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¿Aragón sigue siendo Ohio? Alta volatilidad electoral en una de las comunidades con más partidos en su parlamento

Urna electoral / Foto: EFE

Eduardo Bayona

Zaragoza —

¿Habrá alguien capaz de desentrañar los patrones del comportamiento electoral de los aragoneses en los últimos años? ¿Perdurará el empeño en apodar Ohio a la comunidad por su supuesta capacidad de predecir los resultados estatales cuando el paralelismo se reduce a que coincida el más votado y ninguna otra tiene tantos grupos en su cámara autonómica?

Los partidos políticos, especialmente los cuatro de mayor tamaño hoy en la comunidad, han experimentado unos enormes acordeones de voto que parecen apuntar que ni los 'suelos', o apoyo mínimo garantizado, ni los 'techos', o máximo apoyo posible, tienen una medida concreta o previsible en una comunidad en la que, con censos de entre 650.000 y 730.000 personas y participaciones del 68% al 78%, conceptos como 'voto cautivo' alcanzan la categoría de mera entelequia.

La cada vez mayor volatilidad (¿criterio, quizás?) de los ciudadanos al elegir las papeletas, la ampliación de la oferta electoral, la renovación del censo con 'millennials' y el disparatado ritmo de consulta, con tres generales y unas europeas entre las dos últimas convocatorias de autonómicas y municipales, empujan en esas dirección. Especialmente, en el caso de las dos principales formaciones políticas de la comunidad.

Así, la horquilla de resultados se acerca a los 100.000 votos en solo cuatro años para el PSOE, que entre unas autonómicas y otras ha pasado de los 141.528 sufragios de mayo de 2015 a los 203.993 del pasado domingo. Con una mejora de más de 60.000 para Javier Lambán, aunque este último registro supone dejarse en solo ocho semanas más de 35.000 (un 14,8%, uno de cada siete) en relación con los 239.371 de las generales del 28 de abril.

El PP, por su parte, se ha movido en un abanico de más de 110.000 votos. En este caso, Luis María Beamonte cosechó el 26 de mayo 47.000 votos menos de los que cuatro años antes obtenía Luisa Fernanda Rudi para caer, con 16 diputados, al peor resultado histórico de los conservadores en unas autonómicas en Aragón desde la refundación de la AP de Manuel Fraga en el actual PP.

En esos cuatro años, los populares habían llegado a recoger 251.743 papeletas en las urnas aragonesas. Ocurrió en las generales de 2016, a las que concurrían coaligados con el Par.

El desplome de Podemos

Ciudadanos y Podemos se han intercambiado la tercera y la cuarta posición en la comunidad, con un ascenso de los primeros, que ganan más de 47.000 sufragios, y un desplome de los segundos (“batacazo”, en palabras de su secretario general, Nacho Escartín) que se dejan más de 80.000 al caer de 135.554 a 53.468.

Los morados irrumpieron en la política aragonesa con unos resultados de entre 135.554 y 138.051 votos que fueron los que alcanzaron, respectivamente, en las autonómicas de 2015 y en las generales de 2016, a las que concurrieron aliados con IU en Unidas Podemos. La caída entre las dos últimas convocatorias estatales encendió las alarmas en la organización podemista, que se dejó más de 35.000 papeletas al caer a 102.330 con la coalición.

Sin embargo, lo peor para ellos estaba por llegar: su potencia electoral quedaba reducida prácticamente la mitad al caer en las autonómicas a 53.468 votos, muy lejos, incluso sumando los 22.015 de IU, de los resultados de Unidas Podemos. Perdían nueve de sus catorce escaños.

¿Dónde se fueron los votantes de Cs?

Ciudadanos, por su parte, mantenía una clara línea ascendente hasta las generales de abril, en las que alcanzó su mejor registro con 154.949, duplicando con creces los 62.188 de las primeras autonómicas a las que se presentaban los naranjas, mejorando los registros de las dos anteriores convocatorias estatales, logrando su primer sorpaso al PP y relevando a Alto Aragón en Común como cuña que rompía de nuevo el bipartidismo en Huesca.

Pese a sus buenos resultados del domingo, con los que pasan de cinco a doce escaños y se convierten en la formación clave tanto para un eventual pacto a la andaluza (al que el Par ya ha negado su apoyo por su incompatibilidad con Vox) como para otro de centro amplio con el PSOE, y probablemente también con el Par, los naranjas recogieron casi 45.000 papeletas menos que hace cuatro semanas: pasaron de 154.949 a 110.517, un 28,7% menos, más de la cuarta parte de los apoyos.

¿Dónde se fueron esos votos? ¿Hay un votante que elige Rivera en las generales y Lambán en las autonómicas? ¿Eran votantes del Par 'prestados' hasta las autonómicas? ¿Regresaron, quizás, a un PP o un Vox en declive tras la experiencia naranja?

El vertiginoso carrusel de Vox

Entre los partidos de menor tamaño, al que el domingo cayó Podemos, el que mejores resultados obtiene es Chunta Aragonesista (Cha), que gana más de un tercio de sus votos al pasar de 30.330 a 41.460 y que, tras sumar en Huesca un diputado a los dos que mantiene en Zaragoza, se sitúa por delante de Vox.

El carrusel de la ultraderecha resulta vertiginoso. Pasó de no presentarse en 2015 a quedar en sexta posición en 2019, con tres escaños y 40.263 sufragios. Ese resultado, no obstante, le llega a las cuatro semanas de haber reunido en las generales más del doble de papeletas: 92.027, en un crecimiento exponencial desde los menos de dos millares de las dos anteriores.

IU, por último, continúa en las Cortes con el escaño que ocupará su coordinador autonómico, Álvaro Sanz, que releva a Patricia Luquin tras dejarse algo más del 20% de los votos y pasar de 27.936 a 22.015.

Los acordeones de IU resultan más complicados de definir, ya que, entre autonómicas y autonómicas, fue a las generales de 2015 con Cha en La Izquierda Plural, coalición que obtuvo 45.046 papeletas, antes de ir a las dos siguientes en Unidas Podemos.

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