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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Trump ganó a Susana Díaz

Casado

Juan José Téllez

El informe caritas no dejaba lugar a dudas. Lo mismo que cuando ganó y no ganó Javier Arenas. La lista más votada que desde hace años reclamaba el Partido Popular en Andalucía no gobernará. Y los conservadores andaluces, con el hombre que susurraba a las vacas y que ha perdido siete escaños respecto a 2015, presumiblemente se harán con la presidencia de la Junta si Ciudadanos no lo impide. Lo más probable, con el respaldo por activa o por pasiva de la ultraderecha a la que la derecha democrática europea no ha querido darle alas. Curiosamente, hasta anoche, el ultra Pablo Casado parecía más centrista que Adolfo Suárez.

La derecha extrema, la extrema derecha y la derecha del no se sabe muy bien, comparecían más fragmentadas que nunca a unos comicios y han terminado decidiendo el gobierno de los andaluces. Incluso si llega a un improbable buen puerto el cordón sanitario que los socialistas probablemente intenten auspiciar con Adelante Andalucía y con Ciudadanos para frenar al búnker, quizá con Juan Marín como presidente en San Telmo, qué cosas.

Un fantasma recorre el mundo. “El voto bronca”, le llamaron en Argentina. Donald Trump contra Hillary Clinton y Susana Díaz. La América profunda ha desbancado al PSOE andaluz, como antes hizo con Italia o con Brasil: pregunten en la calle por el ministro Salvini, que persigue a los sarracenos, y buena parte de la opinión pública le aplaudirá. Nadie responderá a ciencia cierta, sin embargo, sobre quién es Antonio Costa, por mucho que gobierne nuestro vecino Portugal desde una coalición de izquierdas.

El PSOE, con catorce diputados menos y el peor resultado de la historia, no sólo ha perdido ganando como consecuencia de que nos gobiernen los bancos y la asociación del rifle por esa deriva del Far-West que se está instalando en el imaginario a escala mundial. También lo han hecho por sus errores y tendrán que hacérselo mirar si no quieren diluirse como buena parte de la socialdemocracia comunitaria: al margen de fallos de gobierno y de añejas corruptelas, ha cargado su mochila con una insólita refriega interna que viene de largo y una campaña plana frente al despliegue de toda la derecha, en el espacio y en el ciberespacio.

¿Quién ha votado por Vox en Andalucía? Gente normal, dicen. Los que jaleaban las consignas contra Cataluña y a favor de España, que se han tragado que es posible bajar impuestos y aumentar servicios al mismo tiempo. Sólo que sus propuestas electorales no sólo dicen eso. Muchas de las mujeres que les han votado, ¿sabrán que este partido quiere derogar la Ley contra la Violencia de Género y eliminar las cuotas por sexo en las candidaturas electorales? Sólo había hombres en el videoclip ecuestre con el que anunciaron la Reconquista.

Cierto es que al común de los mortales, al parecer y alentados por rumores, tópicos y estereotipos, les va lo de deportar inmigrantes, pero, ¿sabrán que una de sus prioridades es incorporar a nuestro país a más “misiones militares de combate contra la amenaza yihadista”? Los viejos seguidores del andalucismo que les hayan votado, ¿sabrán que pretenden acabar con las autonomías? Los antiguos electores comunistas, podemitas o socialistas que les hayan respaldado, ¿estarán al corriente de que quieren fijar un mínimo exento de impuestos sobre la renta de 12.000 euros y un tipo único del 20 por ciento hasta 60.000 euros? Al menos, buena parte de sus propuestas no pueden llevarse a cabo desde Andalucía y tendrán que asaltar para ellos los infernales cielos de La Moncloa. Algo sumamente difícil, como sabe Pablo Iglesias, si a mayor atención mediática, mayor exposición y posibilidades de reacción en contra.

Tampoco ha ganado Adelante Andalucía. La izquierda es propensa a creer que la historia es larga aunque la vida sea corta. Aunque la calle sea suya y sean más necesarias que nunca las pancartas, los votos parecen ser de otros. ¿Alguien les ve apoyando la formación de un gobierno PSOE-CS, sinceramente? Ya no vive Santiago Carrillo para hacerse aquel harakiri crucial al que llamamos transición. Sin embargo, podría ser que como no se renueve la piel para la vieja ceremonia, esta formación mestiza que se quiere heredera del ilusionante 15-M quedará relegada a un eterno quiero y no puedo, a pesar de que supuestamente sus ideales y discursos pretendan beneficiar a quienes han votado mayoritariamente a centristas, populares y voceros. Porque no todos sus sufragios proceden de las altas esferas ni del facherío al uso.

En realidad, la única victoria clara en la Andalucía de ayer es la de la abstención. Pero no podrá formar gobierno.

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