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Miserere por los ERE
Recuperada del todo de su dolorosísimo dolor del trigémino, la juez Alaya vuelve por sus fueros -y hasta por sus huevos, me atrevería a decir- para enchiquerar a otros 20 presuntos individuos por meter la mano en el cajón desastre que eran los ERE. Y lo hace la señora juez con el ansia viva de su gran afán por la Verdad, aumentada si cabe -que cabe- por la presunta adscripción política de los justiciables, casi todos ellos afines a la Junta de Andalucía, que igual diligencia quisiera yo que tuviera la Justicia española con otras corruptelas tan pingües y famosas como la que nos ocupa, como son las cuentas de Bárcenas o la tupida red Gürtel. Y que si el buen Dios no lo remedia -tengo mis dudas- acabarán librándose por un quítame allá esas pajas o esas escuchas telefónicas, que no sería la primera vez, que los jueces patrios son muy suyos cuando se trata de condenar a los prohombres y promujeres de la derecha española.
Y no me parece mal esta implacable persecución que la señora juez ha desatado contra los mangantes que desvalijaron en provecho propio los fondos destinados a pagar indemnizaciones por despido, que se merecen un castigo ejemplar, con derecho a que se les caiga el jabón en la ducha de la cárcel cuantas veces sea necesario hasta quedar nosotros satisfechos. Incluso aunque los demás chorizos antes mencionados, como Camps, Fabra o el yernísimo Urdangarín, sufran sólo el terrible castigo de quedarse sin postre durante una semana, que al final parece que esa va a ser la dura sentencia a la que van a ser castigados. Ojalá nos equivoquemos.
Es aquí donde reside la diferencia entre las izquierdas y las derechas patrias. A los que somos de la cáscara amarga nos produce sonrojo y vergüenza ajena que unos mentecatos desalmados roben lo que es de todos, sobre todo en tiempos de penuria como estos. Por el contrario, a la Brunete mediática y a otros arriscados montaraces les parece muy bien que se persiga a los ladrones, siempre que sean filo socialistas o filo comunistas, mientras disculpan las tropelías cometidas por los suyos, que han sido hechas por amor al PP y, por ende, a España.
Es aquí donde la Junta de Andalucía y el PSOE deberían marcar la diferencia con el actual Gobierno de España y con el Partido Popular, empeñados en dificultar la tarea de jueces y fiscales -que tampoco hacía mucha falta- cuando se trata de los suyos. Así, esperamos del señor Griñán no sólo que entone el miserere por tanto ere descontrolado, sino que tome cartas en el asunto, recupere el dinero que estos golfos apandadores se han llevado y nos explique cómo pudieron maniobrar a su antojo durante diez años sin que nadie se coscara del asunto. Que no dudo de su honradez y la de sus consejeros, aunque no puedo decir lo mismo de su grado de atención hacia la cosa pública.
Y si para aclarar todo el desaguisado deben colaborar de buena fe con la imparcialísima juez Alaya y con la no menos imparcialísima Fiscalía, háganlo, que serán debidamente recompensados en las próximas elecciones, sobre todo si tras entonar un sincero miserere por los eres, nos enteramos de que han dimitido de sus cargos todos aquellos que tenían que haber echado un ojo (o los dos) sobre los presuntos socialistos. Pueden tener la seguridad de que en el PP, con el señor Arenas a la cabeza, tendrán una dificultad sobrevenida, que para explicar lo suyo no creo que les sobren argumentos. Ni sobres propiamente dichos.
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