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“Me gusta tener los pies en el suelo para escribir relatos”

"Me gusta tener los pies en el suelo para escribir relatos"

Amalia Bulnes

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Hace tiempo que el relato ha dejado de ser un género literario menospreciado, que crece a la sombra de la novela. Gracias a esa “mala salud de hierro” de la que adolece o a la escasa presión que recibe por parte del mercado editorial -las novelas parecen estar condenadas a vender, a buscar el gusto mayoritario-, el cuento se ha convertido en un territorio muy fértil para la libertad y la experimentación. Es aquí donde encuentra su hábitat la periodista andaluza Xenia García (Sevilla, 1975), que acaba de debutar en el panorama editorial con el libro El trigo que cae, una compilación de relatos de fuerte identidad y reivindicación de género (literario). García no entiende la escritura de historias cortas como un ejercicio previo o de tránsito hacia la novela, la cultiva con un alto grado de exigencia, con una voz propia y un estilo que no admite divagaciones: “El cuento requiere una concentración parecida a la que se da en la poesía”, asegura.

Tras aparecer en algunas antologías, El trigo que cae (Talentura) es su primer libro de relatos de carácter individual, un conjunto de veinte historias con un denominador común y un fuerte sentido unitario: la familia y las relaciones personales. “Yo quería darle una unidad al libro porque me interesa contar una historia más allá de las pequeñas narraciones desperdigadas de cada uno de los cuentos”. Para ello, Xenia García ha realizado una selección entre los “muchos” relatos que lleva escritos “desde que empecé muy niña” y otros que ha creado ex profeso para darle unidad al volumen. “Como todos giran en torno a esa parte de nosotros mismos a la que renunciamos para que funcionen la pareja, la familia o las relaciones de amistad, me he centrado en relatos de esas características, los demás siguen guardados en un cajón”, confiesa.

Dedicada profesionalmente a la comunicación institucional y los recursos humanos, Xenia García siempre ha escrito en la intimidad, “por necesidad personal” y sin intención de llamar a las puertas del mercado editorial: “ Nunca me lo había planteado seriamente. Me parecía absolutamente imposible”. Sin embargo, esta periodista que se denomina como “carne de taller literario” dejó ver sus dotes para fabular historias de corto aliento en uno de esos cursos que dirigió otra voz literaria andaluza de mujer que ha irrumpido con fuerza en el panorama literario español: Sara Mesa. Fue entonces cuando se produjo la epifanía. “Puedo decir que fue ella la verdadera impulsora. Le pareció que mis relatos tenían calidad y tal cual cogí un manuscrito y lo mandé a varias editoriales, fue no hace más de un año. Enseguida me contestó Talentura y me animé, ha sido bastante vertiginoso”.

Cosas que pasan cuando vas a por el pan

Tras este periplo nace El trigo que cae, un volumen para el que inicialmente Xenia García tenía pensado otro título: Cosas que pasan cuando vas a por el pan. “Es el nombre que lleva el último relato, y tenía una intención clara: yo quería jugar con la idea de la cotidianeidad, con cómo el mundo te puede cambiar de repente en ese acto sencillo de ir a comprar pan... Decía Raymond Carver que las influencias son fuerzas. Y yo sin duda he bebido de todos los autores a los que he leído, pero me interesa también beber de la realidad. Me gusta tener los pies en el suelo cuando escribo relatos”, cuenta la autora, que explica que todos los personajes de su libro “se preguntan constantemente cosas, y yo creo que está vinculado con la pérdida de identidad del hombre moderno, ese no saber qué somos y, sobre todo, no saber qué queremos. Todos mis personajes viven así, intentando satisfacer la imagen que los demás tienen de ellos hasta que se produce algo inesperado que cambiará sus vidas para siempre, en un caso es un pequeño lunar que aparece o en otros, una mujer que se queda embarazada. Y ya nada vuelve a ser igual”.

No obstante y a pesar de ese apego a la realidad actual, escuchar a Xenia García es pasearse por maestros del cuento como Julio Cortázar o, más cercano, Eloy Tizón. “Yo he intentado reflexionar sobre esa idea de la esfericidad del cuento que tenía Cortázar, que hablaba de esa redondez perfecta de un relato, donde no puede faltar ni sobrar nada, que se pone casi detrás de una vitrina para que se le admire.... hasta que llega Eloy Tizón y nos expone su teoría del post-cuento. Él defiende que no hay un buen cuento si no le falta algo. Para mí eso ha sido fundamental, me cuesta mucho pensar en un relato perfecto”. Dejar sus historias abiertas, “para que transpiren”, es otro denominador común en la escritura de Xenia García, que busca dejar al lector “rumiando”...

Pensando en ellos se encuentra ya, enfrascada en el que será su segundo libro de relatos, “con la novela no me atrevo”. “Me estoy atreviendo con la poesía, pero no con ánimo de publicar. Voy sin prisas”, asegura esta mujer que hace realidad una frase pronunciada con frecuencia por Cristina Fernández Cubas, quien pudiera ser la mejor voz femenina actual del cuento en español: “Un buen relato debe suspender el tiempo a tu alrededor”.

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