Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Alpartir: un colegio con 35 alumnos que es ejemplo de innovación para toda la Comunidad

Alumnas del Colegio de Alpartir asando castañas en su horno solar

Óscar Senar Canalís / Óscar Senar

Zaragoza —

En el Colegio Ramón y Cajal de Alpartir, una pequeña localidad de algo menos de 600 habitantes a 65 kilómetros de Zaragoza, estudian 35 alumnos. Como en otras escuelas, los niños aprenden matemáticas, lengua, ciencias... Pero de una manera distinta. Aquí experimentan con cocinas solares, construyen robots con piezas de Lego, aprenden a conocer a los mayores del pueblo o cultivan su propio huerto. Por todo ello, el Gobierno de Aragón eligió este centro para escenificar hace unos días la presentación de su estrategia de innovación para la educación, liderada por el profesor César Bona.

“En lugar de hacer la página 25 del libro de texto, salimos al campo a estudiar las plantas sobre el terreno; si hay que trabajar el sistema de pesos y medidas, elaboramos una receta dentro de nuestro proyecto de cocina solar”, explica Juan Antonio Rodríguez, director del Ramón y Cajal. La filosofía educativa del colegio de Alpartir empezó hace ocho años, cuando en uno de los habituales cambios de profesorado interino, se sustituyeron de golpe cuatro de los cinco docentes que hasta entonces impartían clase en el pueblo. Así fue como llegó al centro un nuevo equipo, y poco a poco se fue implantando el trabajo por proyectos.

“Este modelo no es una ocurrencia, -aclara Rodríguez-, hay un informe de la Unión Europea cuyas conclusiones indican que las experiencias de éxito escolar están basadas en un agrupamiento heterogéneo del alumnado que fomente su interacción y en la participación de las familias”. En la actualidad, este centro cuenta con tres grandes bloques de proyectos: biblioteca, tecnologías de la información y convivencia.

En Alpartir, la biblioteca se concibe como “el centro de recursos”; “los libros de texto se usan como apoyo, pero no son nuestra Biblia”, señala el director. Los alumnos ejercen como bibliotecarios y presentan en el aula los títulos que han leído al resto de compañeros. Las nuevas tecnologías han entrado en las clases con tabletas digitales (“desde Infantil hasta sexto curso; aquí no las guardamos en un armario para que solo las empleen los más mayores”, detalla Rodríguez) y con sets de robótica “con los que trabajan las matemáticas, las ciencias, la programación, la expresión oral...”. En cuanto a la convivencia, esta va más allá de las paredes del colegio, donde existe la figura del alumno medidor, y se extiende con prácticas que fomentan la protección del medioambiente y el conocimiento del entorno.

Una de las experiencias más recientes en el programa de convivencia es la actividad “Adivina quién soy”. Cada lunes se coloca en el tablón de la entrada del colegio la silueta de un abuelo o abuela y una serie de pistas, para que los niños y sus familias traten de averiguar de qué mayor del pueblo se trata. En la misma línea de fomento de la convivencia, esta misma semana se llevó a cabo un intercambio entre las aulas de Alpartir y Almonacid de la Sierra, recorriendo los siete kilómetros que separan ambas localidades en compañía del escalador Carlos Pauner.

Alumnos con presencia en el Consejo Escolar y padres en las aulas

La participación también es un pilar muy importante para el Ramón y Cajal. El alumnado tiene presencia en el Consejo Escolar, “porque si les enseñamos que tienen que participar en la sociedad civil, qué menos que tomen parte en las decisiones que atañen a su escuela”, argumenta Rodríguez. Para fomentar la implicación de las familias, se invita a los padres a entrar en las aulas para ayudar a desarrollar actividades durante del horario lectivo. Métodos innovadores cuyo objetivo final es “que los niños salgan del colegio bien preparados”.

Isabel Pérez, vocal de la AMPA, llegó hace tres años a Alpartir. “Entonces mi hija iba a 2º de Infantil, y al principio supuso un cambio ver que aquí no se trabajaba con libros de texto y que el ambiente era muy familiar. Sin embargo, luego comprobamos que los niños van muy motivados a clase, y el resultado es que aprenden lo mismo o incluso más que siguiendo un libro”. Aunque su experiencia personal es positiva, reconoce que hay otros padres que se muestran reticentes ante estos métodos educativos.

“No somos superhéroes”

¿Cómo ha llegado el colegio de Alpartir a convertirse en un ejemplo para el resto de escuelas de Aragón? “No somos superhéroes -dice Rodríguez-, hay un trabajo de formación continua de los docentes, motivación de las familias, apoyo del Ayuntamiento...”. “A veces nos dicen que esto es posible porque es un centro pequeño, pero... ¿Cuántos colegios hay de las mismas características que no hacen nada? Y no es porque no quieran, sino porque no pueden”. El director del Ramón y Cajal señala como principales obstáculos para la innovación “lo encorsetado que está el sistema curricular, que deja poca autonomía a los centros, y la gran movilidad del profesorado en las zonas rurales, con sustituciones del 60% cada año, lo que supone casi empezar de cero una y otra vez”.

Etiquetas
stats