“En política las cosas tienen un coste”: cómo pasó Vox de vetar la comisión para la reconstrucción de Andalucía a dirigirla
6 de mayo de 2020. La sesión plenaria del Parlamento andaluz vota la creación de la comisión para la reconstrucción social y económica de Andalucía tras la crisis del coronavirus. La propuesta, impulsada por el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, y la líder de la oposición, la socialista Susana Díaz, sale adelante con el apoyo de todos los grupos, excepto Vox. “Esta comisión es un ardid, una excusa para aumentar la exposición en los medios de los grupos proponentes. Hace falta lealtad, no una falsa unidad imposible. ¿A qué acuerdos de recuperación vamos a llegar con quienes defienden los modelos cubano y venezolano? Esto es pactar la reconstrucción con la empresa de demolición”, le espeta el portavoz del grupo ultraconservador, Alejandro Hernández, al presidente andaluz.
25 de mayo de 2020. El Parlamento aprueba la constitución de la comisión para la reconstrucción de Andalucía, que presidirá el diputado de Vox, Manuel Gavira, gracias a los votos de su grupo y de los dos socios de Gobierno, PP y Ciudadanos. Los partidos de la oposición, PSOE y Adelante Andalucía, abandonan la comisión en señal de protesta. “N o vamos a desdeñar la posibilidad de encabezar una comisión tan importante como ésta, lo hacemos con responsabilidad y porque somos de fiar. Y la izquierda debe estar en la comisión para la recuperación, es importante que todos arrimemos el hombro”, explica Gavira tras su nombramiento.
Entre el 6 y el 25 de mayo, Vox pasó de votar en contra de la comisión parlamentaria para la reconstrucción de Andalucía a presidirla. En 19 días, el grupo de extrema derecha dio un giro argumental y estratégico que ha tenido dos consecuencias inmediatas: uno, ha devuelto la “normalidad política” al Parlamento andaluz, esto es, la división de bloques entre las derechas y las izquierdas; y dos, ha permitido a Vox reconquistar el espacio clave que tenía antes de la crisis: la llave de la legislatura y el sostén del Gobierno de PP y Cs.
Ese papel decisivo que Vox tiene en Andalucía, pero no en Madrid, explica por qué el partido de Santiago Abascal no participa en la comisión para la reconstrucción constituida en el Congreso, pero sí en el Parlamento autonómico. Si se sigue el rastro de la negociación andaluza y de los discursos públicos de todos los grupos en esos 19 días, es fácil comprobar que la iniciativa de entregar a Vox la presidencia de la comisión no parte de Vox, sino de un PP que percibe el vértigo de perder la mayoría (y la presidencia de dicha comisión) en favor de los grupos de izquierda, si su aliado cumple su palabra de quedarse al margen.
Los populares negocian primero con los socialistas y con Adelante Andalucía para que el reparto de votos de una hipotética comisión sin Vox se traduzca en un empate entre los dos grupos del Gobierno (PP y Cs) y los dos de la oposición. El PSOE acepta, pero recuerda que el voto ponderado (47 diputados de derechas contra 50 de izquierdas) les concede a ellos prioridad a la hora de elegir la presidencia. Nunca hubo una negociación de la altura política que exigía el proyecto de “gran alianza por Andalucía” que había planteado el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno.
Y no la hubo, porque desde el principio los dos grandes partidos que han gobernado en España y en Andalucía -PP y PSOE- impusieron dos vetos innegociables: los primeros nunca entregarían la presidencia al PSOE; los segundos nunca aceptarían que la comisión estuviera presidida por Vox. En el amplio espacio político que dista entre esos dos polos, ¿hubo algún tipo de negociación para buscar un camino intermedio? No la hubo. No hasta que los acontecimientos se precipitaron el 25 de mayo, minutos antes de que se constituyera la comisión parlamentaria, y trascendiera un acuerdo previo de PP, Cs y Vox para que éste último presidiera el órgano para la reconstrucción social y económica de Andalucía.
La transcripción del debate durante la sesión constitutiva de la comisión para la reconstrucción revela dos cosas: una, que los grupos han llegado al momento clave sin una negociación previa que salve el mayor consenso político; y dos, que el PP propone 'por sorpresa' que la presidencia recaiga en Vox, único partido que ha votado contra dicho órgano. El portavoz popular, José Antonio Nieto, da a entender que lo hace sin haberlo pactado previamente con ellos y sin saber si aceptará. “No sabemos si los compañeros de Vox aceptarán nuestra propuesta”, dice Nieto.
