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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

El bipartidismo no ha vuelto, pero amaga con hacerlo

Papeletas en un colegio electoral.

Arsenio Escolar

Menos de cinco años después de la eclosión de los dos nuevos partidos estatales que llegaban a la vida pública española para sustituir —según ellos mismos— a las dos viejas formaciones de la transición, las urnas del pasado domingo han vuelto en gran medida las cosas a su sitio tradicional. No ha vuelto el bipartidismo, pero amaga con hacerlo. No ha vuelto el bipartidismo, pero el tetrapartidismo (y el pentapartidismo) no es ni mucho menos uniforme. Hay más partidos grandes de ámbito estatal, sí, pero de muy diversos tamaños, nada parejos.

En las elecciones europeas, donde la circunscripción es única para toda España y las oportunidades iguales para todos, el primero —el PSOE de Pedro Sánchez, con el 32,84% de los votos, récord del partido en la última década— le saca casi 23 puntos porcentuales de apoyo electoral al cuarto —Podemos-IU, con el 10,05%—, que hace tres años aspiraba a sorpassarlo, y casi 27 puntos al quinto —Vox, con un 6,25%—. Y el segundo, el PP de Pablo Casado, que desde hace un mes hasta hace pocas horas parecía moribundo, casi duplica (20,13% frente a 12,17%) al que iba a rematarlo y enterrarlo, el Ciudadanos de Albert Rivera.

La caída de Podemos está siendo casi tan acentuada y súbita como fue su auge hace muy pocos años. Nunca se ha cosechado y se ha perdido tanto apoyo popular y tanto poder institucional en tan poco tiempo. De aspirar —con fundamento— a asaltar los cielos, la formación de Pablo Iglesias ha pasado a perforar una vez tras otra su suelo, elección tras elección.

El resumen en datos de este domingo pasado es demoledor para la formación morada. En las europeas, se ha pasado del 10,03% de los votos de Izquierda Unida más el 7,98% de Podemos en los anteriores comicios, en 2014, a los 10,05% de Podemos-IU, juntos, ahora. En las municipales, Podemos y sus aliados han perdido seis de las siete 'ciudades del cambio' en las que gobernaban desde 2015, dos de ellas las más pobladas y políticamente más valiosas de toda España: Madrid y Barcelona. En las autonómicas, el hundimiento no ha sido menos estrepitoso. En Aragón, pasan de 14 escaños en 2015 a 5 escaños ahora. En Asturias, de 9 a 4 escaños. En Baleares, de 10 a 6. En Canarias, de 7 a 3. En Cantabria, de 3 a 0. En Castilla-La Mancha, de 3 a 0. En Castilla y León, de 10 a 1. En Extremadura, de 6 a 4. En Madrid, de 27 a 7. En Navarra, de 7 a 2. En Murcia, de 6 a 2. En La Rioja, de 4 a 2.

En vísperas del 26 de mayo, Pablo Iglesias exigía a Pedro Sánchez entrar en el Gobierno que este forme si, como parece, logra la investidura. Se especulaba con hasta tres ministerios para Unidas Podemos (UP), e incluso con una vicepresidencia para el propio Iglesias. Tras el 26M, las exigencias del líder de UP se han convertido en peticiones y quién sabe si en breve en solicitudes o en súplicas. La formación de Iglesias sale tan desgastada y desvanecida de las dos jornadas electorales de este año que corre el riesgo de convertirse en un satélite del PSOE, sin órbita propia.

El fiasco de Ciudadanos no lo es tanto, pero también es significativo. Hace poco más de un año, ante el deterioro acelerado del PP de Mariano Rajoy y lo que le decían las encuestas, Rivera se veía a punto de tomar Moncloa, de gobernar y con mayoría holgada. Hace un mes, se autoproclamaba líder de la oposición tras aproximarse muchísimo en apoyos al PP de Pablo Casado en las elecciones generales: 15,86%, los naranjas y 16,70%, los azules. Ahora, comprueba Rivera que el Partido Popular toma aire y convierte esa pequeña brecha de un punto porcentual hace un mes en casi ocho puntos hoy. Comprueba también Rivera que no logra el sorpaso al PP ni siquiera en territorios que parecían tan favorables como la Comunidad de Madrid o el municipio de la capital. Y se encuentra con un complicado dilema: Dar un nuevo volantazo en su errática estrategia de posicionamiento ideológico, volver al centro y a jugar de nuevo a ser partido bisagra, que pacta a buen precio a derecha e izquierda; O insistir en su deriva a la derecha y su pretensión de matar y sustituir al PP desde dentro, aliándose con él (¡y con Vox, con los riesgos que conlleva!) y proporcionándole la respiración asistida de mantenerlo en el poder en algunas comunidades autónomas y grandes ayuntamientos, con el riesgo de que el partido de Casado resucite del todo. Haga lo que haga —y parece que por ahora ha optado por lo primero—, puede estar convirtiéndose no en el satélite, pero sí en la muleta de una o de las dos formaciones tradicionales del bipartidismo.

Si algo ha quedado claro en los nuevos tiempos de la política ha sido la volatilidad del voto, los cambios súbitos de los vientos favorables y contrarios, los pequeños, medianos y grandes seísmos continuos. Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias, los cuatro líderes de los cuatro grandes partidos, han pasado en estos años del pico al valle y del valle al pico, del éxito al fracaso y del fracaso al éxito con harta frecuencia. Nada indica que en los próximos meses y años cambie mucho ese continuo carrusel. Quizás por eso a ninguno de los afectados, cuando es negativamente, le da por dimitir. Iglesias no se ha dado muy por aludido del desplome de Podemos este domingo. Quizás piense que aún va a tener su proyecto —el suyo, no el de Íñigo Errejón— una nueva oportunidad de asaltar los cielos. Quizás incluso la tenga. Y quizás no.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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