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La Corrala Triunfo, la primera corrala 'oficial' de Granada, pide negociar con Cajamar

La Corrala Triunfo ha pedido ayuda a Stop desahucios para negociar con Cajamar

Miguel Gómez

Granada —

La ‘Corrala Triunfo’ es la primera de Granada, se ha ‘inaugurado’ este domingo 17 de noviembre, pero lleva siendo una realidad más de seis meses. Una docena de familias habitan lo que antes del verano era un edificio abandonado al que le faltaban los suelos y sobreviven con luz y agua de obra. El bloque, propiedad de Cajamar tras quiebra de la constructora, está amenazado de desalojo el próximo día 28, y la constitución oficial de la Corrala con el apoyo de Stop Desahucios quiere oponer una organización como ente negociador al banco.

La historia del edificio, en la céntrica calle Cardenal Mendoza, junto a la Gran Vía de Colón y la zona comercial de San Juan de Dios, no es muy diferente de la de miles de inmuebles en toda España. Levantado sobre el solar de una casa antigua que fue derribada tras adquirirla la constructora, esta quebró en 2009 dejando la obra paralizada cuando a estaba a punto de terminar. El banco ha tardado más de tres años en completar el proceso judicial para quedarse con la propiedad y conseguir una orden de desalojo que, aunque se dirige a la empresa, en la práctica dará con los ocupas en la calle.

Este limbo legal, de nuevo nada raro, es lo que permite que los nuevos vecinos disfruten de agua y luz de obra, aunque vivan en casas sin suelo que han acondicionado ellos mismos, racionando los consumos. Explican que “comemos todos juntos en el pasillo por solidaridad pero también por necesidad. Es en plan, ¿tú qué tienes de comer? Yo pan, tú fruta. Y así”. Empezaron tres familias y ya son 12, y el edificio aún no está ocupado entero.

La primera oficial

Más que la primera Corrala de Granada, es la primera oficial. El portavoz de las familias, un total de 23 personas incluidos ocho menores, es Cristobal Navarrete, el primer ocupa del edificio allá por mayo, y el único denunciado por el banco. Explica que se trata de “tener fuerza para negociar un alquiler social. Aquí o en otro sitio. Si el banco cree que este edificio es muy céntrico y quiere especular con él, de acuerdo, pero seguro que tienen casas vacías en cualquier otro punto de la ciudad. Con un alquiler social le rentarían más que vacías y deteriorándose, y así evitaría poner a niños y familias sin recursos en la calle”.

El bloque tiene 17 viviendas de las que ya han ocupado una docena. Sólo tres familias llegaron antes del verano, alrededor de mayo, y el resto se unieron tras contactar con Stop Desahucios en septiembre. Una manifestación de esta plataforma convocada para el pasado domingo fue la que se aprovechó para terminarla a las puertas de la Corrala y presentarla oficialmente. Stop Desahucios acompañó el acto de un comunicado en el que instaba a Cajamar a sentarse a negociar. Para los próximos diez días están previstas toda una serie de acciones dirigidas a pedir apoyo a la sociedad granadina e impedir el desalojo.

Cristobal explica que en la Corrala “unos han acabado por desahucio, al no poder pagar su hipoteca; otros porque se quedaron en paro y lo que dejaron de poder pagar fue el alquiler… también hay jóvenes sin recursos, que tuvieron que abandonar la casa de sus padres y no tenían otro sitio donde meterse. El perfil es variado. Lo importante es que ya nos hemos organizado y tenemos una entidad que oponer a Cajamar para negociar”.

Otro de los vecinos, que prefiere no identificarse, apunta que “sobre el papel todos tendríamos derechos a ayudas sociales, pero nadie las percibe. Nos hemos sentido tratados como expedientes para cubrir la estadística. Ahora aquí nos sentimos implicados, hay muy buena sinergia entre las familias, mucha comunicación entre todos. Tenemos las herramientas de presión social para defendernos sin violencia y el derecho a una vivienda digna lo recoge la Constitución. Así que si nos movemos de aquí será porque tengamos otro techo porque, como cualquier persona con sentido común comprenderá, un padre no se va a ir con sus hijos a vivir a la calle voluntariamente”.

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