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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Zaragoza fue el león

Zaragoza representada por un león. 'Monumento a la Expo Hispano Francesa', de los hermanos Miguel y Luciano Oslé. Entre 1910 y 1947 ubicada en paseo Pamplona y desde 1951 en parque Labordeta.
12 de octubre de 2025 05:30 h

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El león vive horas bajas. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza ya han desaparecido el 90% de ejemplares. Quizá por ser el emblema de la ciudad, el Ayuntamiento de Zaragoza ha querido contribuir a minimizar pérdidas adoptando un nuevo 'tragachicos' de amplias fauces: el león Garganchón, protagonista del pasacalle previo al pregón de las fiestas. 

Puestos a cavilar en modo conspiranoico, no es descartable que esta paulatina extinción del modelo original tenga su reflejo en la heráldica de Zaragoza y veamos pronto el campo de gules tan despoblado de leones como la sabana africana. Mejor, pensarán algunos: más solar para levantar edificios 'cebra' o para arrendar el espacio a un patrocinador con garra, que buena falta le hace al equipo de fútbol. 

Al margen de diseños y blasones, Zaragoza ha dado cobijo a lo largo de su historia a ejemplares vivos de este impresionante depredador.

De vivero a zoológico

Érase una vez un león que vivía en Zaragoza y hacía felices a los niños”... Un prometedor comienzo que no tuvo final feliz. Quienes disfrutamos de cierta edad recordamos al protagonista del cuento paseando rocinante y desquiciado por la angosta jaula instalada en un rincón del parque Bruil. En realidad, fueron dos ejemplares, macho y hembra, llamada Zara, quienes sufrieron aquella pena de prisión mayor. 

El parque municipal en la Torre de Bruil se abrió al público la tarde del 17 de julio de 1965. Desde mediados del siglo XIX el público zaragozano ya venía disfrutando aquella finca como lugar de recreo. Al módico precio de un real podía acceder a los “viveros, jardines e invernáculos” donde se cultivaban y vendían plantas de todo tipo (“Diario de Avisos de Zaragoza”, 17 de octubre de 1874). Un edén todavía sin bestias. 

No es bueno que el león esté solo

La idea de montar un mini zoo en el parque Bruil le pareció brillante al alcalde Luis Gómez Laguna y en octubre de 1965 comenzaron a llegar los primeros inquilinos de una larga lista: monos, pavos reales, osos, tigres, leones, zorros y un jabalí que entró como jabato de 12 kilos y engordó tanto que hubo que abatir; sus 150 kilos sirvieron de ración a los ancianos de la Casa de Amparo y su cabeza lució en el salón del valiente cazador (“El Noticiero”, 20 de febrero de 1969).

Aquel simulacro de zoológico, que duró hasta mediados de la década de los ochenta, pretendía ser una prueba piloto. En agosto de 1969, el responsable de Parques y Jardines, Ángel García Muniesa, anunciaba un zoo de mayores dimensiones en los Pinares de Venecia: “un buen sitio para que las fieras estén en estado seminatural” (“Heraldo de Aragón”) y los visitantes en su correspondiente hábitat, o sea, restaurante y cafetería. En total “cien o doscientas fieras” bajo el mando del rey león. Por supuesto, todo quedó en una farutada millonaria. A la altura de 1976 los depredadores municipales tuvieron que renunciar al proyecto.

El león maltés

Cuenta el escritor y periodista Ignacio Claver Navarro, autor recóndito de la humorada “Un baturro republicano en Madrid”, que a mediados del siglo XVI el gran Maestre de Rodas regaló al Concejo de la ciudad “un magnífico ejemplar de león para que los ciudadanos pudieran contemplar el símbolo viviente de su escudo heráldico” (“La Voz de Aragón”, 13 de octubre de 1931). Por tal dignidad se le reservó una estancia de recios barrotes en los Graneros Nuevos, hoy calle de Eusebio Blasco, fronteriza con el Coso. 

Allí quedó el animal, al cuidado de un leonero y expuesto al pueblo zaragozano hasta que el príncipe Felipe, no el pabellón, sino el futuro Felipe II de España, se encaprichó del magnífico ejemplar, arrebatando a la ciudad de su emblema viviente como años después descabezaría a Aragón de sus fueros. Aún disfrutaría Zaragoza poco después de otro ejemplar, menos majestuoso, pero más longevo. 

Ahora, si ustedes quieren ver leones pueden admirar los que custodian las entradas del Puente de Piedra o los que lucen en el parque José Antonio Labordeta. Claro que,también pueden dejarse tragar por Garganchón.

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