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Entrevista

Luis Gordillo, pintor: “Me meto todos los días en el estudio, con pandemia y sin pandemia”

El pinto sevillano Luis Gordillo

Alejandro Luque

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Luis Gordillo (Sevilla, 1934) acaba de inaugurar en el Museo de la Universidad de Navarra (MUN) de Pamplona la exposición Memorándum, una de las mayores que se le han dedicado desde la gran retrospectiva del Reina Sofía, y donde pueden verse obras de los años 60 hasta de anteayer, como quien dice, como una instalación hecha con portamarcos titulada ¡espEren! ¡peRmanezcan Atentos!, fechada en 2021.

De hecho, pueden contemplarse en ella los seis cuadros realizados por el maestro durante 2020, junto a dibujos y material gráfico diverso. “Yo lo que he hecho ha sido seguir mi vida normal, a veintitantos kilómetros de Madrid. Me meto todos los días en el estudio, con pandemia y sin pandemia”, afirma. “He trabajado como siempre, todo lo que puedo. Por otro lado, los artistas siempre estamos bastante confinados”.

Comisariada por el sevillano Sema D'Acosta, la muestra contiene una mayoría de piezas nunca mostradas anteriormente, o exhibidas muy puntualmente, por lo que cabe hablar de un nuevo Gordillo, especialmente en lo que toca a su producción de la última década. El propio D'Acosta la define como “una exposición dialéctica y muy viva, poco retrospectiva o teórica, que va a la médula de la creación del artista, nos permite conocer desde dentro el modo en el que Gordillo construye las imágenes… Es una muestra sintáctica, que indaga en los principios gramaticales en los que sustenta su obra, poniendo especial atención en sus trabajos del siglo XXI, donde cobra especial importancia la constante retroalimentación entre pintura y fotografía”.

Rostros sin mascarilla

La primera sala, dedicada a las piezas reunidas bajo el título Caras, carotas, revela la evolución que el arte de Gordillo sobre este tema recurrente: las caras, ahora alteradas por las mascarillas. “Es algo extraño, porque la fisonomía de la cara nos ayuda a comunicarnos. Un pequeño gesto con la boca indica alegría o cercanía, o desconfianza o lo que sea. Ahora con las mascarillas no nos comunicamos igual. Los ojos dicen, pero no son suficientes, se quedan pobres”, reflexiona el pintor. “A lo largo de mi obra han seguido apareciendo cabezas de todo tipo. Al principio eran muy pop, y cuando me siento más expresionista pueden salir máscaras más primitivas, más directas e instintivas. He trabajado tanto el tema, que las tengo de todas clases”.

Otras secciones llevan por título Pintura expandida, Energías vivas, Pintura vertical vs Pintura horizontal y Fragmento remix. Las obras más antiguas datan de 1959, de su etapa expresionista cuando marchó a París, la tierra de promisión de la época para cualquier artista. “Es verdad que, en un momento determinado, hace uno o dos siglos, París fue con Viena el centro del mundo. Había una tradición de ir a París como asignatura obligada, y algunos incluso se quedaban. Te daba una información muy fuerte, ahí estaban todos los maestros, además de los franceses, que eran muy buenos. En mi caso, además, no salí de España, sino de Sevilla. Mi Sevilla de cuando yo era joven era muy atrasadita, y la escuela de Bellas Artes un cementerio. Fui a París por muchas cosas, a explorar, a ver qué había, qué me estaría perdiendo… Mi hermano Ramón ya había estado allí y me abrió camino”, recuerda.

“Me sirvió para mucho. Pero fue justo el momento en que París dejaba de ser París y la cosa se iba a Nueva York, donde estaba surgiendo la Action Painting, Pollock, Rothko… Aquello armó mucho ruido y quitó la preminencia a París, y más cuando llegó Warhol y se concentró allí mucho poder. Londres por su parte siempre ha estado ahí, en primer plano, aunque no tenga el protagonismo de las otras. Y ahora realmente el centro está en todas partes del mundo civilizado. Alemania está muy viva, creo que a un pintor joven puede interesarle ir a Berlín, como a Londres o a Nueva York. A los artistas jóvenes, no solo pintores, sino los que hacen arte conceptual y no se sabe ni que existen, les viene muy bien salir, porque en España seguimos un poco atrasados”, añade.

