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Trump, los gatos de Springfield y el debate migratorio

Donald J. Trump, durante el debate organizado por ABC News en Filadelfia

María José Durán

EEUU —

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En uno de los momentos clave del debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris y Donald Trump, el segundo respondió a una pregunta sobre política migratoria diseminando lo que periodistas del país han denominado una noticia falsa. Estamos hablando del bulo de los migrantes haitianos que se comen las mascotas de un refugio de la ciudad de Springfield en Ohio. 

Una teoría conspiratoria tan burda que parece sacada directamente del manual de la Alemania nazi en los años 30, y que Trump no ha sido el único republicano que la ha repetido esta semana. 

Pero no quiero que el detalle jocoso distraiga de lo que en realidad fue el momento clave para los inmigrantes en este país: cuando, ante la pregunta de por qué la administración de Biden no ha hecho más para parar la oleada de migrantes en busca de asilo llegando a las fronteras, la vicepresidenta remató a gol y le planteó a Trump por qué él había “matado” una propuesta legislativa bipartidista de seguridad fronteriza–la primera en décadas–que tenía la esperanza de al menos ponerle parches a la situación. 

“Él (Trump) prefirió llevar su campaña acerca de un problema (el migratorio) en lugar de arreglarlo”, le espetó Kamala, para segundos después mirarle como una mira a un niño pequeño que se ha hecho pipí en la alfombra por segunda vez en lo que va de noche. 

Esta semana, una compañera de universidad de origen ecuatoriano compartía sus esperanzas para el futuro. Decía no saber si quería quedarse en Estados Unidos, o irse a otro país. Y claro, con el pequeño detalle de que, cuando termine su carrera el próximo mes de mayo, se quedará sin permiso de estudiante para vivir en el país. 

“Todo depende de lo que pase en las elecciones”, nos dijo. 

Esta compañera se refiere al plan de Donald Trump de deportar a entre 15 y 20 millones de personas si gana las próximas elecciones presidenciales de noviembre. Un número que parece exagerado, sobre todo teniendo en cuenta que en 2016 también prometió deportaciones masivas, y según este reporte de Human Rights Watch, el número de arrestos de personas sin documentos de residencia aumentó, pero no tanto como Trump anunciaba. 

Los republicanos están pintando a los inmigrantes como el coco, solo que en este caso, según Trump, comen perros en lugar de niños. No cabe duda de que lo están haciendo para aprovecharse del tirón que tiene en la opinión pública de este país la inmigración y arrasar votos

Eso no quita el terror en las comunidades inmigrantes cuando veían aparecer a los agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas, más conocido por ICE por sus siglas en inglés, una fuerza policial conocida por sus abusos a inmigrantes.

Sin embargo, hay que señalar a los que tienen la esperanza de que un posible segundo gobierno de Trump estuviera plagado de la incompetencia y lentitud que vimos en el primero, que las cabezas pensantes del partido republicano ya tienen la solución. Se llama el Proyecto 2025, un documento de más de 900 páginas que serviría de hoja de ruta para avanzar la agenda conservadora incluso si no alcanzan mayoría en el Congreso y el Senado. 

El Proyecto 2025 plantea despedir a los funcionarios del amplio gobierno federal de Estados Unidos que no son cargos políticos–desde los empleados que se ocupan de revisar las vías de trenes a los académicos investigando bacterias en el océano–para sustituirlos por adalides políticos del partido conservador, sorteando así la resistencia que este gigante llamado “el Tío Sam” tiene al cambio. 

Los republicanos están pintando a los inmigrantes como el coco, solo que en este caso, según Trump, comen perros en lugar de niños. No cabe duda de que lo están haciendo para aprovecharse del tirón que tiene en la opinión pública de este país la inmigración y arrasar votos en las próximas elecciones. Así, pavimentar el camino para destruir las bases del estado democrático y amasar, si cabe, aún más poder. Y no soltarlo nunca. 

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