El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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Se suele decir que la “Política es el arte de hacer posible lo imposible”. Y dada la hoja de ruta independentista, abocada como tren sin paradas a llegar a una estación concreta sin posibilidad de cambio de destino; o dadas las orejeras que como animal de tiro se puso hace años el Gobierno del Partido Popular ante las demandas catalanas para evitar sentarse a dialogar, lo inevitable parecería lo que han conseguido. Traernos a una situación que aparenta no tener salida, en la que ambas partes acaban haciendo lo que querían hacer – declarar unilateralmente la independencia de Cataluña, unos, y aplicar el artículo 155 para poner en marcha la hoja de ruta recentralizadora, otros- echándose la culpa mutuamente por hacerlo.
Pero por mucho que lo pareciera no debemos llamarnos a engaño. La situación que se ha dado no era la única posible, porque como decía anteriormente, “la Política es el arte de hacer posible lo imposible”. Política con mayúsculas, hubiese sido aceptar por parte del Govern de la Generalitat, que no estaban en posesión de la verdad absoluta y que con sólo un 47% de votos las fuerzas independentistas no están legitimadas para iniciar ningún proceso de independencia de forma unilateral. Política con mayúsculas, hubiese sido por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, aceptar que la Constitución Española, aprobada hace 39 años con un amplísimo consenso social tras casi medio siglo de dictadura, no ha de ser la estación de llegada de la democracia española, sino la de salida. Sabiendo que puede y debe modificarse la Constitución en aras a seguir garantizando la convivencia de toda la nueva generación que empuja. Y Política con mayúsculas, hubiera sido en definitiva y por ambas partes, escuchar a esa amplísima mayoría social, ese 70% de la población española que demandábamos al Gobierno de Rajoy y catalán que estuvieran a la altura de las circunstancias y buscaran una solución dialogada.
No obstante ambos siguieron con sus hojas de ruta prefijadas, llevándose por delante en Aragón años de entendimiento con nuestros vecinos del Este, despertando viejos demonios y miedos que parecían más propios de los años de juventud de nuestras madres o abuelos, haciendo que partidos históricamente federalistas como el PSOE olvidaran su discurso territorial histórico y amenazando la autonomía no sólo de Cataluña, sino también la del resto de territorios como nuestro Aragón.
Porque lo cierto es que ahora todos corremos el riesgo de convertirnos en territorios vigilados por un nuevo sistema recentralizador, que seguro que el partido de Albert Rivera aplaudirá encantado. Se nos amenaza, como ha hecho Pablo Casado del Partido Popular, con la intervención estatal en caso de que alcemos la voz para quejarnos de medidas impuestas por Madrid o Bruselas que no nos parecen justas, como sin duda haremos contra el nuevo Trasvase del Ebro que ya han anunciado. Y se nos amenaza en caso de que aprobemos leyes que el gobierno de los recortes de Mariano Rajoy decida recurrir al Tribunal Constitucional por beneficiar a la gente en vez de a las grandes empresas o bancos (como ha hecho recientemente con la Ley contra la emergencia social de Aragón ).
Corremos el riesgo de que todas aquellas peticiones históricas aragonesas que llevamos décadas demandando para salir del vagón de cola de las autonomías caigan intencionadamente en saco roto. Solo hay que fijarse en cómo el Gobierno de Mariano Rajoy ya ha anunciado que no continuará con las conversaciones para acordar un nuevo sistema de financiación autonómica suficiente para cubrir las necesidades de los aragoneses y aragonesas; de nuestro territorio despoblado y envejecido, y de nuestra juventud obligada a buscar trabajo lejos de aquí. Y todo ello usando la excusa de la coyuntura actual que ellos mismos han provocado con su inacción y que C’s esperaba con los brazos abiertos.
Pero en Podemos Aragón creemos que no debemos caer en la desesperanza, que pese a que suceda lo que parecía inevitable lo cierto es que existe otra forma de hacer política. Una forma que entiende que no podemos conformarnos con la estación de llegada a la que nos llevan estos maquinistas sin sentido de la responsabilidad, en la que sólo nos esperan recortes para nuestra autonomía aragonesa, poniendo en riesgo los derechos y oportunidades de todos los aragoneses para vivir con dignidad en nuestros barrios y pueblos. Una forma que no se doblega ante las amenazas en caso de que queramos ahondar en lo que establece nuestro Estatuto de Autonomía; un Estatuto que tantos años de lucha costó conseguir.
Existe otra línea, la del diálogo y la defensa de nuestra gente, algo que no sólo no es imposible, sino una obligación para todo aquel que diga que está haciendo Política con mayúsculas.