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Sucesos
Tras los últimos pasos de Ibrahima Diouf, el jornalero desaparecido en Jaén tras discutir con su capataz

Piscina natural de Mogón donde los investigadores buscan restos de Ibrahima Diouf

Álvaro López

Villacarrillo (Jaén) —

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Ibrahima Diouf nunca llegó a la estación de tren de Villacarrillo (Jaén). Aquel 5 de enero de 2021 pretendía iniciar una nueva vida junto a su hermano en Lepe (Huelva), pero nadie volvió a verle. Su paradero es una incógnita desde entonces y lo poco que se sabe es por boca de su familia. Dicen que fue a casa del que era su capataz cuando trabajaba como jornalero de la aceituna, pero que nunca más se supo de él. Ahora, casi dos años después de que se le perdiese la pista, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil trata de dar con sus huellas y en elDiario.es Andalucía visitamos algunos de los puntos claves de la investigación.

Aunque el día a día de Villacarrillo sigue el pulso de un pueblo eminentemente agrícola y que trata de evitar que sus vecinos más jóvenes sigan emigrando en busca de mejores oportunidades, lo cierto es que basta hablar con cualquiera para que el nombre de Ibrahima Diouf y el de su capataz, Ginés V.L., se conviertan en el centro de la conversación. Desde que el joven senegalés de 32 años desapareció cuando debía haber cogido un autobús desde Jaén a Huelva, todos se preguntan qué ha sido de él y muchos señalan al que fue su jefe, investigado en estos momentos por la Guardia Civil.

En las últimas semanas, la UCO ha registrado varias propiedades del capataz y ha recogido todo tipo de muestras para dar con las señales que indiquen qué pudo haber sido de Ibrahima. Su hermano, que le esperaba en Lepe para iniciar una nueva vida, ha dado por hecho en multitud de ocasiones que no volverá a verle con vida. Después de tanto tiempo, las esperanzas de hallarle sano y salvo son tan minúsculas como lo poco que sabe de qué le pudo haber sucedido. Recorriendo Villacarrillo solo asaltan dudas.

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Nada más poner un pie en esta localidad jienense, el visitante puede encontrarse con varios de los puntos clave de la investigación que está llevando a cabo la UCO. A pocos metros de una rotonda en la que se está levantando uno de los supermercados más conocidos de España, se sitúan un bar y un garaje en los que los investigadores ya han centrado sus esfuerzos. Ambos son propiedad de Ginés V.L., el capataz sospechoso de la desaparición de Ibrahima Diouf. De hecho, entre los vecinos de Villacarrillo circula un vídeo en el que se ve a este empresario agrícola entrar y salir por una de las ventanas del local de hostelería que actualmente tiene alquilado, incrementando la rumorología sobre él.

Si se les pregunta a los viandantes, lo más que se atreven a decir es que “nadie sabe realmente lo que ha pasado”, mientras miran con recelo al garaje y al bar. En Villacarrillo no hay una sola cochera que no tenga una puerta lo suficientemente alta como para que entren tractores porque la vida agrícola de los lugareños hace uso de este tipo de vehículos, lo que delata que casi cualquier vecino ha oído hablar de Ginés V.L. como empresario de la aceituna. “Tiene varias fincas de olivares, pero todas están en zonas de difícil acceso y en cuesta porque son más baratas de comprar y suelen recibir subvenciones”, explican los villacarrillenses.

Como el caso está bajo secreto de sumario, nadie sabe qué ha podido encontrar la UCO en el garaje y en el bar, pero sí hay fuentes oficiales que hablan de que se ha inspeccionado al menos un pozo ubicado entre estas dos localizaciones. En principio, Ibrahima Diouf no tenía por qué haber estado en ninguno de estos dos lugares, pero las pesquisas invitan a los investigadores a recoger pruebas en todos los lugares que sean propiedad de su capataz. De hecho, muy cerca de estos dos puntos está la vivienda que cada invierno utiliza Ginés como alojamiento para sus jornaleros. La vivienda en la que Ibrahima pasó sus últimos días antes de desaparecer.

