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Labordeta y Eloy, amigos por Aragón

Eloy Fernández Clemente y José Antonio Labordeta.

Mariano Gistaín

12 de octubre de 2023 22:18 h

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En plenas fiestas del Pilar se ha presentado el libro colectivo sobre Andalán que ha editado y promovido Carlos Forcadell, director de la IFC de la DPZ. Me acuerdo de Labordeta y Eloy y veo a Juana de Grandes y a Marisa Santiago, sus maravillosas mujeres. El Paraninfo es un lujo, el indispensable latido de la cultura y Aragón

El Paraninfo de la Universidad de Zaragoza es inigualable, solo de entrar ya se está bien, en paz y en silencio en medio de la ciudad. Subir la escalinata o la rampa te ponen en casa, en Aragón y en Zaragoza, que reflejan mundo y lo mejoran. La rampa tiene algo náutico, de embarcadero o Venecia. Si llega hasta la Plaza de Basilio Paraíso la subida del Ebro con el cambio climático, la Virgen no lo quiera, esa rampa será Venecia. La película de Paula Ortiz Al otro lado del río y entre los árboles es preciosa, poética, purificada de la zafia trivialidad que producimos a todas horas (y yo el primero, ya lo siento).

Al ver el gentío congregado en la presentación del libro sobre Andalán, público admirado durante medio siglo, casi familia, me viene Eloy Fernández Clemente a la tribuna, y su amigo Labordeta, que hace unos días ayudó a entonar a pecho abierto a miles de personas su Canto a la libertad tras el pregón de fiestas. Y Emilio Gastón, que inventó las nubes. Y todos y todas.

Y se me reavivó la idea intermitente de hacer un librito casi escolar, una cartilla titulada como esta columna, Labordeta y Eloy, amigos por Aragón, para que su amistad y su ímpetu sostenido nos eleve y nos redima y podamos idealizarlo un poco más, o con más frecuencia, aunque esta gloriosa pareja ya se idealizaba sola, ellos dos con su amistad y sus anhelos y sus depresiones utópicas o viceversa.

Con tantas personas –“entre todos hay que levantar”– que soñaron Aragón cuando no existía o se había olvidado en un páramo de tópicos entre este “silencio de hierro”. El silencio de hierro no se vence nunca, en cualquier momento puede volver a imponerse.

Propongo a los amigos y allegados un librito con ese título que puede significar que juntos trabajaron por Aragón, que lo aragonés es una forma única de fructífera amistad abierta. Y también el título podría significar que iban, fueron, y van en nuestros mejores sueños, juntos por Aragón, a Aínsa afundar Andalán en el 72, a Jorcas, a tantos sitios donde sembraron la luminosa semilla del futuro y el escepticismo justo de los siglos, milenios, lo que sea. Amigos por Aragón da una idea de dos colegas que van bien juntos, una estypenda road movie de sesenta años.

El Abuelo, Eloy y sus mujeres magníficas, Marisa y Juana, que son las rectoras o reinas del ya insufrible interregno de los aragonés, reinas sin mando ni corona pero con toda la autoridad. Los textos de ellas, que vivieron intensamente la hazaña (estaría bien fijar en sencillas frases cuál fue la hazaña) deberían encabezar el librito.

Al hilo de este póker estelar habría que nombrar a Carbonell, siempre vivo, a Emilio (que ahora estrena para la cultura su amada Casa Gastón, en Hecho), a Emilio Lacambra de Casa Emilio, al que no le ha dado tiempo de salir en el Cielo Aragonés que David Viñuales con Azagra y Revuelta han plasmado en el tercer cómic dedicado al Abuelo, y tantas otras y otros que anduvieron, como San Lamberto, con la cabeza en la mano. (A quizá sí que sale Emilio en el Cielo, ahora no lo tengo a mano, ben podría el trío estelar del tebeo labordetiano editar el Cielo Aragonés en póster y actualizarlo de vez en cuando).

Estas mitologías nuestras recientes estaría bien resumirlas en formato de bolsillo (o sea, el móvil) para uso, disfrute y –si procede– ejemplo de ganas de hacer cosas por Aragón y resucitar para la cultura común el ímpetu que sólo la juventud trae de serie.

El Paraninfo, con sus pasillos rojos y el Museo de Ciencias Naturales y el restaurante, es fabuloso. Allí cantaron en el Aula Magna, donde daba clase Cajal, los prodigiosos Beatriz Bernal y Nacho del Río, en la cita ya clásica que inventó José Luis Melero titulada La Jota en la Academia, y se levanto el techo de tantos aplausos, y en los interludios gozosos levitó el respetable con las intervenciones de la Rondalla de don Javier Badules, que es pregonero de las Fiestas del Pilar de Fraga y hace temblar con su inspiración y su callado e intenso trabajo. Y hay una expo fabulosa de Broto, que descifa el mundo en cintas y fluídos de colores; y otra expo de cómics de los 80 con joyas de Calpurnio, Supermaño y todos los grandes, y fanzines.

Pero lo mejor es asomarse a la ciudad en fiestas después de una de estas inmersiones en la sobria cueva majestuosa de los saberes y ver el cogollo iluminado de Zaragoza, que refulge de gentes de todos los mundos en plácida armonía. No es poco.

A ver si hacemos el librito pues. 

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