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Camino, la policía sevillana que desvela la cara oscura de las clínicas de reproducción asistida

Susana Martín Gijón, autora de 'Progenie'

Alejandro Luque

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Se llama Camino Vargas, es jefa accidental del Grupo de Homicidios de su comisaría, y acaba de aterrizar en las librerías como la nueva sensación de la novela negra española. Una policía sevillana, rara avis en un panorama español amenazado de superpoblación de detectives, comisarios y guardias civiles, pero que hasta ahora había prácticamente ignorado la capital hispalense. Ha tenido que ser una autora nacida en esta ciudad, Susana Martín Gijón (1981) quien lo arregle, y además con protagonista femenina de armas tomar. Progenie, que acaba de ver la luz en Alfaguara, es su tarjeta de presentación.

“Sí que es curioso que Sevilla no aparezca más, con todo lo poblado que está el mapa del noir”, reflexiona la autora en una cafetería cercana a la plaza de la Gavidia. “Y doblemente extraño, porque se trata de los sitios más bonitos y más conocidos internacionalmente de España, atrae mucha atención. Mi intención era mostrar no sólo lo que ve el turista, sino también los claroscuros de la ciudad. Cómo viven los vecinos de los barrios en los que la delincuencia es un modo de sobrevivir, y también los privilegiados”, agrega.

En efecto, Progenie propone un azaroso recorrido de Las Letanías al Barrio de Santa Cruz, de la Plaza de España a Triana, sin olvidar Sevilla Este. La comisaría de Camino, por cierto, está en República Argentina. “Me hicieron incluso una visita guiada mientras me documentaba para escribir la novela”, recuerda Martín Gijón, quien ha sido directora general del Instituto de la Juventud de Extremadura, comunidad en la que reside actualmente, y presidenta del Comité contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia.

Maternidades y anhelos

La Sevilla de la novela es una tórrida villa atrapada por una ola de calor, pero el asunto de fondo tiene calado. “El tema de fondo es las maternidades y las no maternidades, los anhelos de ser madre, los modelos por la sociedad… Por eso, al pensar en Camino, busqué un modelo de mujer que está segura de que no quiere tener hijos. Alguien que pasa por encima de las presiones sociales, que no es madre no porque sea estéril o no pueda, sino porque tiene claro que no lo quiere”, explica la escritora.

“Luego es un personaje entrañable, en el sentido de que va a su bola, es una comilona y no le importa nada guardar la línea, tampoco le importan los condicionamientos sociales en ese sentido. Ella misma dice que ‘no va a medir las calorías de una cachuela’”. Es desmañada, un poco bruta, pero encantadora“, prosigue Martín Gijón. ”Otra curiosidad son sus mascotas: por ese caparazón que la cubre, no tiene muchos amigos. Ese entorno afectivo tan reducido hizo que su hermano le regalara una granja de hormigas, ‘porque no eres capaz de hacerte cargo ni de un gato’, le dijo. Con su sistema de jerarquías, que ella lleva tan mal en la vida real, las hormigas le hacen equilibrar su visión del mundo. Yo pensé que los gatos y los perros ya estaban muy vistos en la novela negra, y en cambio ahora hay mucha gente que encarga su terrario completo y lo instala en casa“.

Como no podía ser de otro modo, la protagonista encarna algunas de las transformaciones que está viviendo la sociedad española. “La literatura es mi herramienta no para transformar la sociedad, que tal vez sería demasiado, pero sí para poner mi granito de arena y visibilizar las injusticias”, confiesa la sevillana. “Hablo de violencia de género, de la trata de seres humanos, de la crisis… Por ejemplo, en Progenie abordo la violencia psicológica, hasta qué punto puede transformar y hundir a una persona. Camino es muy feminista en este sentido, asegura que no soporta ‘determinadas machotadas’ en el ambiente de la comisaría, tan masculinizado”.

Lo que no se cuenta

Y teniendo cuidado de no desvelar demasiado de la trama, añade el objeto final de la historia. “Un ensayo sobre las maternidades lo va a leer quien esté más o menos vinculado al tema, pero una novela entretenida creo que podría contar mejor lo que no nos cuentan de las clínicas de reproducción asistida. Mostrar lo que el periodismo no puede mostrar, pero sí la novela negra”.

¿Y qué es lo que no se cuenta? “Por un lado, están los tabúes. Cada vez más gente acude a esas clínicas, pero muchos no lo cuentan. Quizá el varón se siente menos viril, y las mujeres menos mujeres, como si no pudiéramos ser completas sin ser madres. Creen que son menos si no son capaces de ser padres biológicos normales. Y no se conoce la realidad brutal, el mercado que hay montado en torno a eso, cómo se venden de color de rosa procesos muy duros, que acarrean medicaciones, consecuencias físicas y emocionales, frustraciones, infelicidad, parejas que se rompen… E hipotecas, porque estos tratamientos cuestan como mínimo 3.000 euros por intento”.

Después de crear con éxito el personaje de policía Annika Kaunda, una agente de origen namibio afincada en Extremadura, que protagonizó novelas como Pensión Salamanca y Destino Gijón, la escritora vuelve a buscar un perfil “contrapuesto al detective duro, de hard-boiled, que bebe whisky. La novela negra ha ido evolucionando, y ya quedan pocos Sam Spade en la realidad”, asegura.

¿Tendrá una larga vida Camino Vargas? “Creo que tiene más historias que contar”, dice Martín Gijón. “Pero mejor ir paso a paso”.       

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