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“La atención a domicilio está muy invisibilizada, nos ven como limpiadoras”

Luisa Marín, a la izquierda, presidenta de la Plataforma.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

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Hacen un trabajo fundamental en el día a día de miles de personas mayores o dependientes, pero tienen la impresión de que su trabajo se desperdicia y su potencial se desperdicia. El colectivo de sociosanitarios de atención domiciliaria en Aragón se concentraba hace unos días en Zaragoza para dar visibilidad a su profesión. Luisa Marín (Barcelona, 1968) es la presidenta de la asociación Plataforma de Aragón de Ayuda a Domicilio.

¿Qué problemas tenéis los sociosanitarios de atención domiciliaria, ahora mismo? 

La concentración de hace unos días en Zaragoza no fue sólo por problemas que tenemos ahora, sino que vienen de atrás y pertenecen a dos ámbitos. Por un lado, estaría el propio reconocimiento de la profesión, que está muy invisibilizada; ni siquiera los propios usuarios tienen claro cuál es nuestra labor en los domicilios. Esto lo llevamos reivindicando desde hace mucho tiempo, porque es un servicio que podría tener mucha más utilidad. El problema es que se nos quiere ver como meras limpiadoras; la limpieza es una parte de nuestras funciones, porque tenemos que mantener el hábitat de las personas usuarias en condiciones higiénicas y que faciliten su bienestar, claro que sí, pero hacemos mucho más. Esa es una reivindicación que tenemos desde siempre: la dignificación de nuestra profesión, el conocimiento real de este servicio de ayuda a domicilio y su optimización. En este sentido, tenemos empeño por intentar cambiar el lenguaje: hablamos de atención domiciliaria, de profesionales que somos técnicos sociosanitarios... Cuando hablamos de los técnicos sociosanitarios de las residencias, todo el mundo sabe lo que es, pero en la ayuda a domicilio no se comprende tan bien qué labores hacemos. 

¿En qué otro ámbito se enmarcan vuestras reivindicaciones? 

En las reivindicaciones laborales, que no exigimos sólo en Aragón, sino a nivel estatal. Estamos en contacto con plataformas de otras comunidades autónomas y los problemas son variados porque hay una disparidad muy grande en esta profesión. Por ejemplo, algunas técnicas sociosanitarias, como es mi caso, nos regimos por el convenio de nuestra comarca. Otras compañeras se rigen por otros convenios, porque dependen de una empresa privada. En Madrid, dependen de un convenio propio de esa comunidad. Hay una disparidad de reglamentos y normas que afectan a nuestra profesión. Lo que pedimos es que todos los convenios sean dignos, que todas tengamos unas condiciones de trabajo y unos sueldos dignos. Además, muchas compañeras, tanto en Aragón como en el resto del país, trabajan a través de empresas privadas y consideramos que todos los profesionales técnicos sociosanitarios deberíamos depender del sector público, porque la ayuda a domicilio depende de los servicios sociales de base y de la ley de dependencia. Tanto en un caso como en el otro, son sector público, por tanto, el servicio debería prestarse por empresa públicas o, directamente, por la administración pública. Cuando hay un paso intermedio, la empresa privada que obtiene un beneficio, va en detrimento tanto de las condiciones laborales de las auxiliares como de los servicios que reciben los usuarios. Otra reivindicación común de todo el territorio es que pedimos que nos podamos jubilar a una edad menor a los 67 años porque estamos con personas dependientes, con movilidad reducida, en casas donde a veces no tenemos grúas, ni camas articuladas, como sí hay en las residencias. Entonces, hay un desgaste físico importante, a parte del emocional por todas las patologías y situaciones con las que te encuentras. Por eso, pedimos jubilarnos a una edad más temprana y que se nos aplique el coeficiente reductor para no ver mermada nuestra pensión. También pedimos que se nos aplique prevención de riesgos laborales. Al trabajar en domicilios, que es un ámbito privado e íntimo de la persona, parece que hay un vacío y nos quedamos sin esa prevención de riesgos laborales. 

