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Un hombre acepta siete años y medio de cárcel por una agresión sexual continuada a la hija de su esposa en Asturias

Palacio de Justicia, sede de la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias.

Pilar Campo

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No le importaron las negativas de la menor, ni su férrea oposición a que se acercara a ella. Tampoco su llanto cuando le pedía que la dejara en paz. Sólo quería aprovechar las ausencias de su esposa y madre de la víctima para agredirla sexualmente. Este miércoles, el acusado ha reconocido que en 2019, cuando la menor tenía 13 años, lo que empezó como si fueran “juegos” se convirtió con el paso del tiempo en tocamientos y violaciones que a su hijastra le han ocasionado graves secuelas psicológicas.

El acusado, de 43 años, ha comparecido ante el tribunal de la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias, con sede en Gijón. Ha admitido todos los hechos imputados por la Fiscalía y ha aceptado una pena de siete años y medio de cárcel, así como su expulsión de España una vez que tenga ya cumplidos dos tercios de la condena.

Desde hacía 11 años, el procesado mantenía una relación sentimental con la madre de su víctima, llevaba siete años casado con ella y tienen una hija en común. Su esposa aportó al matrimonio otra hija, menor de edad, que llamaba “papá” al acusado y, según la versión de la Fiscalía, ésta tenía una relación con él equivalente a la paterno-filial. Sin embargo, para el acusado la relación con su hijastra era diferente.

De los “juegos” a las agresiones sexuales

El procesado ha admitido que en 2019 comenzó a realizar con la hija de su esposa lo que él denomina como “juegos” que consistían en hacerle cosquillas y en buscarla con los ojos aparentemente tapados, unas maniobras que “fueron derivando en tocamientos con connotaciones sexuales”, según sostiene el Ministerio Fiscal.

La menor insistía en pedirle al acusado que cesara ese comportamiento, pero éste le contestaba que no lo contara a nadie porque, según le explicaba, podía traerles problemas a los dos.

A finales de 2020 y principios de 2021, durante el confinamiento por la pandemia, ambos dieron positivo en covid-19. Con la excusa de tomarle la temperatura, según el relato fiscal, el procesado entró en la habitación de la menor, se acercó a ella y comenzó a hacerle tocamientos. Ante su oposición, el procesado le dijo de nuevo que no lo contara y que le iba a comprar un teléfono móvil, como así hizo.

Una pena atenuada por la confesión de los hechos

La Fiscalía ha relatado otro episodio que tuvo lugar en el invierno de 2020, cuando el acusado estaba en el parque Los Pericones de Gijón y le pidió a la menor que subieran juntos hasta una zona más oscura. Allí comenzó a besarla por el cuello. La menor le empujó y salió corriendo del parque.

El acusado no cesó en su actitud y comportamiento hacia la menor y en agosto de 2021, aprovechando que su esposa y madre de la víctima estaba en el hospital con otra de sus hijas que iba a ser operada, volvió de nuevo a agredir a su hijastra. La Fiscalía recoge en su escrito de calificación que incluso cuando vio que la menor lloraba, el acusado le dijo que “parara de llorar, que no era para tanto”.

El reconocimiento explícito por parte del acusado de todos y cada uno de los episodios que ha descrito la Fiscalía desde el inicio de la instrucción del procedimiento le ha valido una rebaja en la pena, ya que la acusación pública le ha aplicación en su petición de pena la circunstancia atenuante de confesión.

La víctima sufre secuelas psicológicas

Así, tras reconocer los hechos, ha asumido una condena de siete años y medio de prisión, libertad vigilada durante siete años y la inhabilitación especial para profesión, oficio o actividades que conlleven contacto regular y directo con menores durante 12 años.

Además, no podrá acercarse a la menor, ni tampoco comunicarse con ella por cualquier medio durante un período de diez años, según el acuerdo alcanzado este miércoles en la Audiencia Provincial de Asturias.

La Fiscalía, que le ha imputado un delito continuado de agresión sexual, ha pedido su expulsión del territorio español que se hará efectivo tras el cumplimiento de al menos dos tercios de la pena.

Además, el acusado ha aceptado abonar a su hijastra una indemnización de 15.000 euros para hacer frente a la responsabilidad civil por las secuelas psicológicas que sufre.

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