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Salud pública Los nombres de las listas de espera
Antonio, dos años esperando a operarse: “Me he sentido atrapado en un bucle de reclamaciones y burocracia sin respuesta”

Antonio espera una llamada del Hospital Universtario de Jaén para ser operado

Álvaro López

Linares (Jaén) —

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A Antonio Cantero cualquier mínimo dolor de estómago le pone en alerta. Con 49 años, este oriundo de Linares (Jaén), lleva más de una década luchando contra una enfermedad intestinal llamada diverticulitis y localizada en su colon. Los primeros dolores comenzó a sufrirlos en 2008 cuando algunos alimentos le dejaban incapaz de poder ni siquiera moverse, y tras muchas pruebas y pocos resultados, el diagnóstico acabó revelando su enfermedad. Por la misma, ingresó en la lista de espera para operarse el 21 de diciembre de 2021 y no será hasta el próximo día 26, como si de un regalo de Navidad se tratase, cuando pase por el quirófano. Más de dos años de espera.

Ingeniero de minas, pero funcionario de Justicia, Antonio Cantero acaba de trasladarse a Éibar (Guipúzcoa) por trabajo. Lo ha hecho tras pasar los últimos seis meses insistiendo en el Hospital Universitario de Jaén para que le operasen mientras se le asignaba un nuevo destino. “He puesto cuatro reclamaciones y no había puesto más porque ahora mismo no tengo el portátil a mano, pero solo me ha faltado hablar con el gerente”. Desde Euskadi, Cantero cuenta su lucha para poder llevar una vida normal. “La falta de empatía en el sistema de salud me ha impactado profundamente. Siento que mi situación se había vuelto invisible para aquellos que deberían estar aquí para ayudar”.

Empezando por el final, llevaba tanto tiempo esperando que el próximo 19 de diciembre caducaba la prueba de preanestesia que le hicieron para intentar operarle en cuanto hubiese hueco. Casi sin esperarlo y habiendo perdido toda esperanza, finalmente ha recibido la llamada del Hospital Universitario de Jaén para operarse el 26 de diciembre, pero el tiempo que ha pasado esperando le ha hecho mella. De hecho, había superado con creces los 180 días de tiempo máximo que se da el Servicio Andaluz de Salud (SAS) para operar a pacientes de su tipología.

Según la normativa, Antonio podría haber acudido a la sanidad privada y que la pública le abonase el costo de la operación. “La excusa que me han puesto es que no hay anestesistas suficientes y entiendo que hay pacientes prioritarios, como los que sufren cáncer de colon, pero yo también necesito acabar con mis dolores”. Dolores que son tan fuertes que llegan a producirle vómitos y que, como él cuenta, le han hecho experto en aquello que puede y no puede comer. “No sé cuántos años llevo sin comerme un huevo frito o un trozo de chorizo, con lo que me gustan”.

Una operación de diez centímetros

En esencia, la diverticulitis de colon que padece le genera unos gases que le provocan molestias incapacitantes. “He tenido suerte de que siempre me han ocurrido en fin de semana y no me han afectado a mi trabajo, pero no puedo hacer nada cuando sufro los dolores”. La operación que necesita -y que se llevará a cabo en unos días- consiste en eliminar diez centímetros de intestino, que es donde se sitúa la inflamación que provoca todos los males. Algo con lo que convive desde hace ya “demasiado tiempo”. “Cada día que pasa sin una solución clara es una carga adicional. No solo enfrento el dolor físico, sino también la angustia mental de la incertidumbre constante”.

En su caso, hay otra variable que marca su situación. Como acaba de mudarse a Éibar por trabajo, ha mantenido su médico en Jaén por miedo a perder su puesto en la lista de espera. “De hecho, aquí tengo localizado al médico por si me pasa algo”. Una experiencia que ha vivido en otras ocasiones, como cuando estuvo desplazado en A Coruña: “Tenía que explicarle yo a los médicos qué me pasa y cómo me suelen tratar, porque lógicamente no sabían nada de mí. Lo que creo que es un problema de la sanidad española, porque con la movilidad que tenemos actualmente el historial debería ser compartido”.

“La espera ha sido un desafío diario. Cada dolor, cada síntoma, se vuelve una prueba de paciencia mientras espero mi turno para la cirugía”, admite Antonio desde la resignación. “La burocracia ha convertido esta experiencia en una pesadilla. No solo enfrento la enfermedad, sino también la frustración de no obtener respuestas claras”. En su caso, como no tiene hijos ni pareja, se siente más libre para poder estar sobrellevando los episodios de dolor porque no tiene más responsabilidad que consigo mismo, pero de igual modo no quiere sentirse un ciudadano de segunda. “Necesito operarme para poder vivir una vida normal”.

No es para menos, después de tantos años conviviendo con su dolencia se ha abonado a un ejercicio de superación continuo. “Cada día que pasa en la lista de espera parece una eternidad, y la incertidumbre afecta no solo a mi salud física, sino también mi bienestar emocional”. Por ello, Antonio Cantero tiene claro que su situación es extrapolable a la de muchas personas: “Mi historia es un reflejo de los desafíos que enfrentan muchos pacientes en el sistema de salud. Necesitamos ser escuchados y tratados con la dignidad que merecemos”.

Con todo, valora lo ocurrido de forma optimista. “A pesar de todo, mantengo la esperanza de que mi historia contribuya a un cambio significativo en la forma en que se gestionan las listas de espera y se brinda atención médica”.

La diverticulitis que sufre desde hace ya más de una década no ha podido con su lucha. Apuesta por seguir reclamando ya no solo por su situación, “sino porque hace falta que el sistema sanitario mejore para todos”. Aunque la Navidad le ha deparado un regalo en forma de operación, todo tiene un coste y es que asume que tendrá que abonar alrededor de 400 euros poder viajar desde Éibar hasta Jaén. “Necesitamos un sistema que ofrezca soluciones de manera más eficiente”.

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