Los jóvenes y el arte

La expectativa de exponer para el público universitario le resulta estimulante, aunque se muestra escéptico: “Yo tengo mucha comunicación con los pintores jóvenes. Primero la tuve con los Esquizos de Madrid, con Alcolea, Chema Cobo, Alcaín, Pérez Villalta… Y eso se ha ido repitiendo, hay algo que parece atraer a esos nombres nuevos hacia mi obra. Pero en lo que respecta al público, yo creo que está en otras cosas. Coges El País, como yo hago todos los días, y ves que ahora hay un interés enorme por la cocina, y por la música progre, el pop, la música popular española, de la que se habla cada día. Y la televisión, las series, eso sí interesa mucho, como esos juegos de ordenador de los que yo ignoro todo”, explica. “Hay un mundo digital cada día más fuerte y más grande, como el bichito ese con el que se habla, el móvil… Esas cosas sí son protagonistas, esos contactos rápidos que empobrecen la comunicación. En cambio, la pintura atrae poco. La pintura digamos contemporánea, seria –no sé llamarla de otra manera– no se acerca a los jóvenes. Está en su sitio y la gente tiene que acercarse a ella. No habla, está. Hay que meterse en ella. Y por tanto, es minoritaria. Dirán ‘este Gordillo, qué raro es'. O irán a ver mis cuadros como quien va al zoo, a ver los bichos”.

El hecho de contar con un comisario joven también es un plus en este caso. “Recuerdo a gente con la que empecé, Francisco Calvo, Simón Marchán Fiz… eran más teóricos, gente muy densa, con un conocimiento filosófico profundo, su saber enlazaba con otra época. Sema ve las cosas de otra manera, está más atento a cómo se genera la obra en el estudio y su contextualización en el mundo de hoy, le gusta mucho investigar en el taller, saber entender bien el trabajo escuchando al artista. Tiene un lado periodístico que me atrae, cuenta las cosas con cercanía y naturalidad. Y el que sea sevillano también me tira, esa cosa vinculante y cariñosa de mi tierra. Nos complementamos bien, es un comisario serio, profesional y de futuro”, dice Gordillo, mientras D'Acosta asegura que “es un placer trabajar con Luis, con quien se mantiene un diálogo continuo, hemos hablado mucho y compartido horas desde otoño de 2018, cuando se inicia esta aventura que culmina ahora en Pamplona. Me gusta mucho su modo de recelar de los lugares comunes, incluso de las cosas que él mismo ya ha contado. Quiere inquietar siempre, hacer dudar, no complacer. Va por delante a nivel creativo, se deja llevar mucho por su intuición y criterio, no se conforma”.

Esta huida de lo ya transitado siempre ha hecho de Gordillo un artista difícil de clasificar. “En efecto, yo he pasado por etiquetas distintas, pero lo curioso es que, por ejemplo, cuando se habla del pop-Art de Gordillo, se ponen peros, se dice que son obras no tan pop, que no soy ortodoxo, me pongo en oblicua y paso a otro tipo de pintura, como escapando de que se me meta en un cajón. Al final pienso que yo soy gordillista, nada más”, dice el pintor.

Un analógico ante el ordenador

“Animal analógico” en palabras de D'Acosta, Gordillo nunca ha rechazado incorporar las nuevas tecnologías, aunque dice sentirse “conservador. Esto de pintar hoy en día, yo diría que es conservador. En esta exposición, por ejemplo, hay mucha obra relacionada con la fotografía, porque yo he hecho fotos toda mi vida, acompañándola con la pintura, jugando con las dos. No hace mucho, en Alicante y Valencia, expuse la muestra Foto-alimentación analizando todo lo que la foto le ha dado a mi pintura, y tengo mucha foto directamente fotográfica…”.

“El ordenador ha sido una revolución para la pintura. No se suele decir mucho, pero lo cierto es que cuando voy a los estudios de los jóvenes pintores, tienen siempre un ordenador a mano. Es algo milagroso a nivel pictórico, te permite analizar mucho, hacer propuestas de color por ejemplo… Aparecen colores extras con la informática, colores muy raros, además de ayudarte en la construcción del cuadro. Sí, sí, es un bicho muy positivo, y la foto digital es también fantástica, queda muy bien y se puede arreglar luego. Yo no sé manejarlo, pero me ayudan y sé lo que puedo pedir, eso sí lo sé. La informática ha ampliado mi pintura, la ha diversificado. De la fotografía no me interesa tanto la belleza de los paisajes, sino los bichos, las cosas raras que nos rodean”, apunta Gordillo.

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