La proliferación de mensajes y pensamientos discriminatorios, racistas y xenófobos amenazan los principios de una sociedad democrática, diversa, inclusiva, en la que se prima la solidaridad y la convivencia por encima del aspecto físico o el lugar de procedencia de las personas.
Desde la agencia Stop Rumores de la Federación Andalucía Acoge, a raíz de la apertura de las fronteras a los países de fuera de la UE, el 1 de julio, y de las diversas noticias que se han publicado en relación a la propagación del virus en las personas migrantes que llegan a las costas españolas de forma irregular, jugándose la vida en busca de un proyecto vital digno, queremos aportar datos, rigor y contexto sobre qué hay de cierto en estas afirmaciones.
¿Se transmite el coronavirus por nacionalidades, género o forma de desplazarnos? Los científicos aún no tienen toda la información sobre esta enfermedad, pero “su contagio se transmite por el contacto directo con las gotas respiratorias que se emiten con la tos o el estornudo de una persona enferma de COVID-19”, según el Ministerio de Sanidad. También se pueden infectar al tocar la nariz, ojos o boca con las manos que han tocado superficies contaminadas por estas gotas. Por tanto, lo primero que se puede confirmar es que el coronavirus no se transmite por la nacionalidad, el género o la forma de movernos por el mundo, ya sea en coche, tren, avión o en patera.
Durante el estado de alarma, el tránsito aéreo ha estado cancelado, a excepciones urgentes. Asimismo, las llegadas tanto por por vías marítimas como terrestre de forma irregular han sido muy inferiores respecto a otros años. En concreto, según el informe quinquenal del Ministerio del Interior, el descenso ha sido de un 31% hasta el pasado 15 de junio. Las llegadas de personas solo se ha incrementado en las Islas Canarias. Pese a ello, en las últimas semanas, las personas migrantes que se han visto obligadas a jugarse la vida en el mar, a falta de vías legales y seguras, han vuelto a ser un punto de ataques xenófobos y de bulos, rumores, en los que les señalan como causantes de los últimos rebrotes en el país. ¿Qué hay de cierto en estas afirmaciones?
Este temor, además, “contrasta con el llamamiento entusiasta al turismo extranjero, la promoción institucional de una ‘Andalucía libre de Covid’ y la flexibilización de las normas de seguridad para reactivar un sector capital para la economía regional (12% del PIB), tal y como recoge esta noticia de eldiario.es/andalucia, en la que la Junta de Andalucía muestra su preocupación sobre el tema.
En la situación actual, es lógica esta preocupación ante posibles brotes. También que exista cierta incertidumbre de que la llegada de personas extranjeras, tras la apertura de las fronteras, pueda suponer un mayor riesgo. Pero es necesario tener una visión amplia, y contrastada, de la situación. En el primer trimestre de 2020, el turismo supuso el el 99,97% (17.429.771) de las llegadas, frente al 0,03% (5.413) que supuso las llegadas irregulares, según fuentes del Ministerio de Interior y el Instituto Nacional de Estadística.
Triaje sanitario en costa y protocolos específicos
Las personas que han tenido que optar por esta vía irregular en su mayoría son rescatadas por Salvamento Marítimo. Al llegar a puerto, son atendidas por el protocolo humanitario y sanitario de Cruz Roja, que es el mismo antes del COVID, pero evidentemente se ha reforzado. A todas ellas se les hace un triaje sanitario: se toma la temperatura, si tuviese algún tipo de síntomas se traslada a Salud, se le ofrece ropa seca y algo de comida. Se toman las medidas adecuadas de distanciamiento y también el lavado específico de manos de todas las personas para evitar el contagio.
Una vez que son atendidas, son puestas a disposición policial y así pueden permanecer hasta un máximo de 72 horas. Un tiempo en el que también es suficiente para detectar si existe algún caso positivo de coronavirus. A partir de aquí, como los Centros de Internamiento para personas Extranjeras (CIE) han estado cerrados durante el estado de alarma, la Secretaría de Estado de Migraciones, en coordinación con las diferentes entidades sociales del programa de acogida humanitaria, ha ido derivando a estas personas a los diferentes recursos y dispositivos de acogida.
Actualmente el control y seguimiento que se aplica a las personas migrantes en las fronteras marítimas es más completo: test, triaje sanitario, cuarentenas, etc., que el realizado a las personas extranjeras que vienen de turismo, que, recordemos, son muchísimo más numerosas. Es cierto uno de los brotes más importantes de los últimos días ha sido el producido en un centro que atiende a personas migrantes (CADE) en Málaga, y que este hecho sirvió para alentar los discursos alarmistas y xenófobos, pero dicho brote no fue originado por ninguna persona que hubiese llegado en patera, sino por un trabajador que había viajado a Canarias y se le identificó como el paciente cero. Por lo que debemos redoblar nuestros esfuerzos para detectar y desactivar los mensajes alarmistas y que señalan a las personas migrantes como un riesgo, con una clara intención de manipular y extender su odio racista.
Durante el estado de alarma, se ha regulado exhaustivamente qué había que hacer con las personas migrantes que entran en España de manera irregular por la costa a través de un protocolo de actuación ante posibles casos importados de Covid “en el contexto del fenómeno de la inmigración irregular”, protocolo que dejó de estar en vigor al terminar el estado de alarma. Ahora las normas deben ser las mismas que para cualquier persona que entre, por ejemplo, por un aeropuerto, venga a pasar unas vacaciones o a buscar un trabajo, las de Sanidad Exterior.
A la lógica científica, también hay que añadirle la humana. Los rebrotes que se han ocasionado en el Estado español en las últimas semanas no solo tienen que ver con la movilidad en las fronteras, en las que se incluye el hacer y recibir turismo, sino que directamente debería atravesar las conciencias de, quienes sabiendo de su positivo o probabilidad de haber contraído la enfermedad, se toma la libre voluntad de realizar botellones, coger un avión o un tren, u organizar fiestas, incluso en una provincia lejana a la suya, cuando todavía el resto de la ciudadanía se quedaba confinada por responsabilidad. Pero las excepciones no se pueden comparar a la norma y la norma es que, como dice el periodista Nico Castellano, en un reciente reportaje, “los puertos siguen siendo la frontera sanitaria más segura de España”, mientras que la pandemia tiene forma de rumor y desinformación.
0