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El PP, ante el rechazo de Vox al Presupuesto andaluz: “¿En serio? ¡Estás fumao! ¡Que bloqueáis el Gobierno!”

Los diputados andaluces de Vox Alejandro Hernández, Rodrigo Alonso y Manuel Gavira.

Daniel Cela

No existe antecedente en la historia autonómica andaluza de que un grupo político haya presentado una enmienda a la totalidad a los Presupuestos de la Junta de Andalucía para finalmente terminar dándole su apoyo. No aparece nada igual en el diario de sesiones de las diez legislaturas anteriores, según confirman los servicios de la Cámara. Una enmienda a la totalidad significa un desacuerdo total y absoluto con las políticas de gastos e ingresos que plantea un Gobierno, un distanciamiento muy radical para un partido que sostiene al actual Ejecutivo andaluz de PP y Ciudadanos.

Las primeras cuentas autonómicas del Gobierno andaluz de centro-derecha necesitan el respaldo de los 12 diputados de Vox para salir adelante. La formación de extrema derecha no considera que sean esas cuentas “del cambio” que venían a cerrar un ciclo de tres décadas de socialismo en el poder. Al contrario: Vox denuncia que son “continuistas” con las políticas que Susana Díaz pactó con Cs en el mandato anterior y ha anunciado una enmienda a la totalidad con propuesta de devolución, que puede frenar desde su inicio el trámite parlamentario del Presupuesto y paralizar la acción de Gobierno. El leve movimiento de manos de Vox ha alterado el tablero político andaluz, pero también el nacional, que está abierto en canal ante la incertidumbre de los pactos municipales y autonómicos.

Mientras sus señorías deciden si la amenaza de Vox es real o puro tacticismo, los hombres de Santiago Abascal en Andalucía maldicen el gatopardismo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa -aquel axioma del inmovilismo político: “Que todo cambie para que todo siga igual”- y sus socios del PP han empezado a removerse incómodos en sus asientos. Este lunes, tres diputados de Vox lanzaron su órdago ante los medios a las 12.00 horas en el Parlamento andaluz, justo cuando empezaba la comparecencia del consejero de Hacienda, Juan Bravo, para presentar sus cuentas ante la comisión parlamentaria. Tras el primer turno de réplica del diputado y portavoz del PSOE en Hacienda, Antonio Ramírez de Arellano, sus señorías empezaron a recibir en sus móviles el avance de la noticia que, hasta ese instante, nadie había mencionado durante el debate. Ni siquiera el portavoz de Vox en la comisión, Rodrigo Alonso.

El diputado del PP y portavoz de Hacienda, Pablo Venzal, se quedó estupefacto y quiso corroborar la información preguntándole a Alonso, que estaba sentado justo delante de él. Lo hizo fuera de su turno de palabra, pero su micrófono se había quedado abierto y una cámara del Parlamento grabó la conversación de fondo: “Oye Rodrigo, ¿no vais a presentar una enmienda a la totalidad, no? ¿Estáis locos?”, dice, sorprendido, el diputado almeriense. El portavoz de Vox se gira hacia su compañero, asiente con la cabeza y ve cómo Venzal empieza a gesticular con los brazos. “¿En serio vais a presentar una enmienda a la totalidad? Pero, ¿cómo vas a hacer eso, tío? ¡Tú estás fumao! ¡Que bloqueáis el Gobierno!”, se le escucha de fondo, mientras el consejero de Hacienda ha empezado a dar explicaciones.

Alonso no le responde, pero en su turno de intervención, expone los motivos de su rechazo a los Presupuestos. “No vemos reflejado en estas cuentas el acuerdo de PP y Vox para hacer presidente a Juanma Moreno. Le invito a coger el toro por los cuernos”, le espeta a Bravo, tras expresar la frustración de su grupo por haber encontrado en los Presupuestos “programas que son un calco de lo que se venía haciendo el PSOE”. Venzal recupera el turno de palabra y trata de convencer a su compañero para que vuelva “al diálogo en fase parlamentaria”. “Apelo a la responsabilidad con sus votantes y con el Gobierno del cambio”, dice el diputado popular.

Movimiento tectónico

La comisión de Hacienda ha recogido la reacción instantánea de PP y Cs al órdago de Vox. Si el órdago de Vox es un farol, a sus socios en el Gobierno les ha pillado con el pie cambiado. Fuera de allí, y horas después de la gran noticia, llega el mensaje oficial de la Junta: “tranquilidad, llamamiento a la calma”. Desde la Consejería de Presidencia advierten de que éste es sólo “el inicio de la negociación”, recuerdan que hay una interlocución directa con los portavoces de Vox en el Parlamento y reclaman a su socio de investidura “altura de miras”. El plazo de presentación de enmiendas a la totalidad finaliza este jueves. Además de Vox, la coalición Adelante Andalucía (Podemos-IU) presentará la suya propia, y el PSOE estudia aún cómo empaquetar su rechazo a unas cuentas que, en grandes cifras, no distan mucho de las que ellos pintaron para 2018.