Decía que la gente no conoce bien cuáles son sus funciones, ¿cuáles son? 

Varias auxiliares sociosanitarias de atención domiciliaria de Aragón, Madrid, Andalucía, Cataluña... hemos elaborado un decálogo concretando diez funciones que podemos realizar. De todas esas funciones, sólo una es la limpieza. Entre las otras nueve, estaría, por ejemplo, la atención personal, que es el aseo personal, ayuda a la movilidad, a la deambulación... Después, estaría la alimentación, elaboración de comidas, acompañamiento a comprar, elaboración de menús según las patologías del usuario... Otra parte es la interacción con otros profesionales para facilitar a los usuarios la mejor calidad de vida posible: tanto trabajadores sociales, como médicos... nosotras vemos a las personas, prácticamente, cada día o, como mínimo, dos o tres veces a la semana. Por eso, percibimos rápidamente si hay un deterioro, algún cambio en su estado de salud... Lo vemos, vamos todos los días, es muy evidente para nosotras. En cambio, otros profesionales sólo ven a los usuarios una vez cada cierto tiempo. Entonces, tenemos una información muy valiosa y vemos que se pierde porque no se nos considera. Nos gustaría tener una relación más directa con médicos, ATS, trabajadores sociales, incluso psicólogos... En los domicilios que hay niños, podemos detectar malos tratos o muchos otros problemas. Incluso ahora, con la covid, nosotras también podríamos hacer funciones importantes porque, al estar en los domicilios, conocemos las dinámicas familiares y cómo se mueven los usuarios a nivel social. Ahora, toda esa información se pierde. Nos parece una pena, una falta de optimización del servicio. Otra función que podemos hacer es facilitar a los usuarios actividades sociales para las personas mayores, acompañarlas a sitios donde puedan tener relaciones sociales, a centros de día de las ciudades, estimulación de psicológica, psicomotriz, cognitiva... Hicimos un vídeo de denuncia en el que contábamos que cuando vamos a los domicilios, la gente piensa que tenemos que sacarle brillo a los dorados, limpiar las ranuras de las baldosas... Es un tiempo que sería muy valioso para todas estas otras funciones, que son mucho más necesarias que el brillo de la baldosa. 

¿Cómo más se podría optimizar vuestro trabajo? 

Por ejemplo, cuando veo a los valoradores de la ley de dependencia que ven a la persona sólo un rato... ¿Por qué no tienen en cuenta nuestra opinión? Nosotras les podríamos explicar perfectamente si nos tuvieran en cuenta. Se desperdicia todo lo que podemos aportar. Podríamos ayudar mucho más. Estamos viendo situaciones y no sabemos qué hacer con esa información. Las que trabajamos para instituciones públicas todavía tenemos contacto con las trabajadoras sociales, pero otras compañeras que trabajan en empresas privadas nos cuentan que a las trabajadoras sociales no las ven ni en pintura. Entonces, toda su información no llega. 

¿Cómo ha afectado la pandemia a vuestro trabajo?

Al principio, cuando se paralizó todo, se nos consideró personal esencial porque estamos atendiendo a personas mayores o dependientes. Atendimos incluso a personas que no eran usuarias previamente del servicio: les ayudábamos a hacer la compra para que personas muy mayores no salieran de sus domicilios. Hicimos una labor muy buena en ese momento. Teníamos la presión de que dependía de nosotras que no se contagiaran, porque no entraba nadie más. Fue, la verdad, bastante agobiante. No teníamos nada, nos hacían las mascarillas las propias abuelas con telas de sábanas... Enseguida empezamos a tener material, pero en ese primer momento sí se nos consideró personal esencial y nosotras así lo vivimos, nos sentimos esenciales y que se nos valoraba. Pero todo eso desapareció. Por ejemplo, se consideró que la covid era enfermedad profesional para todos los sanitarios y a los sociosanitarios de residencias. De los sociosanitarios de los domicilios se olvidaron por completo.

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