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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

El Gobierno, entre el debate interno y las discrepancias de fondo

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, interviene durante una sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados.

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Las placas tectónicas de la política española están este otoño en danza, en pleno baile de reposicionamientos. Vox presenta una moción de censura que en teoría va contra Pedro Sánchez y su Gobierno, pero que en el fondo reta y obliga a mover ficha al Partido Popular. El PP de Pablo Casado, que gobierna tres Comunidades Autónomas (Madrid, Andalucía y Murcia) y algunos grandes ayuntamientos gracias al apoyo del partido de Santiago Abascal, se aleja del abrazo del oso de su socio por la derecha y anuncia un enésimo viaje de la formación hacia el centro. El imprevisto viraje del PP obliga a extremar la cautela defensiva al Ciudadanos de Inés Arrimadas, que desde hace meses busca en el centro del tablero político un espacio donde tomar aire tras la asfixia y agonía a la que le había conducido la deriva derechista de su anterior líder, Albert Rivera. El PSOE, que gobierna en coalición con su izquierda, Unidas Podemos (UP), coquetea con Ciudadanos para tener una alternativa a su derecha a corto, medio y largo plazo. Y UP, que se sabe más fuerte cuanto menos alternativa tengan los socialistas, intenta anclar a estos hacia su izquierda incorporando a la ecuación no solo a ERC sino incluso a Bildu, lo que incomoda y encela al PNV, que también se mueve. No hay ni un solo movimiento de una de las placas tectónicas que no provoque un pequeño sismo que afecte a todas las otras, cercanas y lejanas.

Hace apenas un mes, la atención principal estaba en la pugna Vox / PP por el ala derecha del tablero. Hace dos semanas, el foco principal de la partida general se desplazaba al centro, con la presunta llegada del PP a ese territorio y las presiones políticas y mediáticas sobre Ciudadanos, que se había desplazado hacia ese desierto hace muy pocos meses. Ahora las guerras fronterizas se dan dentro del Gobierno de coalición. 

El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, insiste en público en que el suyo es un solo Gobierno, y que lo que se produce dentro de él entre los dos socios no son “discrepancias” sino solo “debate”. Pero el debate interno se está convirtiendo con cierta frecuencia en las últimas semanas en fuertes discrepancias de fondo: sobre el rey emérito, sobre la inmigración, sobre las alianzas para los Presupuestos Generales del Estado, sobre las recetas económicas antipandemia... Las discrepancias y el debate se ventilan en la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, en el Consejo de Ministros, en los pasillos y los despachos del Congreso entre los respectivos grupos parlamentarios (véase lo que ha pasado con la enmienda de UP sobre desahucios, considerada por parte del PSOE como una deslealtad porque se producía poco después de que ambos socios hubieran pactado al detalle el proyecto de Presupuestos que enviaban a la Cámara), en los medios de comunicación ante la opinión pública...

Aunque hay quien le pide al presidente Sánchez un puñetazo en la mesa, es posible que este no se produzca por ahora y que la partida interna de “debate” y de “discrepancias” se alargue al menos hasta la aprobación de los Presupuestos, la gran herramienta que el Ejecutivo necesita para lograr cierta estabilidad y aguantar toda la legislatura. Lo que ocurra más allá de esa fecha es por ahora una incógnita. ¿Un cierre de filas poco más que nominal que no entre en los problemas de fondo o un puñetazo del presidente en la mesa mediante una remodelación del Gobierno que recordara a todos que uno de los socios, el PSOE, tiene 120 escaños en el Congreso y el otro, Unidas Podemos, tiene 35, menos de un tercio? ¿Una ruptura pactada, a medio plazo, y que cada cual siga su camino?

En el PSOE hay algunos indicadores que inquietan. Los que apuntan que, entre el electorado de izquierdas, el Gobierno está mejor visto por los que en las últimas elecciones generales, hace un año, votaron a UP que por los que votaron al PSOE. El dato estaba en el estudio que publicaba hace apenas diez días el CIS sobre los efectos y consecuencias del coronavirus en la sociedad española, basado en casi 3.000 entrevistas en toda España. Entre otras muchas cuestiones, los encuestadores del instituto demoscópico público preguntaban a los entrevistados si su opinión sobre algunas instituciones ha mejorado o empeorado durante la pandemia. El Gobierno central cosechaba una clamorosa derrota: el 59,9% de los entrevistados decía que su opinión sobre el Ejecutivo que preside Sánchez ha empeorado y el 18,2% que ha mejorado. Entre los votantes del PSOE, casi empate: 37,7% de mejora frente a 35,3% de empeoramiento. Entre los votantes de Unidas Podemos, atención, el 45,2% decía que su opinión sobre el Gobierno había mejorado y el 26,3% que había empeorado. ¿Los éxitos y aciertos del Ejecutivo se los apunta el socio pequeño, y los fracasos y errores el socio grande?, se preguntan algunos en el PSOE. La próxima placa tectónica que se mueva será, previsiblemente, la socialista.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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