Esto es un sevillanito engominao, de los de copita de fino y postureo, que se planta en Euskadi haciéndose pasar por vasco para conquistar a una joven lugareña. ¿Parece buen comienzo para un chiste? ¿Y si el señorito en cuestión es Dani Rovira, acompañado por los ‘compadres’ Alfonso Sánchez y Alberto López, Carmen Machi y el veterano Karra Elejalde? Todo esos ingredientes están en la última comedia de Emilio Martínez Lázaro.
Sevilla acoge esta semana los últimos días del rodaje de Ocho apellidos vascos, que durante siete semanas se ha desarrollado en distintos puntos de Navarra y el País Vasco. Pocos detalles han trascendido de la grabación en la capital hispalense de este filme producido por Telecinco Cinema, La Zona y Kowasaki films, que ha tenido en Triana uno de sus escenarios, según ha podido saber CineAndCine.
Con Ocho apellidos vascos, el director madrileño vuelve a la comedia después de El otro lado de la cama (2002) y su segunda parte, Los dos lados… ( 2005), para enfrentar tópicos vascos y andaluces. Porque algo en común sí que tenemos los del norte y los del sur: a “exageraos”, estereotipados e ingenio para reírnos de nosotros mismos, no nos gana nadie.
En Andalucía eso lo saben hacer muy bien el malagueño Dani Rovira, que por primera vez cambia el escenario del Club de la Comedia por el cine para buscar el amor de Clara Lago, su compañera de reparto; o los chicos de Mundoficción, que se meten en su papel más señorial para ayudar al protagonista. También están curtidos en la materia Borja Cobeaga y Diego San José, guionistas del film y creadores de Vaya semanita, el programa de humor más exitoso de la televisión vasca.
Para hacerse con el corazón de su amada Amaia, Rafa, el pijo al que interpreta Rovira, tendrá que ganarse la aprobación de su padre, un nacionalista vasco de pura cepa interpretado por Karra Elejalde ('También la lluvia', 'Lázaro de Tormes', 'Año Mariano'…) que exigirá a su aspirante a yerno que demuestre linaje con al menos ocho apellidos vascos. El joven enamorado no dudará en hacerse pasar por uno de ellos, aunque, por el camino y accidentalmente, reinicie la kale borroka.
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