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'El Moco' niega la autoría del crimen de San Juan de Aznalfarache ante el tribunal del jurado

Imagen del acusado sentado en el banquillo antes de comenzar el juicio

Carla Rivero / Javier Ramajo

Sevilla —

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El hombre acusado de la muerte de Loli Ortiz, la mujer que apareció asesinada en la plaza Blas Infante de San Juan de Aznalfarache el 1 de febrero de 2020, ha sido interrogado este martes en la Audiencia de Sevilla ante el tribunal del jurado popular. Abel M., mas conocido como 'El Moco' y que fue detenido como presunto autor del asesinato cuatro meses y medio después de los hechos, en junio del pasado año, se ha declarado inocente y ha dicho que “nunca”, “jamás” o “en ningún momento” se mostró agresivo con Loli, que fue su pareja sentimental entre 2006 y 2009, año en el que el presunto asesino entró en la cárcel. Ambos, consumidores de heroína y cocaína, frecuentaban desde hace años una zona de tráfico habitual de drogas de la localidad del Aljarafe sevillana. Tres agentes de la Policía Nacional han declarado como testigos y uno de ellos, que investigaba los subterfugios del tráfico de drogas en la zona, ha asegurado haber visto a Abel M. aproximadamente un mes antes de los hechos golpeando a Loli. Dos amigas de esta han dicho en el juicio que en las semanas previas ella les había trasladado que sentía “miedo” de 'El Moco', que se enfrenta a 20 años de cárcel que para él pide la Fiscalía.

Durante la segunda jornada del juicio (en la primera del lunes se constituyó el jurado), Abel M. ha negado que hubiera maltratado alguna vez a la víctima, le hubiera exigido dinero para drogas o le hubiera amenazado o pegado. Es más, adució que él era quien le había suministrado recursos económicos para que pudiera acceder a ellas, lo cual repitió en varias ocasiones debido a la deficitaria acústica de la sala de la Audiencia de Sevilla. A estas circunstancias, añadió que Loli Ortiz lo había denunciado falsamente por violencia machista años antes y, por último, que la Policía le había presionado para que confesara el crimen en las horas siguientes de haber sido detenido, manteniendo, como él creía, que había un móvil mayor puesto que “se decía” que Ortiz robaba a los clientes que la prostituían.

Acerca de una prueba en el lugar de los hechos, una gorra supuestamente perteneciente al acusado, solo pudo decir que debido al sudor se la había quitado y que, probablemente, la había olvidado en aquellas escaleras en donde aguardó al amanecer. “La verdad solo tiene un camino. Yo busacaba eb la basura en aquella zona, pero ese día no pasé por ahí”, ha comentado el acusado en relación al lugar de los hechos, negando que le hubiera dicho aquella mañana a otro conocido (Sergio) que había matado a Loli.

'El Moco' ha negado ante la magistrada y a las preguntas de la Fiscalía que volviera a formar parte estrecha de la vida de Loli tras tromper la relación en 2009, pero confirmó que su contacto, frecuente por vivir en la misma zona, se limitaba al intercambio y toma conjunta de drogas. Sin embargo, las horas bailaban inexactas en la declaración del acusado. Aquella noche, preso del síndrome de abstinencia, volvió a consumir y ver a Loli Ortiz en dos ocasiones: la primera, a la una de la mañana, cuando la observó con una bolsa de cables que ella quería vender; y la segunda, pasadas las tres de la madrugada, conversando con una patrulla de la Policía. El varón afirmó que estuvo fumando en unas escalinatas próximas, sitio que frecuentaba, por lo que al testificar en el juzgado de Instrucción se encontraba “con el mono”, una contradiccion que utilizó la acusación que representa a la madre de la fallecida para mostrar la insostenibilidad del relato de 'El Moco'.

“La arrastró por los pelos” un mes antes del asesinato

El primer testigo, agente de la Policía Nacional encargado de investigar las redes de narcotráfico en San Juan de Aznalfarache, advirtió en la sala de la “mala reputación” del supuesto asesino con el propio círculo de los toxicómanos, llegando incluso a hurtar a los traficantes para conseguir recursos con los que consumir, por lo que utilizaba a la joven al estilo de una intermediaria en la adquisición de sustancias. Las marcas en el cuerpo de Loli Ortiz eran lo habitual, aseveró, y también la gorra del procesado, que hasta aparece en las fotos hechas en aquel tiempo de la investigación policial.

Si bien su actitud era pasiva en el día a día, el testigo aseguró que Abel M. se volvía “muy violento” bajo el síndrome de abstinencia. Asimismo, subrayó que la relación entre estas dos personas continuaba aunque Ortiz se dejara ver con otros acompañantes y que, un mes antes del asesinato, pudo ver “una reyerta” entre ambos y cómo él la golpeaba repetidas veces aunque sin demasiada brusquedad pero con “empujones”, arrastrándola “por los pelos” y repitiendo “dame la droga, dame la droga”. Aquella noche relatada por el agente, 'El Moco' la perseguía “en actitud violenta” aunque “a unos diez metros”, momento en que el hoy testigo rompió la vigilancia e intermedió ante ambos. Loli Ortiz, pese a la insistencia del agente, se negó a denunciar aquellos hechos.

La exposición de los hechos expuesta por el acusado ha ido poco a poco desvirtuándose con las declaraciones que los testigos han realizado bajo la mirada cabizbaja y neutra de 'El Moco'. Cercanas a Loli Ortiz, una de las amigas, con quien incluso convivió un tiempo, ha dicho que ella “no se metía con nadie” y que tenía “miedo” de 'El Moco'. En la misma línea, la otra amiga ha dicho que ambos “no se llevaban bien” y que ella le decía “que ka perseguía por la droga y el dinero”, y que por eso “le evitaba”.

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