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Va de pollos

El gallo Maurice

Javier Aroca

Últimamente veo pollos por todas partes, quizá porque cada vez me cuesta más ver personas, ciudadanos de la polis, bien sea en su responsabilidad de líderes políticos, bien en la de ciudadanos que los mandatan. En la red también leo cosas de pollos, realmente tuitear es piar, cosa de pájaros, aves a fin de cuentas, los pollos cacarean y cantan, y otras cosas, cada uno en su corral, detrás de su gallo.

Ni tengo ya capacidad, si es que la hubiera tenido alguna vez, para saber qué va a pasar en este gallinero nacional. A mí no me miren. Sí puedo decir que me parece que esta democracia, que unos dicen que padecemos y otras que disfrutamos, está en sus peores momentos. Lo que dice la ciudadanía en las urnas cada vez tiene menos importancia, parece como un ritual que nos bendice como demócratas pero nada más, en el fondo, la decisiones las toman los que nunca se presentan a las elecciones.

La gente habló hace poco y lo dijo bien fuerte a los depositarios de ese encargo, luego se quejarán; pero no saben o no quieren tener en cuenta lo que se les dijo e incluso tienen, al menos, intenciones de hacernos repetir el encargo. La cuestión es si decidimos votar con el mismo entusiasmo y el mismo propósito, otra vez, ¿nos tendrán por fin en cuenta?

Las encuestas, los sondeos, parecen que son la nueva magia, no sé si negra, de la nueva política. ¿Qué dicen hoy las encuestas, dicen lo mismo que dijeron los ciudadanos antier mismo? ¿Vale lo mismo, lo que dicen las encuestas que lo que acabamos de decir, rodeado de leyes, para que no nos salgamos del vallado?

Lo cierto es que los políticos, con el cuerpo caliente de la voluntad popular aún echando humito, nos quieren llevar, otra vez, al humilladero porque no les salen bien las cuentas o porque, sería peor, los que no votan piensan que lo que han dicho los que titulan la democracia, es decir, el demos, no vale para sus propósitos.

Una autentica perversión de la democracia, suplantada por la “demoscopocracia”, un palabro nuevo que haría saltar de su tumba al mismísimo George Orwell siempre peleando con las palabras y su estado de salud.

No me atrevo a entrar en lidia con la norma general que periódicamente determina, con presupuesto público o con iniciativa privada, con fondos públicos por otras vías, que lo que dicen los sondeos nos gobierne. Perdería ante tanto ímpetu. Ya me lo sé, por eso desde hace mucho años, con Pierre Bourdieu, pienso que la opinión pública no existe, sino preguntas impertinentes y ganar de mangonear, existe la voluntad soberana y, de momento, no se ha inventado nada mejor que votar, y hemos votado.

En el minuto y resultado en el que estamos, dicen que habrá elecciones. Y, permítanme que les diga que no encuentro otro apelativo mejor, entonces, para todo lo que está pasando que farsa. Lo malo es que si es verdad, ojalá no, y se demuestra pronto que ha sido todo una farsa, la más damnificada va a ser la democracia, la confianza en la política y, desde luego, la ilusión de la izquierda que votó pensando que su voto valía para cambiar el rumbo de sus vidas y construir una España distinta que se deshiciera del corsé de la primera transición, buena, de acuerdo, pero pidiendo urgentemente, una segunda, mejor.

Es decir, que pase lo que pase, a pesar de las reuniones radiadas, televisadas y recreadas todo depende de las encuestas. Una catástrofe, lo siento. Y mientras, también, pollo arriba, pollo abajo. Los montapollos están algo más callados porque hablan sus pollos internos, pero los activos montan pollos con la inseguridad, para luego vendernos seguridad, privada si es posible, pollos inmigratorios, pollos asados, pollos por doquier. Es la consigna azul.

Edward Evans Pitchard nos contaba en sus experiencias africanas con la tribu Azande, sus maneras de averiguar y construir su futuro. No se diferenciaban mucho de nosotros, a pesar de que orgullosamente y soberbios les llamemos salvajes. Los Azandes tenían el oráculo del pollo. Con un cierto veneno, el pollo o sus vísceras, hablaban y determinaban el destino de sus vidas. Nosotros no hemos evolucionado mucho, en vez de echarle veneno al pollo, nos lo echamos los unos a los otros, le hacemos un encarguito a alguna empresa y esperamos que pase algo y los dioses nos favorezcan. Esperamos que todo salga redondo, como el disco sorpresa de Fundador. A nosotros no nos habla un pollo, nos habla el científico de los sondeos, aunque Bourdieu decía que la demoscopia era una ciencia sin científico. El sabrá, que sabía mucho.

Pero no crean que todo esto es para hablar mal de los pollos, siempre me han simpatizado, es más, desde ya, no tengo otro líder que el gallo Maurice. Maurice ha ganado un juicio en la justicia francesa, ni más ni menos, los tribunales herederos de la Revolución, por eso este gallo es de respetar. Ganó con todas las de la ley y sin sondeos ni demoscopia.

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