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Un Gobierno sin cuota del PSOE andaluz
El Gobierno de Pedro Sánchez ha dejado boquiabiertos a todos los grupos del Parlamento andaluz. Desde los bancos de la izquierda hasta la derecha. Desde el feminismo hasta los gays, revolucionados con un ministro del Interior al mando de tantos cuerpos con uniforme. “Una obra de arte”, lo calificaba un diputado de la izquierda. Hasta diputados de Podemos reconocían que sus padres, antiguos votantes socialistas, volvían a mirar ilusionados al PSOE de Pedro Sánchez. Una jugada perfecta, a la espera de que lleguen las primeras decepciones, los errores y los derrapes en las curvas peligrosas.
¿Y qué piensan los socialistas andaluces? Oficialmente, están todos contentos; extraoficialmente, no han tenido más remedio que aceptar la realidad. La influencia de la secretaria general del PSOE de Andalucía y presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha sido nula a la hora de conformar el Gobierno, aunque tampoco era su pretensión porque su margen de maniobra era más bien escaso ante su rival en las dramáticas primarias socialistas de hace más de un año. Hay tres andaluces en el Consejo de Ministras y Ministros, pero no cuota del PSOE andaluz. Los tres -Carmen Calvo, María Jesús Montero y Luis Planas- fueron consejeros de Manuel Chaves.
El fichaje de la consejera más veterana del Ejecutivo autónomo, María Jesús Montero, como ministra de Hacienda partió del propio presidente del Gobierno, no desde San Telmo. A Montero la fichó Francisco Vallejo como viceconsejera de Salud y fue Manuel Chaves quien la nombró consejera. La nueva ministra de Hacienda ha trabajado con Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, los dos primeros acusados en el caso de los ERE, y con los tres ha trabajado con lealtad, sin necesidad de chapotear en el barro de las peleas orgánicas. Durante sus 14 años en el Gobierno andaluz, Montero ha gozado de mucha autonomía. La oposición ha lamentado su marcha, pero sin ella vivirán mejor.
Los que interpretaron el fichaje de Montero como un guiño a Susana Díaz, habrán tenido que revisar a cámara lenta el parpadeo con la entrada de Luis Planas como ministro de Agricultura. Planas intentó enfrentarse a Díaz en unas primarias en pleno julio de 2013. Lo hizo sin contar con más armas que su currículum y su capacidad de gestión, pero sin ningún ejército de militantes a la caza de avales y sin promesas de mejoras personales futuras. No pudo reunir las firmas necesarias, pese a los esfuerzos de su coordinador de campaña, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, mientras que Díaz recogió casi las del 50% del censo de militantes. A la presentación de su candidatura en Córdoba, no asistió ni el secretario general de su agrupación local, tampoco el de la provincial, el actual presidente del Parlamento, pero sí la entonces presidenta de la Fundación Alfonso Perales, Carmen Calvo, y el hoy diputado de Ciudadanos por Granada y exsocialista, Luis Salvador.
La entrada de Planas, cordobés de Valencia, en el Ministerio de Agricultura se la atribuyen a la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. Posiblemente hay muy pocas personas en España que sepan más de la Política Agraria Comunitaria (PAC) que Luis Planas, que fue embajador en Marruecos seis años. En dos ocasiones fue consejero andaluz de Agricultura, en la última formó tándem con el ministro del PP Miguel Arias Cañete en la negociación en Bruselas. Salió satisfecho de esa operación, aunque en el reparto posterior que hizo el Gobierno central de los Fondos de Desarrollo Rural, con él ya fuera de la Junta, Andalucía no salió tan favorecida. Ahora Bruselas quiere recortar un 5% los fondos de la PAC y desde la Junta de Andalucía llevaban semanas haciendo sonar el tambor de guerra exigiendo al Gobierno del PP que plante cara a la UE. Los sones, por ahora, han parado.
La tercera andaluza y la primera en la prevalencia jerárquica del Gobierno es Carmen Calvo. Feminista hasta el tuétano, miembro de la ejecutiva federal sin necesidad de padrinos y persona de confianza de Sánchez. Siempre ha presumido de no tener dependencia laboral de su militancia socialista. Aunque no se sabe cuándo serán las elecciones, los tres son ya candidatos a figurar en las próximas listas electorales al Congreso de los Diputados.
Para cubrir la salida de Montero, Díaz ha fichado a la feminista Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide y directora del Observatorio de Género de Economía, Política y Desarrollo. Ocupará la Consejería de Conocimiento, Investigación y Universidad, desde donde va a ser difícil que proyecte su voz y discurso feminista. Ahí estará pocos meses, lo que tarde Díaz en convocar elecciones. Si las gana, Gálvez pasará a otro destino. De la hacienda y economía andaluzas se encargará el anterior responsable de Universidades, Antonio Ramírez de Arellano.
Los socialistas andaluces están ahora expectantes de si habrá otros fichajes sureños en los segundos niveles de la Administración del Estado y en saber quién ocupará la Delegación del Gobierno en Andalucía, puesto por el que apuestan por alguien “neutral”, que es lo mismo que decir que no quieren a Gómez de Celis, rival de Díaz desde las Juventudes Socialistas, en la sede de la Plaza de España de Sevilla.
Hay dirigentes socialistas que aseguran que la llegada de Sánchez ayudará a la normalización de las relaciones internas entre los socialistas andaluces y los federales. De conseguirlo evitarían que algunos cargos institucionales andaluces dejen de mantener en secreto reuniones con miembros de la dirección de Ferraz. “Tenemos el mismo escudo y si el PSOE federal va bien, nosotros iremos mejor en Andalucía”, aseguran. “Si trabajamos en clave institucional, las asperezas orgánicas se limarán”, pronostican los más optimistas. Puede ser, pero también puede que no lo sea. Hay muchas derrapes en las curvas.