El grupo de Ciudadanos, 'por sorpresa', también decide no presentar a un candidato propio y respalda a quien presente Vox, “si al final aceptan presentar a alguien”. Todo esto ocurre mientras el murmullo de los diputados de izquierdas va en aumento. El portavoz del PSOE, Manuel Jiménez Barrios, alza la voz para proponer en el último momento que un diputado de Cs dé un paso adelante y asuma la presidencia, contando el apoyo de la oposición. Se trata de Julio Díaz, que ya presidió una comisión de investigación en el pasado. Pero Díaz mira hacia abajo, no responde y finalmente levanta la mano para votar a Vox. En todo este rato de agitación, los aludidos no muestran sorpresa alguna por lo que está pasando. Sale elegido su candidato, Manuel Gavira, que fue también el primer cargo institucional de Vox en un Parlamento.
El resultado rompe las costuras del consenso y los grupos de izquierda se marchan tildando la comisión de “farsa”. PP y Cs niegan que hubieran pactado previamente con Vox la presidencia. Gavira también niega negociaciones previas en una entrevista en El Mundo. “Cuando el PP da el paso, nosotros no vamos a desdeñar la posibilidad de encabezar una comisión tan importante como ésta”.
Pero finalmente es el propio portavoz del grupo, Alejandro Hernández, quien termina reconociendo que el PP les buscó para preservar la mayoría dentro de la comisión frente a la izquierda, y que la moneda de cambio fue quedarse con la presidencia. “En política muchas cosas tienen un coste y nosotros tenemos que hacer valer nuestra posición”, dice Hernández. Y añade: “Aquí nadie se ha caído de un guindo. Todo el mundo sabe contar. Lo sabía el presidente Moreno cuando lanza su ”gran alianza“ por Andalucía y lo sabía la líder del PSOE, Susana Díaz, cuando le cogió el guante. Ellos sabían cuál era la aritmética parlamentaria”.
No es la primera vez que Vox vota contra una comisión de la que termina formando parte. También se opuso a la de Infancia y a la de Discapacidad, y está presente en ambas, aunque no las presida. Pero en el Parlamento andaluz no se vivía tal convulsión interna desde principios de la legislatura, cuando los grupos se repartieron las presidencias de las comisiones y Vox se quedó la de Cultura. Lo hizo porque los grupos de izquierdas -PSOE y Adelante Andalucía- hicieron primar sus votos para elegir comisiones de más enjundia, pero luego se percataron del tremendo error político: el área de Cultura, en el organigrama que había diseñado el anterior Gobierno socialista, ostentaba las competencias de Memoria Histórica, un tema que Vox venía a eliminar de raíz. El grupo ultraconservador ha pactado con PP y Cs la derogación de la Ley de Memoria y su sustitución por una nueva ley de concordia, que aún no se ha desarrollado.
La comisión para la reconstrucción de Andalucía tras la crisis del coronavirus sigue su curso, pero ya no es la “gran alianza” que propuso Moreno. Sólo están dentro los partidos que sostienen al Gobierno, la oposición ha dado un portazo y no prevé volver. Los agentes sociales, que serán los primeros en ser convocados para debatir propuestas de salida a la grave crisis económica que se avecina, ya han fruncido el ceño por la falta de consenso político. UGT sostiene que no participará mientras la siga presidiendo Vox, y CCOO no es tan tajante, pero sí ve un “fracaso personal” de Moreno si no se reconduce la propuesta de “gran alianza”. “Si los sindicatos no van a la comisión de reconstrucción será por miedo a que el primer paso sea que les pidan que devuelvan todo el dinero que han defraudado”, ha respondido el portavoz de Vox.
El partido ultraderechista no está dispuesto a renunciar ahora a la presidencia y el PSOE no aceptará volver a la comisión si Vox sigue al frente. “No nos importa que la presida alguien del PP o alguien de Ciudadanos, pero no vamos a blanquear a la extrema derecha”, concluye Susana Díaz. La ex presidenta de la Junta ha conminado al presidente Moreno a “reconsiderar” la situación, dada la importancia que ambos dieron al consenso político. Pero Díaz no ha telefoneado Moreno para proponerle una alternativa. “No debe ser la oposición quien llame al Gobierno”, concluye.
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