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Ecofeminismo y la vida en el centro esta primavera electoral

Marcha del pasado viernes del 15M verde en la Puerta del Sol.

María Iglesias

¿Hay algo en común entre los 27 grados registrados en Sevilla este viernes 15 de marzo, y que más del 58 por ciento de trabajadores de la provincia no llegue a mileurista?

Los Viernes por el clima, o Viernes por el futuro (Fridays for future), se han extendido a España tras el paso dado, en agosto, por la sueca Greta Thunberg, de dieciséis años, que se plantó sola ante su Parlamento para exigir a las autoridades acción frente a la catástrofe medioambiental que los menores de 20 años sufrirán de pleno con ese 2030 de no retorno, según la ONU, hasta el 2080 cuando la temperatura del planeta será cuatro grados más alta. Su protesta se ha vuelto generacional y global con hitos como la convocatoria australiana de noviembre con 15.000 manifestantes, hasta este 15M con huelga internacionalprotestas con miles de participantes en mil ciudades, cincuenta españolas.

Ver emerger, en el desolador panorama político social, esta reacción de compromiso y trabajo para lograr objetivos ambiciosos y concretos es una fabulosa noticia. Sus protagonistas claman que no son “moda pasajera”. Y en España hemos constatado ya, entre las dos históricas citas feministas del 8 de Marzo, de 2018 y 2019, que sí hay un grupo muy joven, muy amplio y de principios muy arraigados que son un sólido motor de cambio. El ecofeminismo llega para desafiar al capitalismo heteropatriarcal, voraz hasta el suicidio.

El sistema no funciona

En la carta compartida este 15M por Thunberg y otras siete activistas por el clima, ellas hablan de “movimiento inevitable”, del que “no teníamos más remedio”, exigen responsabilidad a los adultos, políticos y ciudadanos, “por haber prendido la chispa” de un incendio que no sería razonable esperar “que los niños apaguen”, quieren “que sientan pánico y hagan algo”, porque “la inmensa mayoría de los que hoy hacemos huelga no podemos votar aún”. Añaden que “no se trata solo de reducir emisiones, sino de justicia: el sistema actual no sirve porque solo beneficia a los ricos”. Resumen su constatación en la frase: “El lujo que disfrutamos unos pocos en el norte del planeta depende de los sufrimientos de la gente que vive en el sur”.

Verdad como un templo. Y no solo en términos del Norte y Sur hemisféricos. Aquí en el borde sureño de la privilegiada Europa, estamos a 27 grados a mediados de marzo y 44 de cada cien currantes cobran 707 pavos. La verdad es clara: el sistema no funciona. No dejemos que la nuble ninguna maniobra de distracción. Ni la etiqueta que los reaccionarios lanzan de “anti-sistema” porque todo sistema político, económico, legal, de convivencia debe servir a la protección y el desarrollo de la vida, humana y natural. Ni la manipulación de quienes ahora vampirizan qué es “poner la vida en el centro”.

Igual que, por el éxito del movimiento por la igualdad de derechos de mujeres y hombres, Ciudadanos, PP y hasta el neofascista Vox han acabado defendiendo una especie de “feminismo suyo sin feministas”, ahora llaman “defender la vida” a intentar arrebatar a las españolas el derecho sobre su destino en la difícil decisión de abortar e intentar arrebatar sus hijos a las mujeres que llegan a España como migrantes.

Los cruzados del ultra-capitalismo son veloces y descarados hasta el ridículo. No innovan. Repiten fórmula. El comisario de arte Pedro G. Romero me contó el rodaje, hace una década o más, que hizo con el vanguardista Israel Galván en un piso VPO en Barcelona para evidenciar la pequeñez de los cuartos cuyas paredes casi tocaba con sendas manos el bailaor al estirarse y cómo les pasmó que una agencia turística empezara luego rutas por esas barriadas.

Repiten fórmula porque les funciona. Como dice Pepa Bueno, los jóvenes ecologistas de los viernes caerán simpáticos, como pasó a los Indignados de 2011 hasta que opten por alcanzar el poder real. Greta Thunberg acaba de ser hasta nominada al Nobel de la Paz. Quienes llevamos varias décadas a la espalda, ya hemos vivido que antes de aquel otro 15M de 2011, hubo, en 2001, el Foro Social Mundial del Otro Mundo es Posible de Porto Alegre y, antes la Movilización Objetivo 0’7% que empezó en 1981 y en 1994 se plasmó en centenares de tiendas de campaña en plazas y parques para destinar ese porcentaje del PIB a Cooperación Internacional.

Las oligarquías contestarán

Urge tejer sinergias ecofeministas, vínculos intergeneracionales. Los convencidos de que nos jugamos la supervivencia de la especie debemos ser más listos, estratégicos, ¡eficaces! Porque construir la alternativa será complejo en sí y requerirá renuncias de comodidades, de consumo. Y porque las oligarquías no elegidas pondrán cuantos obstáculos puedan para no ceder ni una hebra de poder sin importarles el horizonte de ejercerlo en un planeta de suelo desértico, mares estercoleros, donde cada bocado que ingieran lleve micro-plásticos. 

Frente a esto, los sondeos de opinión revelan que menos del cincuenta por ciento de los jóvenes votará en las inminentes elecciones. Las generales del 28 de abril y las municipales, autonómicas y Europeas del 26 de mayo son un pequeño paso para el votante, pero grande para el electorado. ¿Adelante o atrás?

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