Durante los primeros cuatro meses de legislatura, PP y Ciudadanos se han esforzado en “encapsular” su Gobierno de coalición en Andalucía para evitar los zarandeos de las campañas electorales: las generales del 28 de abril y las autonómicas y municipales del pasado 26 de mayo. Era una estrategia compartida por los dos partidos que, uniendo fuerzas, habían arrebatado el poder al PSOE andaluz por primera vez en 36 años y medio. Este objetivo común es el pegamento de la alianza de PP y Cs en esta comunidad, mientras sus jefes han seguido batiéndose en la arena política nacional por la hegemonía del voto conservador. A ratos, esa cápsula diseñada para salvar al Gobierno bipartito ha servido para proteger, indirectamente, a su tercer aliado: Vox, de quien depende cualquier ley que decidan llevar al Parlamento.

Esa cápsula ha cumplido su función moderadamente bien durante los dos procesos electorales vividos entre abril y junio, pero ha empezado a sufrir graves filtraciones por varios frentes este lunes. Justo cuando las direcciones nacionales de PP, Ciudadanos y Vox se reunían, por separado, para abordar el mapa de pactos municipales y autonómicos. El equipo de Abascal ha redefinido el pacto “a la andaluza” -que él mismo bautizó como un “éxito histórico” hace cuatro meses-, y ahora lo considera “un trágala”, un “fracaso” de negociación que no están dispuestos a exportar al resto de España. Vox quiere que cambien dos cosas: primero, reclama sentarse a negociar pactos de Gobierno con todos los partidos que aspiren a entrar en esos gobiernos, es decir, con Ciudadanos. Y dos: quiere entrar en gobiernos municipales y autonómicos donde su voto sea clave. En Andalucía, hay tres capitales en esa situación: Córdoba, Granada y Jaén. Simultáneamente, la dirección de Albert Rivera ha aprobado justo lo contrario: no negociar nada con Vox, no gobernar con Vox.

La estabilidad del Gobierno andaluz está viéndose zarandeada por el movimiento de placas tectónicas de los pactos a escala nacional. La sensación es que están dispuestos “a sacrificar Andalucía a cambio de entrar en el Ayuntamiento y la comunidad de Madrid”, bastión del centralismo, dice una fuente del Consejo de Gobierno. Los socios andaluces tratan de seguir “encapsulados”, pero admiten que la situación es “más difícil ahora”. El presidente de la Junta, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla, quiere hacer de la vía andaluza “un molde” para ayuntamientos y comunidades donde la suma de PP, Cs y Vox permita tomar el poder y desplazar a la izquierda. A ellos les vale contar con la extrema derecha tanto dentro como fuera del Ejecutivo. A los de Rivera, en cambio, les repele el vínculo explícito con Vox, prefieren el formato andaluz que les permite -al menos en el plano discursivo- no sentirse comprometidos con los acuerdos paralelos a los que haya llegado el PP con los de Abascal. Pero Vox ya no quiere eso, “quiere retratarlos y desgastarlos”, dice un diputado popular. Abascal admite un “fracaso” en Andalucía para ganar poder en Madrid y en otras comunidades. “La fórmula andaluza no funciona. No nos sirve firmar un acuerdo con un partido (PP), mientras el otro aliado dice que ese acuerdo es papel mojado”, advierte la candidata de Vox a la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio.

La negociación de Vox en Andalucía fue pilotada personalmente por el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, que vino a Sevilla para sellar el pacto de investidura con su homólogo del PP, Teodoro García Egea. Abascal telegrafió cada paso desde su cuenta personal de Twitter. Hubo una primera propuesta de máximos por parte de la extrema derecha, donde se exigía derogar las leyes de igualdad de género, de lucha contra la violencia machista, de los derechos LGTBI, de la Memoria Histórica; se pedía deportar a 52.000 inmigrantes sin papeles, devolver competencias autonómicas al Estado e incluso cambiar el Día de Andalucía, del 28 de febrero al 2 de enero, “culminación de la Reconquista”. La negociación con el PP suavizó considerablemente aquel documento, que quedó en un acuerdo de 37 medidas de las que habían desaparecido las exigencias más duras (todas las mencionadas arriba). Aún así, Ortega Smith y Abascal calificaron el acuerdo de “histórico”.

