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Infancia
Así se convirtió Rayuela Infancia en la mejor librería cultural de España

El equipo de Rayuela Vanessa Moriana, Laura Guerrero y Miguel Escalera

Alejandro Luque

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En Rayuelainfancia, en el número 6 de la calle José Luis Luque de Sevilla, muy cerca de las setas de la Encarnación, se vive estos días una agitación algo mayor que la propia de las fechas navideñas. “¿Os han dado un premio? ¡Hay que ver, que no me entero de nada!”, exclama una clienta fiel mientras hace un largo pedido. Alrededor de la caja y entre los anaqueles, el trasiego de niños y mayores es permanente. La sonrisa de Miguel Ángel Escalera, uno de los fundadores del establecimiento, está más justificada que nunca: su larga trayectoria acaba de ser reconocida con el premio Librería Cultural 2022.

A dicho galardón, convocado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL) con el apoyo del Ministerio de Cultura y Deporte, se presentaron este año 23 proyectos de todo el país. “Enviamos el nuestro y fue una sorpresa, porque no es lo habitual que gane una librería especializada en infantil”, señala Escalera.

La aventura de Rayuelainfancia comenzó hace 26 años. La pareja formada por Miguel Ángel, psicólogo, y su pareja, Lola Gallardo, pedagoga, se embarcó en la apertura de una librería en la calle Barcelona de la capital hispalense sin tener experiencia previa en el sector. “Sí nos atraía la literatura infantil, pero apenas existían librerías dedicadas al género. En Madrid estaba Mar de Letras y poco más; en ese sentido fuimos un poco pioneros”, comenta el primero.  

Día y noche

Desde el principio, tuvieron claro que la librería debía ser un lugar dinámico, con una agenda de actividades permanente. Así fueron desarrollando citas aliándose con animadores como Manuel Garrido, de Piratas de Alejandría, con quien organizaron desde cuentacuentos a la instalación de un dragón gigante en el parque del Alamillo y la Plaza de San Francisco para promocionar una de las entregas de Harry Potter.

También promovieron iniciativas tan populares como Los niños y las niñas cuentan, en el que los lectores más jóvenes memorizaban textos y los compartían con los demás, o las llamadas Noches mágicas, en las que una quincena de niños pasaban la noche en la librería. “Adriano Agrillo, un educador italiano que vivía en Sevilla, había hecho experiencias similares en bibliotecas de Bolonia, y aquí la pusimos en práctica nosotros durante cuatro años, hasta la pandemia. Recibíamos a los chicos a las nueve de la noche, y a las diez de la mañana los devolvíamos a sus padres con el colacao ya tomado, después de haberles ofrecido diversas actividades durante ese tiempo”.

Pero el éxito de Rayuelainfancia no solo se basó en este tipo de eventos. Tras los libros que ofrecían y vendían había un trabajo muy serio de selección. “Desde el comienzo, hemos dedicado nuestros esfuerzos a la selección de nuestro fondo, a concentrarnos en conocerlo, apostando prioritariamente por aquellas lecturas que seduzcan y, según nuestro criterio, merezcan ser leídas”, comenta Lola Gallardo, responsable de dicho fondo. “Nunca entendimos la literatura infantil como el hermano menor de la literatura, porque nunca entendimos que la infancia es una etapa menor del desarrollo de la persona. Esa ha sido y es la guía que nos sostiene y que fundamenta nuestras acciones”.

Tarea mediadora

Desde luego, no cualquier librero podría llevar el timón de un proyecto como este, como no todos los escritores pueden abordar con solvencia la literatura infantil. “Saramago siempre se quejaba de que no sabía escribir para niños, porque le parecía muy difícil y Wolf Erlbruch, el maravilloso autor alemán fallecido hace unos días, Premio Hans Christian Andersen por el conjunto de su producción y el Astrid Lindgren Memorial, dos de los más prestigiosos galardones del sector de la Literatura Infantil y Juvenil, manifestaba que quizá escribía para niños porque son los únicos seres que se enfrentan con naturalidad a las preguntas esenciales de la vida”, añade Gallardo.

“Hemos creído que nuestra tarea consiste en mediar entre un libro y un niño, bien sea directamente, bien a través de otro mediador (madres, padres, educadores...). Como si jugáramos continuamente a la rayuela... Partir de la casilla Tierra a la casilla Cielo, de la infancia a la adultez, del libro a la lectura”, prosigue la librera, que se complace en el hecho de que los niños que los visitaban en los comienzos de la librería hoy sigan frecuentándola con sus hijos.

