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Ampliación de Aramón por Castanesa

Alicia Joaquinet, propietaria de la parcela de la Roca de Troc: “En Aramón campan a sus anchas”

Alicia Joaquinet es la portavoz de la familia propietaria de la finca de la Roca de Troc

Ana Sánchez Borroy

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Alicia Joaquinet (Forcat, Montanuy, 1953) no recuerda desde cuándo exactamente la Roca de Troc ha pertenecido a su familia, pero tiene claro que sus antepasados sufrieron mucho por conservar esa finca. La historia se repite: ahora, ella se niega a perder la propiedad de esa hectárea de terreno rústico, en la que Aramón planea colocar la pilona giratoria de uno de los telesillas de la futura ampliación de la estación de esquí de Cerler por el valle de Castanesa. Junto con la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón y otras organizaciones, ha llevado el asunto a los tribunales. Y ha denunciado ante la Guardia Civil de Benasque que las máquinas de Aramón han empezado a trabajar sin su consentimiento en una finca que, al menos de momento, sigue siendo suya.

¿Qué pensó cuando se dio cuenta de que Aramón había invadido la finca de la Roca de Troc?

Nos sentimos muy mal, dolidos, defraudados, porque ni tienen ni acta de ocupación ni he firmado nada. Nosotros siempre hemos luchado por mantener la propiedad; no queríamos ningún dinero por el arrendamiento de ese terreno. Ofrecimos a Aramón que lo utilizara a coste cero, pero simplemente queríamos mantener la propiedad. Nos ha tocado mucho que hayan entrado en la finca, porque estamos en proceso de expropiación y ellos ya han invadido todo con las máquinas. Me lo han allanado, han puesto pilonas... lo han destrozado. 

¿Entrar ahí sin tener el acta de ocupación es ilegal?

Claro, ese terreno sigue siendo mío. No he firmado nada ni he renunciado a nada. El acta de ocupación tendría que haber aparecido publicada en el Boletín Oficial del Estado y eso no ha ocurrido. En Aramón, campan a sus anchas.

¿Usted ha podido negociar realmente con Aramón?

No. Nosotros sólo habíamos hablado con representantes de Aramón cuando nuestra abogada nos comunicó que nuestra finca era esencial para hacer el telesilla, con la pilona giratoria. Con la abogada y el apoderado, sólo hemos hablado directamente con Aramón una vez, que fue cuando nos dieron un papel, que ellos llaman contrato, que no habíamos leído antes y que no nos pareció bien, porque les expusimos que no queríamos perder la propiedad. De entrada, ellos ya nos dijeron que si no firmábamos ese contrato, iríamos a expropiación directa. Pero nosotros siempre hemos dicho que lucharíamos para no perder la propiedad. Además, había un apartado que suponía que si firmabas el contrato para vender la primera finca de arriba, ya no necesitaban ningún permiso más para utilizar las fincas que pudieran necesitar en la parte más baja de la montaña, por ejemplo, si las necesitasen para una ampliación.

No quieren perder la propiedad del suelo, a pesar de que no les importaría que Aramón lo explotase para las pistas de esquí...

No estamos en contra de las pistas. Nunca lo hemos estado. Lo único es que no queremos perder la propiedad. De hecho, les ofrecimos que redactaran un contrato de alquiler del suelo con coste cero durante todo el tiempo en el que la estación estuviera funcionando. Es decir, si la estación dura 50 años, podían utilizar nuestra finca esos 50 años. Pero si hubiera un terremoto, si deja de nevar o por cualquier otro motivo dejasen de explotar la finca, queríamos que pasase a ser nuestra otra vez. La cedíamos, pero sólo para la explotación, porque no la queríamos vender. Pero ellos no aceptaron esta propuesta, sólo querían que se la vendiéramos a 27 céntimos el metro cuadrado. Y, con la expropiación, el precio baja a 24 céntimos el metro cuadrado. 

¿Por qué cree que Aramón se negó a aceptar esa cesión de uso gratuita que ustedes ofrecían?

Pensamos que lo que quieren es tener el terreno para poder venderlo después en cuanto tengan ocasión, para hacer negocio. Si no, no tiene sentido. Por ejemplo, cuando se hicieron las pistas en Cerler, los terrenos no se vendieron, sino que se hicieron cesiones. Ahora, van con la idea de que si les firmamos esa venta, la finca ya es suya y si tienen ocasión, la pueden vender. No les costaría nada explotar los terrenos, pero no han aceptado. 

Eso, ¿es especular?

Por supuesto, es especulación. Hablan de que es un proyecto que mira por el bien del municipio, pero a nosotros no nos lo parece. En mi caso, si les cedo los terrenos a coste cero y ellos se pueden aprovechar del rendimiento que le pueden sacar mi parcela mientras explotan la nieve y no quieren... 

¿De cuántos metros cuadrados es su parcela?

Cerca de una hectárea. 

¿Qué valor tiene ese terreno en el mercado, si hubiera una compraventa entre particulares?

No lo sé. Es en la parte de arriba de la montaña. Hace años, cuando compraron en la parte más baja, también en terreno rústico, se compró a 240.000 euros o 250.000 euros la hectárea (Nota del editor: 24-25 euros por metro cuadrado).

¿Hay más propietarios en la misma situación que usted?

Somos muy pocos los propietarios a los que nos afecta. A algunos, sólo les pasa la pista por una parte de la parcela que les sigue quedando para ellos. Pero en nuestro caso, necesitan toda la parcela porque en un principio nos dijeron que la querían para el remonte giratorio del telesilla, pero ahora nos hemos enterado de que en mi parcela y en la de al lado va una edificación de unos 400 metros cuadrados de planta. Eso a nosotros, en ningún momento nos lo dijeron, sólo nos hablaron del telesilla.

¿Qué piensa de los que dicen que ustedes no venden porque quieren más dinero?

Sí, se ha dicho por ahí, pero a los hechos me remito. Muchos dicen eso, de otros pueblos, pero a ellos no les afecta. Es muy fácil hablar cuando no eres afectado; más aún si eres beneficiario. Quizá diría yo lo mismo si a mí no me cogieran mi parcela. Yo defiendo lo mío, a mí me arrebatan mi parcela. 

¿Desde cuándo era ese terreno de su familia?

A mi padre y a mis antepasados les costó mucho mantener ese terreno en propiedad. Cuando no había pista para ir allí, mi padre salía de mi casa, desde el otro valle, y tenía seis horas andando para ir y otras seis para volver para ir a ver las vacas. Le costó mucho conservarlo, nunca se vendió nada, a pesar de que a veces mi padre estuvo necesitado. Sus antepasados, igual o más aún, pero nunca quisieron vender nada. Es algo que queremos conservar, es una cuestión moral.

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