La legislatura de la 'pinza'

Cuatro meses después, la relectura negativa de aquel pacto a la andaluza forma parte ya del argumentando de Vox en la mesa de negociación en varios ayuntamientos y comunidades. Pero eso no significa que Vox en Andalucía haya reconsiderado su papel como tercera pata del Gobierno de PP y Cs: el grupo de extrema derecha tiene 12 diputados en el Parlamento andaluz, los mismos que entrarán en la Asamblea de Madrid, pero allí negocian sentarse en el Consejo de Gobierno, y aquí aún no han esgrimido esa reclamación. Por mucho que se le ha preguntado a sus portavoces, la respuesta es que “eso no está sobre la mesa”. En Andalucía hay presiones, pero no hay golpes en la mesa.

De momento, Vox ha anunciado, sin perfilar mucho, que rechazan los primeros Presupuestos andaluces de PP y Cs, y que presentarán una enmienda a la totalidad con propuesta de devolución. La fórmula parlamentaria más dura que existe contra el Gobierno autonómico. La única ocasión en que el Pleno del Parlamento andaluz ha rechazado el proyecto de ley de Presupuestos tuvo lugar en 1995, durante la llamada legislatura de la pinza, en la que una alianza entre PP e IU impidió al PSOE sacar adelante sus cuentas. Ese año se aprobaron las enmiendas a la totalidad con propuestas de devolución presentadas por el PP de Javier Arenas y la coalición de izquierdas de Luis Carlos Rejón contra los Presupuestos socialistas de 1996.

El ex presidente de la Junta, Manuel Chaves, anunció elecciones anticipadas al ser rechazadas sus cuentas por segundo año consecutivo. Entonces había una connivencia táctica entre PP e IU, unidos por su rivalidad contra un PSOE sin mayoría absoluta. Ahora, para que se repita el mismo escenario, debe darse una coincidencia de votos entre PSOE, Adelante y Vox en alguna de las enmiendas a la totalidad que se van a presentar. Una foto rara, pero no descartable. O bien, que la extrema derecha se abstenga y permita que prospere la enmienda de Adelante con respaldo del PSOE: 50 votos del bloque de izquierdas, contra 47 del centro derecha.

Cualquiera de estos escenarios es una declaración de guerra a la Junta, inédita en manos de un partido que apoyó hace cuatro meses la investidura de Moreno Bonilla. Vox asegura que “venían advirtiéndolo” desde hace días porque el PP no estaba cumpliendo su acuerdo. Los ultraconservadores podrían discrepar, partida a partida, como vienen haciéndolo desde hace semanas, anunciando que no respaldarán unas cuentas que contengan el gasto para políticas de igualdad de género, de lucha contra la violencia machista o de Memoria Histórica. Partidas que estaban en las cuentas del anterior Gobierno socialista y que, en gran medida, se mantienen en el borrador presentado por el consejero de Hacienda. “Recuerdo que hubo manifestaciones de corte feminista radical durante la investidura, que se preocuparon mucho porque creían que con el nuevo Gobierno estaban en riesgo. Y hoy tendrían que manifestarse para celebrar este Presupuesto”, le espetó el líder andaluz de Vox, Francisco Serrano, a la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, mientras ésta defendía el gasto del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) en su departamento.

Pero el órdago de Vox es mayor, porque denuncian que no están en contra de un par de números, sino “del espíritu en su conjunto de este Presupuesto”. Si registran la enmienda a la totalidad, los siguientes dos meses -hasta el 18 de julio, fecha prevista para la aprobación final del Presupuesto- PP y Cs tendrán que fajarse en llevar a su aliado de 0 a 100. Del no rotundo, al sí condicionado. En el Parlamento andaluz, el envite de la extrema derecha se ha enmarcado en clave nacional: PSOE y Adelante Andalucía no tienen dudas de que terminarán apoyando las cuentas de Moreno, pero que se tomarán los próximos días para presionar desde el sur a Pablo Casado y a Albert Rivera en aquellos ayuntamientos y comunidades donde desean entrar en coalición a tres bandas.

La incógnita debe de resolverse antes. El calendario de la tramitación presupuestaria en Andalucía va más rápido que la negociación de los pactos de gobiernos municipales y autonómicos. El próximo 15 de junio deben constituirse todos los ayuntamientos, y el 11 de junio, los parlamentos autonómicos salidos de las urnas el pasado 26 de mayo. Luego vendrá el debate de totalidad del Presupuesto andaluz, a final de junio, y un mes después se discutirá partida a partida. Mientras sus señorías dirimen si el golpe de Vox es un órdago o un farol, hay quien piensa ya que es ambas cosas a la vez: un órdago en Madrid, un farol en Andalucía.

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