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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Números y realidades

Antonio Piazuelo / Antonio Piazuelo

Exteniente de alcalde de Economía y Hacienda de Zaragoza —

Uno de los ejercicios más estériles a los que se puede asistir en política es el debate sobre la situación económica de una institución. Es el interminable Día de la Marmota. Para quien gobierna, sea del partido que sea, las cifras son buenas y, si no lo son todo lo deseable, la culpa es de la herencia recibida. Para la oposición, todo está mal y la responsabilidad es exclusivamente del gobierno.

Los números cantan, sí. Y no mienten, no. Pero la interpretación sesgada de esos números, y las artimañas contables que sirven para difuminar (cuando no se pueden ocultar) los datos más significativos de la gestión política, permiten que cada cual los valore a su manera, lo que embrolla la cuestión hasta límites insoportables. Tampoco las auditorías internas, siempre en manos de quien gobierna la institución, pueden resolver definitivamente el problema. Ni siquiera las auditorías externas, que responden a los deseos de quien paga y trabajan con los datos que este les proporciona. En resumen, que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Sin embargo estos días hemos conocido unos números esclarecedores y muy preocupantes, vistos desde la capital aragonesa. Son los datos y cifras de los mayores ayuntamientos de España (Madrid. Barcelona, Sevilla, Málaga, Valencia y Zaragoza). Al compararlos, nos indican con bastante claridad cuál es la situación de nuestra ciudad. Repasemos cuatro de ellos, tal vez los ms interesantes para los ciudadanos:

El Remanente de Tesorería es el saldo que, al final de cada ejercicio, permite conocer la solvencia de la institución porque cuantifica, por un lado, los fondos líquidos (dinero en caja y bancos) más los derechos reconocidos pendientes de cobro, a lo que resta las obligaciones de pago. El remanente, si es positivo, puede utilizarse para financiar modificaciones presupuestarias. Si es negativo, la institución debe recuperarlo al siguiente ejercicio o presentar un plan para hacerlo.

Pues bien, el Remanente por habitante de Zaragoza en el año 2013 era de 119 euros, frente a los 408 de Madrid y entre 141 € y 182 € en las otras cuatro. Por si alguien no se había dado cuenta, somos los últimos.

Y la cosa no mejora si miramos a la deuda de la ciudad. Entre 2010 y 2014, las otras cinco ciudades la redujeron entre el 2,8% de Sevilla y el 18,63% de Barcelona, mientras que Zaragoza…  ¡la aumentó un 9,22%!

En gasto por habitante, dato que indica lo que se gasta en la ciudad, la comparación referida a 2013 nos vuelve a situar en último lugar: Barcelona, 674 €, Málaga, 520, Madrid, 530, y cerca de 400 € en Sevilla y Valencia. En Zaragoza nos quedamos en 159. Esta es la realidad, y no el discurso que la oculta.

Y puede que lo más sangrante llegue al comparar el gasto social por habitante… en una Zaragoza gobernada (en teoría) por la izquierda durante tres legislaturas. En 2013, Sevilla, Madrid y Barcelona, por este orden, presentan entre 110 y 200 € por habitante en gasto social. Málaga y Valencia bajan hasta los 87 y 78 € respectivamente. Y Zaragoza, una vez más, ostenta el farolillo rojo con unos patéticos y vergonzantes 67 €. Menos de la mitad que otras ciudades donde no gobierna la izquierda. ¡Y en gasto social precisamente!

Pero es que todo ello viene a sumarse a los datos de la presión fiscal que resulta de sumar los impuestos directos, indirectos, tasas y precios públicos, y dividir después por el número de habitantes. Esa presión era en 2010 de 539 euros y, en 2014, había crecido hasta los 638 euros. Un 18% en una legislatura.

Uno solo de los impuestos, el de Bienes Inmuebles (IBI), creció en las dos últimas legislaturas un 62% con ese mismo gobierno. En este período la tasa de basuras aumentó un 104% por encima del IPC, y el precio del agua lo hizo un 50%. El coste por usuario del transporte público se ha duplicado desde el comienzo de las obras del tranvía… y así sucesivamente. Dicho de otra manera, en estos últimos ocho años hemos conseguido ser la ciudad que más castiga con su recaudación a los ciudadanos y a la vez la que menos invierte en servicios.

Datos, números mondos y lirondos. Solo en algún caso me he permitido añadir algún signo de admiración o sorpresa (porque no encuentro el signo de pena). Números incuestionables que aún podrían ser más patéticos. Si les añadimos -con las cautelas pertinentes- los datos de la auditoria interna municipal, resulta que existe una deuda no consignada en presupuestos y con obligaciones de pago, confirmadas por el anterior responsable de Hacienda, que ascienden a más de 109 millones de euros. Y que hacen falta otros 55 millones para poder pagar los “servicios básicos”, que deliberadamente se consignaron por bajo para cuadrar el presupuesto. Además, dentro del déficit se incluyen 80 millones producidos por el compromiso -aportado y firmado por el anterior responsable de Urbanismo- de enajenar suelo. Un suelo que nadie en el Ayuntamiento creía que se pudiera vender y menos a ese precio, pero que permitía encajar sobre el papel del presupuesto las demandas de los grupos que apoyaban al gobierno municipal.

La credibilidad y la autoridad moral pertenecen mas al político  que al partido y estas se ganan día a día  No es de extrañar por tanto, los últimos resultados electorales tanto en el Ayuntamiento de Zaragoza, como en el Gobierno de Aragón. Los peores de la historia reciente

Comprendo, pero no comparto, la actitud de quienes ahora gobiernan el Ayuntamiento a la hora de informar de esta situación sin “hacer sangre”: necesitan el apoyo de quienes gobernaron en la legislatura anterior para poder seguir haciéndolo ellos. Pero los ciudadanos necesitan inexcusablemente conocer la realidad, darse un baño de ella, para valorar lo que se hace y lo que se puede hacer… que siempre estará condicionado por lo que se ha hecho.

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