenían tertulias con el personal de paso para tener noticias del exterior. La zona estaba poblada de olivos, de modo que gente de todos lados terminaba viviendo o trabajando allí, y se fue transformando poco a poco, con un proceso que tuvo su fecha clave a partir de 1960 con la llegada definitiva del automóvil y con la carretera ya en perfecto estado, la antigua Venta la Calera pasa a ser el Mesón el Paisano.

Creció a la par que España

El negocio fue creciendo, igual que lo hacían otros similares en otros puntos de España a pie de carretera, aprovechando el crecimiento de una España que, definitivamente, había descubierto el coche y la carretera para comenzar a salir de las ciudades y ver el país de otra forma.

Nada ha trastocado la vida de estos negocios de carretera en todo este tiempo. Al contrario. Se han ido adaptando a acontecimientos como la Expo’92, convirtiéndose en hotel, ampliando su cocina y restaurante o su parking de camiones y autocaravanas.

Pero ahora, la incertidumbre ronda sobre ellos, una vez que el paso obligado por la Nacional IV ha dejado de serlo para evitar el peaje de la autopista Sevilla-Cádiz. Aunque la carretera sigue siendo el nexo más conocido entre el norte de España y las playas de Cádiz, entre otros destinos, ahora, su tráfico se puede ver reducido, y por ende, el paso por sus ventas.

Nuevas perspectivas

Luis Cadena, que al frente del Paisano ha visto pasar la vida hace más de 40 años, ve con tranquilidad el nuevo horizonte, pero aplicando la inventiva que siempre hay que tener en cuenta cuando un cambio se echa encima.

“La apertura del peaje es, para nosotros, como cuando se pone un negocio a tu lado, que te puede afectar, porque todo lo que se pone te quita, aunque es verdad que todavía no ha pasado el tiempo suficiente para poder hacer una valoración real de lo que va a pasar”.

Porque no ha pasado ni un mes desde que es gratis usar la autopista AP-4 (ahora, E-5), “y esto se empieza a notar un poco”, aunque con el matiz de que el mes de enero es, tradicionalmente malo en este tipo de negocios: “No es el momento más apropiado para hacer un balance, porque las fiestas han acabado hace poco y el mes de enero siempre es flojo, pero ya estamos notando el paso de transportistas, representantes y todo en general”, explica.

El paso diario por su barra y mesas se nutre de transportistas, repartidores, representantes o “familias que se mueven juntas”. Es paso también de excursiones a El Rocío, la sierra de Grazalema o el carnaval de Cádiz, “y esperemos que esa gente siga viniendo”.

Luis Cadena se despide para atender a la gente nada más parar su coche o camión. En los últimos días han colocado una churrería en la barra, han mejorado su parking de caravanas y preparan un punto de recarga de coches eléctricos. Reinventarse o morir.

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