Todo está tranquilo en el inmueble, aunque la adusta fachada y el escaso mantenimiento que se aprecia desde el exterior permiten imaginar una vida algo complicada en sus estancias para quienes estuvieran allí. Ibrahima no fue el único jornalero que utilizó esta vivienda temporal; también lo hizo Tidiany Coulibaly, otro trabajador del campo que desapareció también en extrañas circunstancias en 2013 tras reunirse con Ginés. Entonces, la investigación policial llegó a encontrar las orejeras de Coulibaly en una finca en la que nunca había trabajado y un perro de la Guardia Civil señaló que en un olivo parecía haber restos humanos. No se encontró nada concluyente y el empresario agrícola fue absuelto.

Un sospechoso “huraño”

Pero en Villacarrillo a todo el mundo le sorprende la coincidencia entre los dos casos y que Ginés V.L. sea el capataz de los dos jornaleros desaparecidos. Desde que la UCO visita asiduamente Villacarrillo, los vecinos aseguran que el empresario ha abandonado su vivienda habitual y ha vuelto a la de sus padres, situada muy cerca del garaje, el bar y la vivienda que renta cada campaña de aceitunas a sus trabajadores. Tiene dos hijos y ha estado casado, aunque pocos saben cuál es su situación familiar actual.

Antonio, que se dedica a la aceituna y regenta un taller de coches, es vecino de los padres de Ginés, por lo que conoce bien al empresario agrícola. “Es un hombre algo huraño, que siempre se ha dedicado al trabajo y aquí lo consideramos raro porque apenas ha sido muy dado a salir a tomarse algo”. Estuvo en la Legión y jugó durante algún tiempo al baloncesto. De estatura media y corpulento, dos señoras del pueblo, que prefieren no identificarse, aseguran que hace años era un hombre “algo conflictivo”. Dicen quienes saben de él que ha estado involucrado en algunos episodios violentos del pueblo, pero que nadie puede asegurar que esté involucrado en la desaparición de los jornaleros porque les resulta algo casi increíble para un pueblo tan tranquilo.

Aunque trabaja en el campo y se mueve por zonas que no son de fácil acceso, tiene un coche normal y corriente que permanece desde hace días aparcado en la vivienda de sus padres. “La verdad es que se hace difícil imaginar que haya podido hacerle algo a esas personas y haber utilizado sus vehículo para mover lo que haya tenido que mover”, dice Manolo, otro lugareño que conoce a Ginés desde que ambos eran críos. A Manolo lo encontramos precisamente junto a la vivienda en la que habitualmente vivía el capataz y que ahora permanece vacía con una bicicleta en su balcón.

Su casa está ubicada en una de las barriadas más humildes de Villacarrillo a la que los vecinos llaman con cierta sorna Carabanchel por las similitudes en cuanto a las viviendas y a las familias que viven en él. “La verdad es que es un barrio repleto de clanes gitanos y mucha droga, pero la vida es bastante tranquila”, dice Manolo mientras suenan de fondo Los Chichos y un perro pasea por la carretera principal del pueblo que divide al Carabanchel de Villacarrillo del casco histórico que queda al otro lado de esta vía. En esta zona han estado miembros de la UCO buscando pruebas que no han trascendido, pero que sí han dado pie a conversaciones a pie de barra de bar. “Ginés no era mucho de pasearse por aquí, así que no sabemos qué han podido buscar”.

Pero el hermano de Ibrahima Diouf sí señala este punto como un lugar clave. Dice que fue el último al que Ibrahima acudió porque había quedado con su capataz para que le abonase unas cantidades que le adeudaba por su trabajo antes de que emprendiese su viaje hacia Lepe. Por esas palabras, la UCO ha examinado la vivienda y los alrededores con celo. Y desde que los investigadores han estado allí, pocos han visto al empresario agrícola en plena calle. “Este verano le veíamos pasear por el Paseo del Santo Cristo con sus hijos, pero ahora casi nadie le ve”, dice otro vecino.

