La esgrima andaluza, un futuro por escribir
A diferencia de la ubicuidad que disfrutan (y padecen) ciertos futbolistas, únicamente un triunfo internacional asegura la visibilidad de quienes practican los deportes minoritarios. Un caso paradigmático es el bádminton, un deporte de escasa repercusión hasta que la onubense Carolina Marín, fruto de su sudor y, sobre todo, de sus sonadas medallas, ha reunido la atención de los medios y la admiración del público. No es ése sin embargo el caso de la esgrima.
Ni siquiera que sea un deporte de probable origen español provee de suficiente fortuna mediática a la esgrima. Tampoco el triunfo internacional que, en cambio, sí ha concedido notoriedad a Carolina Marín y visibilidad al bádminton. Que el espadachín español José Luis Abajo Pirri, el 'D'Artagnan' español de Pekín, se haya colgado metales mundiales y olímpicos apenas ha reproducido posteriormente relatos mediáticos. La esgrima continúa siendo invisible en los medios, pero no en los torneos donde los jóvenes tiradores compiten año tras año.
La práctica de la esgrima cuenta con una amplia popularidad en España y Andalucía. Una joven andaluza con todo el futuro por escribir es la granadina Valerie Samayoa, quien con tan sólo 16 años se clasificó para disputar la fase final del Campeonato de España en las categorías cadete, júnior, sub 23 y sénior. Sucedió esta temporada y lo llevó a cabo de modo simultáneo. Más duelos atendió Samayoa que la saga completa del Capitán Alatriste.
Perteneciente al Club de Esgrima Maracena, la granadina es una de las promesas en el deporte de la espada. Está situada en la primera plaza de Andalucía cadete y júnior, en la modalidad de florete, y es la tercera sénior. En el ámbito nacional, por su parte, se encuentra en la decimotercera posición sénior y acechando las diez mejores. La tiradora granadina es un diamante en bruto desde infantil, categoría en la que ya se clasificó para las fases finales del Campeonato de España. La niña del florete fue subiendo escalones y suma, entre participaciones cadete, júnior y sénior, once pruebas nacionales. Sus resultados, además, han valido para que siga acaudalando una decena de internacionalidades.
Entre las modalidades de la esgrima, la del florete es la que más exigencia técnica precisa. Los reflejos y la rapidez, la destreza física y la mental, son características más necesarias aún que en las de la espada o la del sable, en las que se dispone de más espacio para realizar los tocados ('touché') que atribuyen los puntos en los combates. Además deben realizarse exclusivamente en el torso del adversario y con la punta del arma. Tanto desafío no arredra a Samayoa, llamada a conformar esa generación de tiradores que vuelva a llevar a la esgrima española a unos Juegos Olímpicos después de la ausencias de Londres y de Río de Janerio.
Italia, Francia y Gran Bretaña, entre otros, copan los medalleros internacionales y, además, la cobertura mediática y el seguimiento de los aficionados. Estos países curiosamente también reivindican la creación de la esgrima, refinamiento de las luchas medievales entre guerreros y vástago de los duelos de honor tan queridos por Maupassant. Con el cambio de arma, de la espada a la pistola, el arte de la esgrima pasará a ser una modalidad deportiva que el Barón de Coubertin, tirador él mismo, se encargó de promover en los primeros Juegos de Atenas en 1896.
Casi ausente en el siglo XX, el XXI se presenta más halagüeño para la esgrima. Pirri antes y la generación ahora de Samayoa, nacida en los albores del siglo, anticipan próximas victorias. Sonadas o no, que provoquen o no el revolcón mediático, será complicado revertir el vigor de los clubes andaluces que lo difunden. Para el aficionado que lo ha probado, asistir a una competición de esgrima en directo puede resultar más estimulante que observar un duelo en una película. Pasen y vean.