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Así se estrenaron los rastreadores de contactos con el primer “paciente autóctono” de coronavirus en Andalucía

Profesionales de la sanidad pública desarrollan 2.096 estudios clínicos en Andalucía, 26 centrados en el coronavirus

Daniel Cela

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  • En febrero, el equipo de vigilancia epidemiológica de la Junta investigó el entorno de un sevillano de 62 años que dio positivo en COVID; ahora el Ministerio de Sanidad ha señalado a estos rastreadores como figuras clave en el plan de desescalada

A finales de febrero, Miguel Ángel Benitez, un hombre de 62 años natural de Sevilla, ingresó en el hospital Virgen de Rocío con “una neumonía de origen comunitario”. Era el primer hospitalizado en Andalucía que daba positivo por coronavirus (el décimo en España). Lo que le hacía distinto al resto es que se trataba de un “paciente autóctono”, es decir, que no había viajado a ninguno de los países afectados por el virus y, que él supiera, tampoco había estado en contacto con otros pacientes ya infectados.

Para descubrir el origen de ese contagio, la Consejería de Salud dispuso de un equipo de profesionales del Área de Vigilancia Epidemiológica, que siguió la trazabilidad del virus en el paciente de Sevilla: se contactó por teléfono con todo su entorno, a modo de círculos concéntricos, desde los más próximos (familiares, amigos, vecinos) hasta los menos allegados (compañero de trabajo, dependientes de comercios próximos a su domicilio). Diez días después, los “detectives” de Salud reconstruyeron el posible momento del contagio -una convención de trabajo de entidades financieras en un hotel de Málaga, a la que había asistido Benítez- y el posible paciente cero (un compañero que se sentó junto a él, y que había pasado las vacaciones en Canarias, en contacto con turistas asiáticos). Ahí el trabajo de los rastreadores se bifurcó: unos siguieron los pasos de Benítez de Málaga a Sevilla, para ver si él había extendido la infección entre los suyos; y otros empezaron a llamar a su compañero de trabajo, su familia, sus amigos, el hotel en el que pasó sus vacaciones en Canarias...

Esta labor de investigación y rastreo, pensada para hacer seguimiento del avance de la pandemia, está en manos de la Red Epidemiológica de Andalucía, que cuenta con alrededor de 450 profesionales, según datos de la Junta. Desde el inicio del brote ha incorporado alrededor de 200 voluntarios de otros servicios y profesionales sanitarios jubilados con experiencia en sistemas de información. Dos meses y medio después, el Ministerio de Sanidad ha señalado a estos rastreadores de contactos como la figura clave en el plan de desescalada,Ministerio de Sanidad y ha depositado en ellos la responsabilidad de monitorizar el plan de desconfinamiento por fases y por territorios para no perder el control de la epidemia.

Nuevo foco de atención, en los centros de salud

A Miguel Ángel Benítez le dijeron en el hospital que tenía un cuadro clínico neumológico corriente, “probablemente por una gripe”. Ingresó con fiebre y placas en la garganta el 20 de febrero, le hicieron la prueba PCR y cinco días después le confirmaron positivo en coronavirus. Cuando finalmente salió del hospital, los rastreadores habían peinado prácticamente a todos los contactos de su móvil. Él aún tuvo que permanecer 14 días aislado en cuarentena dentro de su domicilio, y durante muchos más días siguió recibiendo llamadas del equipo de vigilancia para conocer su evolución, sus síntomas, sus secuelas...

Mientras la presión hospitalaria disminuye, la relajación de las medidas de confinamiento, la salida paulatina de la gente a la calle y la apertura de tiendas y comercios también obliga a los rastreadores a moverse: de los hospitales a los centros de Atención Primaria, que en Andalucía han recuperado las consultas y citas presenciales desde este lunes. La Consejería que dirige Jesús Aguirre acaba de planificar la coordinación de los profesionales de la Red de Alerta Epidemiológica con los centros de salud y los médicos de familia, los primeros en detectar los posibles síntomas de contagios. “Antes de que Sanidad los llamase rastreadores, nosotros ya trabajábamos con esa clave, desde el primer paciente localizado”, aseguran desde Salud.

El trabajo consiste en recopilar y analizar todos los datos relativos a la COVID-19 (personas con sintomatología compatible, con resultados positivos, fallecidos en ambos grupos y curados), detectar cadenas de transmisión y detenerlas, frenando el número de contagios y controlando la epidemia. Se trata de un equipo diseminado que trabaja en coordinación; algunos están de manera presencial en los distritos de Atención Primaria, otros en las unidades de enfermería preventiva de los hospitales, en las delegaciones territoriales de Salud, y en los servicios centrales de la Consejería. La información que recaban se remite diariamente a la Red de Vigilancia Nacional y al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, y a la Red Europea.

30.000 registros en dos meses

Con carácter general, este servicio realiza unos 15.000 registros de media al año relacionados con las enfermedades de declaración obligatoria, aquellas patologías transmisibles que los profesionales sanitarios están obligados a notificar por ser de especial importancia para la comunidad.

Desde que comenzó la crisis del coronavirus en China, los profesionales de esta red han realizado un estrecho seguimiento de la actividad del coronavirus y sólo entre los meses de febrero y marzo se realizaron 30.000 registros vinculados con la enfermedad, doblando en este periodo su actividad media anual. 

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