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Toñi Morcillo: “Tenemos que aprender a aceptar la incertidumbre y la inseguridad”

La psicóloga Toñi Morcillo.

Ana Sánchez Borroy

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Las psicólogas Toñi Morcillo (Alcázar de San Juan, 1965), Lucía Tomás, Gabriela Lardiés y Marta Berbel han presentado estos días un “Decálogo para madres y padres. Pautas para sobrevivir emocionalmente al caos familiar producido por el coronavirus”. El decálogo se está enviando ahora a todas las asociaciones de madres y padres de centros de Infantil y Primaria aragoneses. También puede consultarse en coppa.es y en educa.aragon.es.

¿Cómo surge este “Decálogo para madres y padres. Pautas para sobrevivir emocionalmente al caos familiar producido por el coronavirus”?

Este proyecto surge porque se dirigieron al Colegio Oficial de Psicólogos de Aragón varias asociaciones de madres y padres de alumnos de centros educativos, solicitando estrategias y pautas para llevar a cabo en casa. Se daban cuenta de que los chicos están pasando mucho tiempo en casa, con las normas sanitarias, con la semi presencialidad en Secundaria... Ahora, la Navidad también hay que pasarla en casa casi de forma obligada; había una demanda. Entonces, esa carencia que habíamos observado es lo que nos llevó a constituirnos como grupo de trabajo y pensar en qué podíamos hacer para ayudar a las familias a sobrellevar esta situación.

¿En qué vemos ese caos familiar del que hablan en el decálogo?

Hablamos de caos porque hemos vuelto a cierta normalidad, pero hay muchas familias que todavía siguen teletrabajando en casa y donde los padres coinciden con hijos que también necesitan el ordenador para asistir a las clases. Ahí, por ejemplo, se produce un caos de cómo distribuir el tiempo. El hecho de pasar mucho tiempo en casa también provoca caos. Los padres no saben qué hacer con tantas horas en casa con los chicos, que se enganchan a todo tipo de pantallas. Además, a nivel personal y emocional, hay un caos interno. Estamos viviendo una situación de incertidumbre, de inseguridad... todo eso que nos está pasando también lo transmitimos a los que están a nuestro alrededor. Los que más cerca están son los hijos. 

¿En este momento pueden seguir aflorando consecuencias de la etapa más dura de confinamiento domiciliario?

Sí. Las consecuencias de confinamiento todavía nos están pasando factura. Aunque ahora ya no tengamos un confinamiento tan estricto como en marzo, abril y mayo, todavía hay muchas cosas que no podemos hacer: visitar a nuestros seres queridos, viajar, salir... eso está pasando factura. Hay muchísimas situaciones de estrés, de ansiedad originadas por esa incertidumbre, por no poder controlar la situación, porque no depende de nosotros. Lo estamos viendo.

¿Cuál sería la ley fundamental del decálogo?

El trabajo es un documento con dos partes: la primera sería el decálogo propiamente dicho, con diez puntos, con pautas muy concretas para poder hacer en casa; la segunda parte son unas recomendaciones para hacer cosas juntos en familias. Entre los puntos del decálogo, creemos que todos son importantes. El primero, por ejemplo, habla de que todos tenemos que ser responsables: los padres tenemos que dar ejemplo con nuestra actitud a los hijos. Otro punto importante, el segundo es la aceptación de la incertidumbre y la inseguridad: tenemos que aceptar lo que nos está pasando, porque no depende de nosotros, no podemos hacer planes para un futuro próximo porque no sabemos lo que va a pasar. También es importante el auto diálogo, ese ejercicio de introspección para ver cómo nos está afectando, como estamos nosotros. Si no nos entendemos a nosotros mismos, tampoco entenderemos a los hijos.

¿Qué más plantean en el decálogo?

El punto cuatro habla de la empatía y de la solidaridad. En estos momentos, es importante que entendamos al otro. Todos tenemos cerca a alguien que se ha contagiado con el virus, que lo ha pasado o que ha perdido a alguien. Necesitamos empatía, no tenemos que estigmatizar a quien ha pasado el coronavirus porque nadie estamos libres. Además, esa falta de empatía puede dar lugar también a cierta fobia social: no querer salir a la calle, no querer juntarse con los demás. Eso no es bueno, cumpliendo con las medidas sanitarias, tenemos que salir a respirar aire puro, a ver a los amigos, a los conocidos... Se pueden hacer muchas cosas juntos, aunque sea sin contacto directo. Consideramos muy importante la buena gestión del tiempo libre en familia: ver documentales y noticias juntos, hacer buena criba de la información que reciben los chavales… Tenemos que educarles en la crítica constructiva, en que sepan separar de todas las noticias que reciben cuáles son ciertas y cuáles no. Y un punto que nos aparece importante, aunque aparezca en último lugar, es la movilidad y la actividad física y la salud. Vivimos en una sociedad que ya era sedentaria antes de la pandemia y ahora, la pandemia nos ha hecho más sedentarios todavía, por aquello de que nos da miedo salir y no podemos hacerlo. Nuestros niños y adolescentes están creciendo, no pueden pasar tanto tiempo sin moverse. Hay que salir fuera, cumpliendo con las medidas sanitarias no hay ningún peligro. De hecho, los colegios, con buenos protocolos de seguridad, hemos demostrado que se puede, a pesar de que teníamos mucho miedo de lo que iba a pasar, pero estamos acabando el trimestre y aquí estamos.

Esta navidad tan diferente, ¿también será un momento complicado?

Sí, cuando atendíamos la demanda de las familias se acercaba la Navidad y, claro, mientras los chicos están en centros educativos estamos todos metidos en nuestras rutinas. Esta Navidad, después de un año muy complicado, va a ser muy difícil, sin poder juntarnos con la familia, sin ver a los abuelos o a gente que vive en otras ciudades... Por eso queríamos sacar este decálogo para que las familias puedan hacer uso de él en estas vacaciones de Navidad. En el decálogo, hablamos de que no tenemos que estar optimistas obligatoriamente. La publicidad, más en estas fechas cercanas a la navidad, parece que nos obliga a estar felices y contentos siempre. Eso no es así; tenemos derecho a sentirnos mal en un momento dado y hay que dejarse llevar por esa emoción de tristeza. No podemos ser felices las 24 horas del día, los siete días de la semana. Parece que, como es Navidad, es obligatorio estar contentos y alegres y si no lo estás, aunque tengas razones más que suficientes para no estarlo, parece que te miran mal y que sientes hasta culpa. Sientes culpa por pensar que toca ser feliz y no lo estás siendo. Además, tenemos que educar en la tolerancia a la frustración. Ahora no se puede hacer esto y no pasa nada, ya lo haremos después. Los chicos, los adolescentes son muy del aquí y ahora. Alguna familia me comentaba en el colegio que este tiempo ha ayudado a los chicos a ser más pacientes, a saber esperar. También es importante la escucha activa, que el tiempo que pasemos en familia con nuestros hijos nos sirva para escucharles realmente, no para dar nuestra opinión en cuanto ellos acaban de hablar, que parece que es lo que más nos importa, sino simplemente escucharles para saber cómo se sienten y lo que opinan ellos. Es lo que llamamos escucha activa desde el punto de vista de la psicología. 

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