Ese paseo es, además del centro neurálgico de la vida de Villacarrillo, otra de las localizaciones importantes de esta historia. Allí se suelen reunir jornaleros migrantes cada mañana para que algún capataz les ofrezca trabajo. Allí estuvo Ibrahima Diouf cuando conoció a Ginés y dicen los testigos que en su día también estuvo Tidiany Coulibaly, el otro jornalero desaparecido. Este año la temporada de la aceituna, que se suele extender entre noviembre y marzo, hace que aún haya pocas personas buscando trabajo y aún menos que quieran hablar del tema. “Aquí nadie pregunta nada y hacemos vida normal”, dice uno de los jóvenes que suele regentar la zona para trabajar en el campo.

La piscina natural de Mogón

Reconstruyendo los que pudieron ser los últimos pasos de Diouf, es inevitable acercarse hasta Mogón. Esta pedanía de Villacarrillo, conocida popularmente como la Marbella del entorno por tener viviendas de cierto lujo y ser un lugar paradisíaco en verano, ha sido otro lugar inspeccionado por la UCO. Agentes subacuáticos centraron sus esfuerzos en la piscina natural de esta localidad conocida como El Molinillo. Allí, los investigadores tomaron pruebas del agua y de los restos que pudieran conducir hasta Ibrahima, aunque quienes viven en esta zona dudan de la eficacia de estas indagaciones. “Cada año entra una retroexcavadora a limpiar el fondo de la piscina y las compuertas se suben y se bajan casi cada día. Lo que están buscando, si es que lo hay, igual está en Córdoba o Sevilla”, dice Juan, un jubilado que pasa sus horas charlando con los pocos habitantes de Mogón. Dice eso porque la piscina se llena con las aguas de un Guadalquivir que nace a pocos kilómetros de allí, en Cazorla.

Rehaciendo el camino que lleva desde Mogón a Villacarrillo, hay varios senderos agrícolas que están en el punto de mira de los investigadores. Nadie descarta que, aprovechando que son poco transitados y que escapan de la vigilancia de la policía, alguien haya podido transportar el cuerpo sin vida de Ibrahima Diouf por estos caminos. Paseando por la zona, los vehículos que pasan por ella son muy pocos y la soledad es patente. A ambos lados de estos senderos agrícolas hay fincas de olivares. “Para pasar por aquí hay que conocerse todo esto muy bien”, dice uno de los guías que acompaña a elDiario.es Andalucía. Una realidad que alimenta las sospechas sobre el posible final del jornalero desaparecido.

Villanueva del Arzobispo, en dirección a Albacete, es el otro punto caliente de la investigación. Allí está otra de las fincas de Ginés V.L. conocida como La Moratilla. Ubicada en un lugar escarpado, frío y de difícil labranza según explican los agricultores consultados, desde hace días permanece precintada para evitar el paso de curiosos, dada la importancia de lo que pueda haber allí. Precisamente en este campo se encontraron las orejeras de Tidiany Coulibaly, aunque nunca trabajó allí, y los investigadores supieron por uno de sus perros que había restos sospechosos que nunca pudieron comprobar que fuesen de Coulibaly. “Es mejor no meterse en la vida de nadie. Yo me limito a hacer mi trabajo y no miro qué hace el resto. He oído hablar de Ginés, pero esta zona es muy tranquila y muy grande como para saber si ha pasado algo”, dice Pepe, otro empresario agrícola que tiene su campo junto con el de La Moratilla.

Sin más rastro que el que los investigadores de la UCO han ido dejando con su presencia, las pesquisas se centran ahora en una vieja estación de tren situada a las fueras de Villacarrillo. Los agentes buscan pistas que puedan permitir identificar el paradero de Ibrahima Diouf en una infraestructura que se ha convertido en escombrera de las obras de la autovía A-32, entre Linares y Albacete, que se está ejecutando al lado. De momento, no ha trascendido ningún avance al respecto y la cautela impera en todos los organismos oficiales consultados. Las últimas horas de Ibrahima son un misterio sin resolver que mantienen al principal sospechoso de su desaparición, Ginés V.L., en el punto de mira de los investigadores.

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