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Un jardín en el aire para oxigenar el alma de Los Pajaritos

Un jardín en el aire

Alejandro Luque

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Para la mayoría de los sevillanos, el distrito de Tres Barrios-Amate, y en concreto la barriada de Los Pajaritos, son sinónimo de economía deprimida y marginalidad, y así suelen salir reflejados en la prensa. No son tantos los que saben que la zona posee la avifauna más rica y la mayor diversidad vegetal de todo el término municipal, así como la mayor variedad de habitantes en cuanto a lenguas, razas y origen. La iniciativa Luces de Barrio, que lleva seis años trabajando sobre espacios de coexistencia entre la naturaleza y la sociedad, ha decidido en este 2020 llamar la atención sobre estos hechos positivos.

Sergio Rodríguez, fundador de la plataforma Nomad Garden, impulsora de Luces de Barrio, recuerda que la idea surgió a raíz de un mensaje de twitter: “Solo hacéis cosas en el centro, nunca venís a Los Pajaritos”, rezaba. Entonces decidieron que la nueva edición tendría a Tres Barrios-Amate como protagonista, y se pusieron a trabajar en las tres líneas sobre las que finalmente ha girado el proyecto, bautizado como Jardines en el Aire, y que ha contado con el Ayuntamiento de Sevilla como promotor, la colaboración del Banco de Sabadell, Emvisesa y la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla y la participación fundamental de la Asociación Educativa y Social de La Candelaria“.   

La primera de ellas ha sido un “proyecto de renaturalización urbana”, que se traduce en un intento de reaprovechar el agua desechada por las máquinas de aire acondicionado. “Si tenemos en cuenta que cerca un 60% de los hogares sevillanos cuentan con este tipo de dispositivos, y que pueden verter dos litros por hora, entenderemos que el despilfarro de ese recurso es enorme”, añade Rodríguez.

Aromas del barrio

Así, se dispusieron a reciclar esa agua para crear “pequeños jardines verticales de plantas aromáticas que favorezcan la habitabilidad y la refrigeración del ambiente”, edificio nº6 de la calle Candelilla, y de paso “hackeando” los aires acondicionados a la manera de las mashrabiyas árabes, “dispositivos climáticos donde se combinan la capacidad de sombreamiento y aceleración del aire de las celosías, con la capacidad de refrigerar los líquidos y atmósferas de las cerámicas humedecidas. Así, no solo hacemos una obra artística, sino también un experimento arquitectónico y energético”.

El segundo proyecto, acaso el más sorprendente, ha sido la fabricación de un perfume exclusivo a partir de una selección de plantas aromáticas integradas en el jardín vertical.  Para la creación de esta obra aromática, etiquetada como Jardines en el aire, el alumnado de la asociación ha estado guiado por el reputado perfumista francés Barnabé Fillion. “De esta obra limitada y exclusiva se han fabricado 333 frascos”, comenta Rodríguez quien se puso en contacto con el prestigioso estudio de fragancias Mane, ubicado en Grasse, la capital del perfume francesa, para este primer lanzamiento, mientras que Laboratorios Faisa, en Sevilla, se ha ocupado de su dilución y embotellado.

“Esta obra se regalará a las primeras 333 personas que colaboren como micromecenas en el proyecto, a través de donaciones de 50 o 100 euros en www.jardinesenelaire.com, que permitirán dar continuidad a los talleres de arte y naturaleza en La Candelaria, mantener y mejorar a los jardines verticales y elaborar los aceites esenciales del perfume en Sevilla”, añade Rodríguez.

Por último, en el marco de Jardines en el Aire se concibió, a partir de las múltiples voces -humanas y no humanas- del barrio, la creación de una sinfonía única que igualmente pusiera en valor su identidad cosmopolita. Para ello, se celebraron talleres sonoros que aportaran información valiosa sobre los sonidos del barrio. El primero de ellos, dedicado a indagar en la memoria sonora, lo plantearon Rubén Alonso y Fran Torres, de Antropoloops, que trabajaron a lo largo de una semana en realizar una cartografía sonora del entorno. Propusieron a los chicos y chicas del taller documentar a través de los sonidos, de la música y de conversaciones con los vecinos, las vivencias cotidianas del barrio.

Una sinfonía cotidiana

El ornitológico, por su parte, lo pudieron aprender de la mano de Leonardo Casasola y Sergio Castañeda, de Seo Birdlife y la Asociación de Amigos del Parque Amate que enseñaron a los y las jóvenes la variada avifauna que habita tanto en el barrio como en el Parque, así como las particularidades de sus cantos. Aprendieron, además, cómo construir casas nido que dieran cobijo a las especies y favorecieran su presencia en el entorno. Por último, Miguel Guinea y Joaquín Sánchez, de Vibra-tó, en el taller de luthier, les concienciaron sobre la reutilización de materiales de desecho, con los que se pueden crear instrumentos musicales capaces de crear música o reproducir sonidos propios de las aves del barrio.

Todo este material sonoro ha sido fuente de inspiración para la composición de Sinergias, la pieza creada por Desirée Martín que se estrenó el pasado domingo, 20 de diciembre. La joven compositora sevillana, licenciada en flauta travesera y Bellas Artes, formada en Composición en Sevilla y en la Universidad de Música Fryderyk Chopin de Varsovia, ha creado una pieza única que nos traslada a los diferentes momentos de la vida cotidiana del barrio y que fue interpretada por Proyecto eLe, bajo la dirección de Carlos Cansino.

“Ha sido la experiencia más gratificante que hemos tenido hasta ahora, hasta el punto de que nos ha cambiado el paradigma”, señala Sergio Rodríguez. “La colaboración con la Asociación Educativa y Social de La Candelaria, que es un espacio de coexistencia brutal: ahí está el comedor social, los ancianos, los migrantes, los niños… Todos cuidándose mutuamente”.  

Así, en el año más difícil, Luces de Barrio ha logrado sacar adelante su proyecto más ilusionante. ¿Qué deparará el incierto 2021? “El proceso esta vez ha durado once meses, perro ha valido la pena. Nos gustaría seguir en la línea de los procesos químicos para seguir hablando de la ciudad y aprendiendo del bosque urbano”, concluye. 

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