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De la cárcel franquista a la voz de los cantautores: Carlos Álvarez, el último poeta comprometido

El poeta Carlos Álvarez

Alejandro Luque

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Su padre fue fusilado y conoció las cárceles franquistas, pero también la gloria de los poetas cuya obra va de boca en boca, llevada por la música. Carlos Álvarez, jerezano de 1933, murió el pasado 27 de febrero en Madrid a los 88 años de edad, alejado de los focos mediáticos e ignorado por las antologías a pesar de haber sido uno de los grandes autores comprometidos del siglo XX español, el último testigo de una generación en la que también brillaron nombres como Blas de Otero o Gabriel Celaya.

Hijo del capitán de la Guardia de Asalto José Álvarez Moreno, militar fiel al Gobierno constitucional de la República y que fue fusilado en Sevilla por las fuerzas golpistas del general Queipo de Llano, Carlos Álvarez creció bajo el trauma de aquellos años, que compartió con cuatro hermanos mayores. En uno de sus poemas recordaba este hecho remedando a Antonio Machado: Mi infancia son recuerdos de un muro de Sevilla

Desde joven fue inclinándose a la militancia política y al activismo antifranquista, lo que le costó cuatro duros presidios entre 1958 y 1974. “Fue, después de Marcos Ana, el poeta que más tiempo pasó en la cárcel”, apunta un colega y paisano de Cádiz, Antonio Hernández. “Después de aquellas experiencias negras, necesitaba salir de casa a menudo, respirar aire puro. Nunca se olvidó de aquello”.

Poética y política

Tras publicar en 1962 y en Dinamarca su primer libro, Escrito en las paredes, Álvarez escribió al año siguiente el poema SOS, dedicado al político comunista Julián Grimau y leído en la emisora Radio España Independiente, que le valió tortura y cárcel. El escritor Andrés Sorel, compañero de militancia, recordaba que tuvo que comparecer ante un consejo de guerra en el que fue condenado a 25 meses de cárcel por una carta de protesta dirigida al conocido crítico de cine franquista Carlos Fernández Cuenca, que comparó a Julián Grimau con el nazi Adolf Eichmann.  

Fue activo partícipe de un tiempo que todavía creía en la capacidad de la poesía para transformar la realidad e influir en las conciencias, y en la que los poetas debían implicarse, como él mismo aseguraba, “hasta la lucha final para que el mundo cambie de base”.

El tono de su poesía, plasmada en títulos como Noticias del más acá (1964), Papeles encontrados por un preso (1967), Tiempo de siega y otras hierbas (1970), Aullido de licántropo (1975) o Versos de un tiempo sombrío (1976), entre otros, busca siempre dirigirse al ciudadano de a pie, despojando a la lírica de cualquier forma de elitismo u oscuridad expresiva, y al mismo tiempo escribiendo con una gran exigencia formal. En palabras de su amigo José Esteban, “como le pasaba a Neruda, su poética es también política, y estos versos están comprometidos políticamente y deben ser juzgados, quizá también, a partir o a través de ese compromiso”.

Un letrista fabuloso

No obstante, si hubo un vehículo que permitió que la palabra de Álvarez, como la de tantos compañeros en el oficio de las letras, llegar a las masas, ése fue la música: desde la Elisa Serna que interpretó su Cerca de mañana, a Aguaviva, que hizo lo propio con La canción del pescador, fueron muchos los cantautores que encontraron en el jerezano a un fabuloso letrista, especialmente a partir de los años 70.

Entre los más populares, cabe recordar a Rosa León, que incluyó en su disco Al Alba una versión del poema Alguna vez, con estos versos: Alguna vez, a todos, a mí mismo/ nos ha crecido un árbol en las manos/ o un mar sobre la frente,/ o la esperanza, como alfombra extendida/ a nuestro paso,/ al encontrar un verso entre la hierba… “Su palabra hecha música siempre fue liberadora y con latidos de esperanza”, dice de él el estudioso de la canción de autor Fernando González Lucini.

También se ocupó de su obra Ana Belén, que puso voz a No es posible, y más extensamente Luis Pastor, que cantó Parábola sobre el billar, Frank-Stein, Siete canciones del mendigo, Coplillas de la amnistía o Quisiera un verso manchado, perfecta síntesis de su actitud cívica: Quisiera un verso manchado/ por la cal y por la grasa./ verso de andamio y de forja/ para el son de mi guitarra./ Quisiera un verso caliente/ para el frío de tu casa./ verso crecido en la tierra/ como crece la mañana/ Quisiera estar en tu copla/ cuando el vino te acompaña,/ Y repartirme en los vasos/ que alimentan tu esperanza./ Y quisiera estar contigo/ cuando el hambre te traspasa,/ y hacerte un pan amasado/ con sudor y con palabras…

Completan esta larga lista nombres como Adolfo Celdrán, Nuestro Pequeño Mundo, José Pérez, Paco Muñoz, Ángeles Ruibal y Sergio Aschero, Nando Ferrer, Guillermo de la Torre & Utopía, el Dúo Lamar…

Pase de página

Su poesía fue traducida al sueco, italiano, danés, ruso, francés y árabe, en algunos casos antes incluso de poder ser publicada en castellano, y un colegio público de su Jerez natal lleva su nombre.  Álvarez fue nombrado asimismo Hijo predilecto de San Roque, ya que su madre, María Teresa Cruz Guerrero, era natural de dicha localidad gaditana y siempre había seguido vinculado a ella.

“De hecho, tras el fusilamiento del padre vinieron a San Roque la madre y los hijos, todos vestidos de negro y acogidos con mucha reticencia en la época antes de marchar a Madrid”, recuerda Juan Gómez Macías, poeta, pintor y gestor cultural del pueblo. “Todos los hermanos eran extraordinariamente inteligentes y sensibles, y Carlos en concreto era alguien muy próximo, muy cariñoso, además de un gran poeta. Cuando irrumpió la nueva sentimentalidad en los 80, lo que luego sería la poesía de la experiencia, hubo un pase de página muy rápido que dejó atrás a grandes figuras de nuestra poesía. Carlos Álvarez fue uno de ellos”.

Otro poeta gaditano, José Ramón Ripoll, incide también en la ingratitud con que se ha tratado la figura de Álvarez, como otros escritores que dedicaron su esfuerzo y su talento en construir una España democrática, justa y solidaria. “Carlos Álvarez trabajó en la sección cultural de Mundo Obrero y puso todo al servicio de una sociedad más justa e igualitaria: su poesía, sus ideas y su vida, hasta tal punto que cuando todo se ‘normalizó democraticamente’ su figura y obra cayeron en el olvido”, lamenta.

Tanto el Partido Comunista como el sindicato Comisiones Obreras, entre otras instituciones, lamentaron en las redes sociales la pérdida de un poeta que tal vez vio cómo ese mundo que soñaba menos militarizado y más humano queda cada vez más lejos de sus expectativas, y que llegó a ese final del día donde está la muerte,/ y, en medio, las palabras ancestrales/ que marcan como el fuego,/ que como la ponzoña nos enturbian…   

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