Lo cierto es que Rayuelainfancia nació en medio de una coyuntura favorable, cuando nacían apuestas editoriales serias como Kalandraka o Kókinos, “aunque el boom vino después”, matiza Escalera. “Al principio teníamos que salir nosotros a buscar los libros, ahora llegan a mansalva. A día de hoy, nos costaría mucho esfuerzo poder hacer una lista de las editoriales dedicadas a las publicaciones infantiles y juveniles. Y, por ejemplo, la producción de libro-álbum en estos 26 años, ha pasado de 1 a 100”.

Frente a 'San Google'

“No solo han ido creciendo en número, sino en la calidad de las publicaciones”, interviene Gallardo. “La irrupción en estos años de la ilustración en el mundo de la literatura infantil ha sido decisiva y desde luego, podemos afirmar que ha llegado para quedarse. Desde Rayuela hemos visto casi nacer y evolucionar el género del álbum ilustrado o libro-álbum, uno de los más fructíferos del sector en la actualidad, en el que la imagen deja de concebirse ‘en modo decorativo’, para pasar a narrar, a contar, al mismo nivel que el texto”.

Desde el privilegiado observatorio que supone una librería con más de un cuarto de siglo de vida, también han certificado la evolución de algunos géneros concretos. “Hacia la mitad de nuestra andadura, coincidiendo con el uso ya masivo de Internet en nuestros hogares, el libro de conocimiento, de divulgación o cómo más se le conoce ahora, el libro informativo, se vino abajo. La producción se paró bastante, supongo que porque ya pensábamos que todas las curiosidades sobre este mundo, el universo, las plantas, los animales... estaban suficientemente satisfechas por San Google. Sin embargo, desde hace unos años y en contra de todos los pronósticos, el libro informativo no para de crecer en número y en calidad”.

“Más recientemente, la tendencia en producción se está centrando en la novela gráfica. En nuestra librería, vemos como las estanterías dedicadas a este tipo de libros, aumentan día a día. Se publica cada vez más y con mucho éxito entre niñas, niños y jóvenes y como no, Japón está de moda culturalmente y el manga se abre camino”, concluye Gallardo.

Entre los superventas de estos años, los libreros citan títulos como Cuando a Matías le entraron ganas de hacer pis en la noche de Reyes, La historia del pequeño Bábachi y la obra en general de Roald Dhal, “porque la fuerza de los clásicos siempre los mantiene en el tiempo”, dicen. En los últimos tiempos les está funcionando muy bien Taxi ¡Mec-mec! de Stéphane Servant y Élisa Géhin.

Autores y lectores

Por otro lado, la lista de autores que han pasado por Rayuelainfancia es interminable. Desde locales como Juan Arjona, Eliacer Cansinos, Pepe Maestro o el tándem formado por Ana Alonso y Javier Pelegrín, a nacionales como Raúl Vacas, Emilio Urberuaga, Ana Cristina Herreros, Alejandro Palomas, Antonio Rubio, Ana Carballeira…

Una de esas autoras está casualmente en la librería durante la visita de elDiario.es Andalucía. Se trata de Nanen, que ha venido a felicitar a los libreros. “Su secreto, además de las actividades y la cuidada selección, es la atención que dan al público y a los creadores”, asegura. “Cuando publiqué mi primer libro, Un barquito de papel, me ofrecí a presentarlo aquí y me abrieron las puertas. Ya llevo cuatro o cinco y siempre regreso”.

Un poco más allá están Berta (14 años) y Julia (8) curioseando en las estanterías. Berta vino al mundo prácticamente en Rayuelainfancia, pues su madre, Auxi, trabajaba en la librería cuando quedó encinta. “Para mí es mi segunda casa”, dice. “Me fui con mucha pena, pero era muy difícil compaginar la maternidad con esto. Lo que más me gustaba era estar envolviendo libros para regalo, dibujar los nombres, poner la florecita, cuando el cliente ya ha comprado y está como más relajado. También me gustaba el almacén, abajo, que es otro mundo. Ahí es donde se hace la magia. Pero siempre volvemos, porque no es una librería, es un punto de encuentro”.

Berta y Julia son igualmente asiduas, y hasta participaron en la última edición de Los niños y las niñas cuentan. “Íbamos saliendo poco a poco y era muy divertido, tenías que cautivar al otro con las historias, y que él te cautivara a ti”, dice Berta, mientras que Julia manifiesta su predilección sin reservas “por los libros de misterio y los divertidos. Y que tengan muchas letras, para que te duren más”.       

 

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