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Los militares y la OTAN

La OTAN estará abierta mañana pero parte del personal trabajará desde casa

Willy Meyer

Experto en temas de seguridad y defensa y ex eurodiputado de Izquierda Unida en el Parlamento Europeo —

La incorporación del ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Julio Rodríguez, a las listas de Podemos para el 20D, ha abierto un debate sobre la conveniencia o no de la participación de militares de alta graduación en opciones políticas.

Desde una visión progresista del papel de las Fuerzas Armadas, la participación de los profesionales de la Defensa en la vida política, incluida su participación en las diferentes convocatorias electorales, es algo saludable y deseable. Incluso, muchos defendemos que en tiempos de paz, el personal militar debería tener los mismos derechos que cualquier civil, incluida la sindicación.

Es absurdo pensar que la ideología de los y las militares se queda en la puerta de los cuarteles. Es tan absurdo como pretender que la política de seguridad y defensa es de su exclusiva competencia. Muy al contrario, el debate y acuerdos sobre los diferentes Sistemas de Seguridad y Defensa debe corresponder a toda la ciudadanía como así sucede con todos los temas que tienen que ver con la política de Estado.

Lamentablemente, en el caso de España, la única vez que la ciudadanía fue consultada sobre el tipo de seguridad que debería tener nuestro Estado (referéndum sobre la permanencia en la OTAN en 1986) se resolvió contraviniendo las tres condiciones aprobadas mayoritariamente: no pertenecer en su estructura militar; no permitir el tránsito de armamento nuclear; y reducir progresivamente la presencia militar norteamericana en nuestro territorio.

La polemología (el estudio objetivo y científico de las guerras, sus orígenes y consecuencias) no es, no ha sido ni será de exclusivo interés de los y las militares en activo. Cada vez hay una mayor exigencia de la sociedad organizada de participar en debates sobre las diferentes opciones en materia de Seguridad. No debemos olvidar que la profesionalización de las Fuerzas Armadas en España se produjo gracias a un amplísimo debate y movilizaciones de la sociedad para poner fin al servicio militar obligatorio. Sin ese papel activo de la sociedad, muy probablemente no se hubiese producido.

Es por eso que incorporaciones como la del general Julio Rodríguez favorecen el debate civil sobre el tipo de seguridad en un momento crítico en la seguridad y los conflictos. Y es ahí donde el general Rodríguez aporta su experiencia para defender un modelo de seguridad - el de Podemos - dentro de la OTAN.

Por lo que apuesta Podemos es “por un reforzamiento de la defensa europea, defendiendo esa posición estratégica europea dentro de la OTAN. Seguiremos respetando los acuerdos de la organización a la que pertenecemos como es la OTAN y la UE, pero apostamos por una defensa integral europea, que creo que es el futuro”, afirma Julio Rodríguez.

 Y es, en este punto, donde se debe centrar el debate: ¿Se puede garantizar una seguridad europea dentro de la Alianza Atlántica? ¿La OTAN desarrolla una política para la seguridad humana o por el contrario es un obstáculo para alcanzarla?

Otro general, en este caso alemán, Gert Bastian, general de Estado Mayor y comandante de la 12 División Blindada de la Bundeswehr, abandonó el ejército en 1980 en protesta contra la decisión de la OTAN de estacionar armas estratégicas (los conocidos como “euromisiles”), contribuyendo a un debate que ayudó a la defensa del desarme y del papel que debería haber jugado Europa contra los Bloques Militares. Al igual que él, otros altos mandos de ejércitos europeos como el general Nino Pasti de Italia o el almirante Rosa Coutinho de Portugal, se posicionaron contra la propia existencia de la OTAN. En España, solamente reaccionaron en contra de ese rearme europeo los militares de la extinta Unión Militar Democrática y muchos de sus fundadores jugaron un papel activo para defender nuestra salida de la OTAN.

Dos ejemplos de profesionales militares de alta graduación y dos modos de entender su papel en la polemología. El debate al día de hoy - que formará parte de la campaña electoral - es precisamente ese: si el actual Sistema de Seguridad basado en la OTAN y el despliegue de fuerza militar norteamericana en el mundo es el apropiado para la seguridad humana o no.

Las razones para un modelo de seguridad alternativo son a mi juicio contundentes:

Desde 1999, la OTAN viene reiterando su concepto estratégico de que podrá intervenir en cualquier parte del mundo sin la autorización expresa del Consejo de Seguridad de ONU, esto es, vulnerando la Carta de las Naciones Unidas. Ha convertido en objetivos militares problemas que merecen una respuesta civil, como el crimen organizado, el terrorismo, los flujos migratorios o la escasez de recursos naturales.

La OTAN mantiene la disuasión nuclear como parte de su modus operando y ha formado parte de guerras ilegales que han desencadenado reacciones que multiplican la inseguridad en el mundo. Por acción u omisión forma parte de la particular forma de actuar de la seguridad estadounidense: uso de la tortura en los interrogatorios, detenciones ilegales, interceptación generalizada de comunicaciones, espionaje vía satélite y ejecuciones extrajudiciales.

Con un gasto anual previsto de 227 mil millones de dólares, la OTAN invita a los Estados miembros a gastar un 2% de sus PIBs, alcanzando así un 65% de todo el gasto mundial en defensa, en detrimento de los gastos sociales y utiliza parte del despliegue militar norteamericano en el mundo (761 lugares) para realizar sus operaciones - muchas de ellas fuera del marco legal de la Carta de Naciones Unidas - para garantizarse el expolio de recursos naturales.

El vínculo Atlántico de la Seguridad Europea con los EEUU de América y el despliegue de sus bases en Europa (452), impide a Europa mantener una política de paz y seguridad propias basadas en el desarme y el respeto a la Carta de las Naciones Unidas por lo que el balance no puede ser más negativo.

Las Guerras de Iraq, Afganistán, Siria o Libia, no sólo no han conseguido “pacificar” esas zonas geoestratégicas, sino que han aumentado la inseguridad, la presencia de fuerzas del yihadismo radical y del llamado Estado Islámico o Daesh.

Alternativas

Por tanto, no se puede demorar por más tiempo la construcción de un Sistema de Seguridad Alternativo, sin OTAN y sin bases norteamericanas, que se asiente en lo que hoy genera inseguridad en el mundo porque el siglo XXI demanda un modelo de seguridad rupturista con el actualmente existente que inicie un periodo de transición, el ‘transarme’, que permita alcanzar un mundo desarmado y desmilitarizado.

El ‘transarme’ supondrá un ahorro de miles de millones de dólares anuales susceptibles de ser empleados en cooperación para el desarrollo de los países del sur y sostener las conquistas sociales de los países desarrollados. Haría más difíciles los conflictos y se podría actuar con más recursos sobre el principal problema de la inseguridad: la desigualdad, el hambre y la muerte por enfermedades fácilmente curables.

Si ese es el objetivo, habrá que dar pasos en esa dirección. Hoy más que nunca las políticas de defensa deben ser decididas con la máxima participación democrática, esto es, por decisión de la representación de la soberanía nacional, consultando mediante referéndum las grandes decisiones y abriendo la posibilidad de crear órganos consultivos con participación de investigadores por la paz, ONG, y asociaciones interesadas en la paz y el desarme.

El tratamiento informativo sobre los conflictos, interesado, sesgado y la mayoría de las veces cómplice y laudatorio con el actual sistema de seguridad, requerirá de la sociedad civil una respuesta que permita no sólo contrarrestar, sino informar, lo más veraz y objetivamente del origen de los conflictos y sus posibles soluciones.

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